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domingo, 2 de noviembre de 2014

“No solo denunciamos la corrupción, la combatimos”: José Ugaz

Ciudad de México
Desde que nombraron a José Ugaz (Lima, 1959) director de la organización anticorrupción Transparencia Internacional (TI), el pasado 25 de octubre, no ha parado de trabajar ni ha podido atender a la prensa. Dominical MILENIO logró comunicarse a su hotel en París, desde donde el primer latinoamericano que encabeza esta prestigiosa ONG accedió a una entrevista tras un largo día atendiendo urgencias. Ese abogado barbudo de 55 años, con estudios de posgrado en España y Holanda, conoce bastante bien los fangosos abismos de la corrupción: contribuyó a la caída del régimen fujimorista como procurador ad hoc y desentrañó un amplio sistema mafioso de corrupción y crimen que se había apoderado del Estado peruano. Sin embargo, cuando se le pregunta por México, suspira y contesta: “Es un caso muy complicado”. Junto con su vicepresidenta rusa, tiene una meta ambiciosa para su organización: no solamente denunciar la corrupción, sino combatirla activamente. Para eso se necesitan castigos ejemplares y la colaboración de la sociedad, subraya. En los últimos años, TI ha invertido bastante en programas de educación, de antilavado y hasta ha litigado contra políticos corruptos para recuperar los dineros mal habidos, muchas veces depositados en paraísos fiscales o bancos europeos. Serán el próximo blanco de ese lobby ciudadano a favor de la transparencia.

Su primer interés como abogado fue por los derechos humanos, ha sido asesor de instancias como la Comisión Andina de Juristas, y acompañó el proceso de paz en El Salvador. ¿Cómo saltó de esa experiencia a los problemas de la transparencia?
En el camino me fui dando cuenta que había un nexo estrecho entre la violación a los derechos humanos y la corrupción porque las agencias de aplicación de la ley, tanto la policía como la justicia, estaban bastante infiltradas por redes corruptas. Mi entrada principal al tema, sin embargo, se da cuando el descalabro del gobierno de Fujimori en el año 2000, con el primer video donde su asesor Vladimiro Montesinos está sobornando a un congresista. Fui convocado por
el ministro de Justicia de ese entonces, Alberto Bustamante, para asesorarlo en la persecución de Montesinos como procurador .

En ese momento Fujimori pensaba salvarse echando toda la culpa a Montesinos. ¿Usted no dudó? ¿Cuál fue su estrategia para no entrar a ese juego?
No fue una decisión muy pensada en realidad. Montesinos era un objetivo relevante porque estaba haciendo mucho daño al país. Por otro lado, el Ministro era una persona de mi confianza y vi eso como una oportunidad única para contribuir a la captura de Montesinos. En el camino se fueron sucediendo rápidamente los hechos al punto que Fujimori termina involucrado en las investigaciones cuando aparece el hermano de Pablo Escobar (el narcotraficante colombiano) diciendo que él era testigo de que su hermano había financiado la campaña de Fujimori con un millón de dólares. En ese momento decidimos abrir una investigación contra Fujimori, quien tres días después termina fugado.

¿Cómo hizo para sacar eso adelante, con las instituciones cooptadas por la mafia fujimorista-montesinista?
El ministro estaba muy desconcertado por lo que descubrimos. Nuestra acción funcionó porque hicimos todo de cara a la opinión pública. Yo daba a diario conferencias de prensa informando sobre nuestros pasos a los pocos medios independientes que quedaban, y eso generó un soporte ciudadano importante a nuestras investigaciones y nos permitió que pudiéramos avanzar. Pero es cierto que también pudimos haber fracasado rápidamente porque todo el Estado peruano estaba cooptado por esa red corrupta.

Sin embargo, cayó como un castillo de naipes. ¿Fueron decisivos los medios
en ese caso?
Sí, de los pocos medios independientes en esa época recibimos un apoyo contundente y se pusieron en primera línea para defendernos. Además, el caso había tomado ribetes internacionales, la prensa internacional también cubría y eso aumentaba la presión. Todos esos hechos crearon un ambiente propicio para avanzar. De hecho, a las pocas horas que fui nombrado, Fujimori pidió mi renuncia cuando yo lo desmentí públicamente, porque él había dicho que Montesinos tenía una orden de captura. Eso no era cierto. El Ministro se negó a firmar mi renuncia y también amenazó con irse. Eso contuvo a Fujimori.

¿Qué fue lo que más le impactó en esa investigación?
Lo más impactante fue cuando descubrimos que no se trataba de acciones individuales de funcionarios corruptos de alto nivel, sino que se había tejido una red que había cooptado todas las instituciones del Estado, desde la Justicia, pasando por el Ejecutivo, las fuerzas de seguridad, el poder electoral, el Legislativo y los medios de comunicación privados, y hasta habían logrado tejer alianzas con el sector financiero. No había casi espacio que no estuviera bajo el control de esa mafia.

También le colocaron una bomba
en su carro…
Pero eso fue después. Cuando vendí mi carro hace dos años, el nuevo dueño descubrió en una revisión mecánica que habían pegado una bomba lapa debajo de mi asiento, que no llegó a explotar pero tenía instalada allí varios meses. La división antiterrorista inició una investigación pero no pudo establecerse quien fue el autor.

