Las campañas en EU, al ritmo del dinero.

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En dos años Barack Obama desarrolló un plan que revolucionará la arquitectura de las campañas políticas en Estados Unidos y quizá en el mundo. Uno de los cimientos clave de su estrategia ha sido la recaudación de fondos: convenció a más de tres millones de estadounidenses para que aportaran dinero de su bolsillo y logró una recolección masiva sin precedentes: 600 millones de dólares.

El dinero recaudado por las campañas de los dos candidatos a la Presidencia de Estados Unidos no tiene punto de comparación. Obama es un Goliat blindado por millones de dólares y McCain un David que no pudo derribar al gigante. Su fuerza original, sustentada en los fondos oficiales de campaña, se desmoronó de manera gradual y consistente.

Open Secrets, uno de los centros de estudios más avanzados en el monitoreo del dinero y sus efectos en las campañas y las políticas públicas en Estados Unidos, publicó en fecha reciente el último reporte sobre los fondos recabados por ambas campañas.

Obama había logrado recaudar hasta ayer 603 millones de dólares y había gastado 470 millones; McCain ha recabado 358 millones de dólares y puesto en juego 262 millones.

La disposición de fondos diametralmente distinta entre uno y otro candidato marcó significativas diferencias en el uso del dinero y en una serie de decisiones fundamentales en las campañas. Un ejemplo: en Youtube, esa galaxia interminable de videos online, existen 14 horas y media de videos oficiales de la campaña de Obama.

“Ese tiempo traducido a espacios en radio y televisión hubiese significado para Obama una inversión de 45 millones de dólares”, dijo Joe Trippi, quien es reconocido en los círculos políticos de Washington como el gurú que logró revolucionar las campañas políticas en Estados Unidos. “Esa cantidad, que equivale a una quinta parte de lo que ha gastado McCain a lo largo de la campaña, le permitió redirigir ese dinero a otros puntos estratégicos”.

¿Cómo logró Obama reeditar la recaudación de dinero en su campaña? En realidad no es un mérito único del candidato y de su equipo. Todo se remonta a la elección demócrata de 2004, cuando Trippi, quien entonces era jefe de la campaña del candidato Howard Dean, concibió una nueva forma de recolectar fondos construyendo una base de contribuyentes que eran contactados a través de internet y otros instrumentos tecnológicos.

Obama y sus hombres retomaron las experiencias del equipo de Dean, sólo que aprovecharon muchos más instrumentos tecnológicos que cuatro años atrás no existían. No sólo utilizaron YouTube como un brazo de la campaña, sino que emplearon otros espacios virtuales como Facebook, Myspace, Hi5 y Mybarackobama.com (el espacio propio construido por la campaña) para solicitar y recibir aportaciones electrónicas y mantener en contacto a millones de simpatizantes, voluntarios, jefes de precinto y personal de la campaña en todo el país. Cuando McCain convocaba a sus mítines por medio de los medios tradicionales —radio y televisión— la campaña de Obama lo hacía a través de todos esos espacios virtuales.

La campaña de Obama hizo de los mensajes escritos y enviados por teléfono celular un arma que no tenía descanso: quien se registraba en la página del candidato los recibía todo el tiempo, exhortando a aportar cinco, 10, 15 dólares o más y lo mismo ocurría con los emails de quienes por alguna razón habían entregado sus datos a la campaña.

Para hacerse de toda esa información el equipo de Obama solicitaba teléfonos y direcciones electrónicas a cambio, por ejemplo, de dos boletos para asistir a algún mitin con el candidato.

Comentario:

Al final se verá si sirvió tanto derroche de dinero.