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domingo, 2 de noviembre de 2014

Abarca tocó primero la puerta del PRI.

ACAPULCO, 2 de noviembre.— José Luis Abarca Velázquez, quien fue vendedor de oro en Iguala, pasó después a ser dueño de joyerías y de un centro joyero en una ciudad donde mucha gente de diferentes partes del país llega a comprar el metal y revenderlo en su lugar de origen.
Su carrera política, cuyo ascenso relumbró como el oro que vendía, acabó abruptamente los últimos días de septiembre.
También es dueño de uno de los colegios más importantes de la ciudad, El Benemérito de las Américas.
Abarca fue candidato a la alcaldía de Iguala cuando recién se había adherido al PRD, por así convenir a sus intereses, pues antes buscó la candidatura por el PRI.
Cuando se acercó al PRD, el partido decidió hacer una encuesta para ver cuál de sus precandidatos era más fuerte; el resultado fue un empate técnico entre Abarca Velázquez y  Óscar Díaz Bello.
Después de jaloneos, negociaciones y amarres políticos y partidistas, que acallaron las voces inconformes, el panorama político de Iguala se aclaró con la candidatura de Díaz Bello a la diputación por el Distrito 22, que allanó el arribo de Abarca a la presidencia municipal de Iguala.
En su campaña para diputado, Díaz Bello también se encargó de pedir a la gente el voto para que José Luis Abarca ganara la alcaldía. En diversos actos, convocó a los ciudadanos a votar por los candidatos de la coalición: “Apóyennos este primero de julio votando por todos los amarillitos; todos tenemos el compromiso de trabajar de manera coordinada y de coadyuvar en acciones que permitan proyectar a Iguala, Cuna de la Bandera Nacional, como una ciudad de importancia histórica, que cuente con servicios modernos y una imagen urbana a la altura de las circunstancias”.
Ahora el diputado Díaz Bello asegura que en mayo de 2012 le advirtió a Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato presidencial, de los posibles nexos de Abarca con el crimen.
El legislador dice que le entregó documentos que probaban las irregularidades en el seno del PRD para imponer como candidato a la alcaldía de Iguala a una persona que no había ganado las encuestas.
En ese camino de la contienda electoral, el empresario Abarca Velázquez entregó  despensas en colonias populares, a las cuales llegaba para pedir el sufragio. En toda Iguala se hicieron famosas esas despensas.
Inclusive se dice que el hombre era muy popular en el PRD estatal, pues ofrecía apoyos económicos a candidatos a puestos de elección popular.
En la elección de 2012 para la presidencia municipal de Iguala, el candidato del PRI fue Érick Catalán Redondo, quien obtuvo el segundo lugar. El ganador fue Abarca con más de 21 mil 500 votos.
Como pago de cuotas, en el registro de planillas quedó como alcalde suplente Luis Raúl Mazón Alonso, hermano del secretario de Salud de Guerrero, principal impulsor de Abarca al interior del PRD.
Los primeros avisos
En marzo de 2013 ocurrió el asesinato del perredista Justino Carvajal Salgado, sobrino de Félix Salgado Macedonio y primer síndico del ayuntamiento, con quien el alcalde no tenía buena relación. Unos días antes, un grupo de hombres armados lo siguió por varias calles de la ciudad; él huyó en su vehículo hasta el frente del Palacio Municipal, donde detuvo su camioneta.
Uno de los integrantes del grupo armado se bajó y le dio unas cachetadas antes de que pudiera entrar a sus oficinas. Días después, el síndico fue asesinado cuando llegaba a su casa; recibió balazos en la boca y en el pecho. Se dijo entonces que la delincuencia organizada lo había asesinado.
En mayo de 2013, ocho líderes de colonias de Iguala, que habían tenido enfrentamientos con Abarca, desaparecieron. Días después sus cuerpos fueron encontrados.
Arturo Hernández Cardona, Félix Bandera Román, Ángel Román Ramírez, Héctor Arroyo Delgado, Efraín Amantes Luna, Gregorio Dante Cervantes, Nicolás Mendoza Villa y Jimmy Castrejón, de la Unidad Popular de Iguala, desaparecieron el 30 de mayo, mientras viajaban en una camioneta, la cual apareció en el corralón municipal.
Cuatro días después fueron encontrados los cuerpos de los tres primeros, tirados en la carretera federal Chilpancingo-Iguala con huellas de tortura. Los demás todavía permanecen desaparecidos.
Arturo, Félix y Ángel habían denunciado penalmente al alcalde y a funcionarios del ayuntamiento por hostigamiento y otros delitos. La respuesta de Abarca fue contundente.
Nicolás Mendoza Villa, uno de los levantados que logró escapar, acusó al alcalde de haber asesinado personalmente a Hernández Cardona, un hombre muy querido en Iguala.
Después de ser hallado el cuerpo de Hernández Cardona, un grupo de normalistas de Ayotzinapa llegó a Iguala, rompió vidrios del edificio, pintó leyendas acusando a Abarca de asesino y quemó muebles y computadoras.

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