¿El hecho que llegue ahora un latinoamericano a la presidencia de TI es un mensaje de esperanza para una región tan castigada por la corrupción?
Lo que encarnamos tanto la vicepresidenta rusa como yo es una nueva actitud en Transparencia. Estamos implementando una nueva estrategia desde 2011, centrada en la lucha contra la impunidad y el involucramiento de la juventud en esa lucha. El mensaje es que el movimiento está haciendo todo lo posible para evidenciar a los corruptos y promover las acciones que impidan que sigan robando o que devuelvan lo que han robado.

¿Significa que más allá de la denuncia que ha sido históricamente lo fuerte de TI, ahora actúan activamente y también trabajan la prevención?
Muchos de nuestros capítulos ya están trabajando en eso y han tenido éxito. Lo que queremos hacer es recoger esas experiencias nacionales, sistematizarlas y hacerlas disponible a todo el movimiento.

¿Cuáles son esas lecciones exitosas?
Hay muchos resultados positivos. Desde la creación de instrumentos para monitorear acciones del Estado hasta acciones legales para recuperar activos. Nuestro capítulo en Francia inició acciones legales contra el presidente Obiang de Guinea Ecuatorial, que estaba sustrayendo millones de dólares del erario. Se lograron congelar esos bienes en Francia. Lo mismo ocurre en Túnez, en Rusia y en varios países. Tenemos consultorios legales en muchos países que toman acciones legales contra agentes de corrupción y promueven el acceso a la información y la transparencia de los actos públicos.

México tiene un enorme problema y aunque hay leyes de transparencia o antilavado, parece no mejorar porque la impunidad sigue en 95 por ciento. Hay casos terribles como el de Guerrero, donde agentes del Estado colaboraron con el crimen organizado para violar los derechos humanos...
La problemática de México es muy compleja, porque el Estado ha perdido terreno frente a las organizaciones criminales que se han ido empoderando. Hoy son capaces de retar al propio Estado. Hay que resolver la debilidad de las instituciones públicas, el Estado tiene que sanear sus instituciones. Eso va a pasar cuando los agentes públicos que se han pasado del otro lado, sean debidamente investigados y castigados. La impunidad es un agente de repetición de delitos, es importante ponerle término. Tiene que ir acompañado de acciones de inteligencia y de una creación de conciencia ciudadana que acompañe el proceso para que el Estado no termine aislado.

Se dice muchas veces que en Latinoamérica hay una tolerancia de los ciudadanos frente a la corrupción ¿Qué tan importante es la participación ciudadana en la lucha contra la corrupción?
La tolerancia a la corrupción está muy presente en el Tercer Mundo. En Perú, recientemente, el 75 por ciento declaraba ser indiferente frente a esto, 55 por ciento han declarado hace algunas semanas que estarían dispuesto a votar por un político que roba pero que hace obras, y de hecho lo hicieron (el más notorio es el alcalde de Lima, Luis Castañeda, electo por segunda vez). Pasa también en África y Asia. Lo que urge es un proceso educativo para transitar a una cultura de legalidad. Es la diferencia en los países más desarrollados. La cultura de la corrupción tiene varias causas porque en la colonia española se mandaban a Latinoamérica las autoridades no por su mérito sino porque habían comprado sus puestos y querían cobrar ganancias. Establecieron sistemas clientelistas a base de intercambios corruptos. Pero esto puede cambiar. Hay experiencias exitosas donde se muestra que con medidas legales y educativas se pueden revertir esas situaciones.

¿Cuáles son esas experiencias y qué funciona en la lucha contra la corrupción?
En Hong Kong, por ejemplo, se creó una comisión independiente anticorrupción, que como primer mensaje mandó a la cárcel al jefe máximo de policía. Trabajó un enfoque integral, no solamente persiguiendo los corruptos pero también generando nuevas estructuras educativas que cambiaron la actitud y depuraron normas reduciendo los nichos de corrupción.

En México están las leyes,
pero no se aplican.
Eso es un problema universal.

¿Entonces, falta voluntad política?
La voluntad política es un componente esencial, sin duda. Sin ella es difícil avanzar. Y allí corresponde a la sociedad civil ejercer presión.

Hace un tiempo entrevisté al presidente de la Comisión de la ONU contra la impunidad en Guatemala y me dijo que hay que empezar por meter a los poderosos a la cárcel. ¿Usted concuerda con eso y se puede repetir esa receta?
La experiencia es muy interesante pero difícil de repetir, porque implica una intervención internacional y cesación de soberanía. Pero los resultados alentadores están allí. También es un proceso muy costoso. Por eso no creo que se vaya a repetir. Pero demuestra que cuando hay voluntad política, se puede luchar eficazmente contra el crimen y reducir la impunidad.

Algunas veces se critica TI por señalar a los más débiles, a los que se dejan corromper, pero no critica a los ricos que son los que corrompen.
TI se inició exponiendo al mundo los niveles de percepción de corrupción en los países. Pero poco tiempo después se creó el índice de pagadores de sobornos, donde están listados las empresas que recurren a estas prácticas indebidas. Hay un gran esfuerzo para trabajar el tema de lavado de activos y conseguir más transparencia en el sector financiero. Ahora mismo tenemos un proyecto llamado “desenmascarar a los corruptos” y hemos presionado al G-20 para que se establezca un registro público a nivel universal de los beneficiarios de las empresas offshore porque se han convertido en vehículos para encubrir corrupción y ocultar los autores de estos delitos.

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