Congreso de EU en espera de un terremoto político.

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En un entorno político adverso, las sorpresas siempre tocan a la puerta. Decenas de congresistas republicanos viven atormentados estos días por este viejo principio de la política que, en menos de una semana, podría enfrentarlos con la peor derrota del Partido Republicano en las últimas décadas y con el más espectacular avance de los candidatos demócratas en el Senado y en la Cámara de Representantes.

Cuando sólo faltan cinco días para una cita en la que 130 millones de electores podrían cambiar el rostro político de Estados Unidos, el gesto circunspecto de los republicanos contrasta vivamente con el aire de victoria anticipada que ya se respira desde los cuarteles del Partido Demócrata, una organización acostumbrada a la derrota, que hoy se dispone a descorchar las botellas de champaña que han reservado para la noche del próximo 4 de noviembre para festejar una victoria que, de confirmarse, les devolvería una hegemonía sin precedentes desde la guerra de Vietnam. “Si los pronósticos se cumplen, estaríamos ante un terremoto político”, aseguró David Wasserman, analista y editor de la página The Cook Political Record.

Una victoria convertiría a los demócratas en una temible aplanadora de 265 votos, de los 435 asientos que integran la Cámara Baja.

En el caso del Senado, las encuestas parecen replicar el avance en la Cámara de Representantes con unos resultados que dejarían a los demócratas con el control de hasta 60 escaños (de los 100 que componen la Cámara Alta), una eventualidad que los liberaría de las prácticas obstruccionistas que han sufrido a manos de los republicanos.

Y es que, a pesar de que los demócratas tuvieron mayoría en el Congreso durante los últimos dos años, su superioridad numérica ha resultado insuficiente. Así sucedió cuando intentaron introducir varios temas de su agenda, como la expansión del sistema de salud o el retiro de las tropas de Irak, cuando se toparon con el veto de Bush o con bloqueos de sus colegas republicanos en el Senado.

Tras una campaña de casi dos años, el candidato demócrata ha prometido la refundación del contrato político y social. Sus promesas en favor de un sistema fiscal que redima a la clase media, que asegure la independencia energética y ponga fin a la guerra en Irak necesitará de un apoyo hercúleo del poder legislativo.

“Los retos son enormes, y si Obama gana las elecciones necesitará de todo el apoyo del Congreso”, consideró Andrew Taylor, profesor de ciencia política de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

Comentario:

¿Panorama sombrío para los republicanos?