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Fuertes réplicas revivieron ayer en Chile el pánico al terremoto y los tsunamis del fin de semana pasado, que dejaron al menos 452 muertos y llevaron a la destitución de un oficial naval por no advertir claramente a la población sobre los devastadores maremotos.
El gobierno subió la cifra de muertos identificados desde 279 del jueves, disipando parte de la confusión originada por un cambio de metodología para calcular el costo humano de la peor tragedia en Chile en los últimos 50 años.
Las autoridades chilenas han identificado hasta el momento a 452 cadáveres de las centenares de víctimas que dejó el terremoto y posterior tsunami. El gobierno chileno decidió este jueves no entregar cifras sobre el número de muertos sin identificar, como había venido haciendo desde el día del terremoto, sino proporcionar, cada 24 horas, sólo los nombres de las personas identificadas.
La destrucción que el sismo y los tsunamis dejaron el sábado pasado, una tragedia que llevó al gobierno a decretar duelo nacional de tres días desde el domingo, impactará a partir de marzo a la economía de Chile, anticiparon las autoridades.
Nuevas réplicas estremecieron ayer el centro y sur de Chile, entre ellas una de magnitud 6.6, desatando el pánico en Concepción, una ciudad de 670 mil habitantes duramente azotada por el sismo de hace una semana. “Duermo en un sillón al lado de la puerta y con cada remezón salgo de la casa”, dijo Miguel Serra, un vendedor que aguardaba en una fila para cargar combustible a su automóvil.
La Sociedad Geológica de Chile dijo a través de un comunicado que en la zona del terremoto ocurrirán numerosas réplicas y “algunas de estas podrían alcanzar magnitudes importantes, incluso superiores a siete, aunque en ningún caso similares al terremoto principal” de 8.8 que sacudió el centro-sur chileno el 27 de febrero. “Es necesario que autoridades y ciudadanía estén preparados para enfrentar problemas tales como el potencial colapso de infraestructura dañada o deslizamientos de terrenos en zonas debilitadas”, dijo la Sociedad”. El terremoto que sacudió Chile, uno de los más violentos de los que se tenga memoria, demolió partes de ciudades y fue seguido por varios tsunamis que barrieron con pueblos costeros.
Chile, una de las economías más estables de América Latina, necesitaría ayuda internacional para su reconstrucción, que demoraría entre tres y cuatro años.
El secretario general de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, quien llegó ayer a Chile para evaluar en el terreno los daños, prometió apoyo a la mandataria Michelle Bachelet y a su sucesor, el presidente electo Sebastián Piñera.
Ban, quien dispuso ayer la entrega de insumos y de 10 millones de dólares de un fondo de emergencia temporal, se trasladará hoy a las castigadas ciudades de Concepción y Constitución.
Ayer comenzó también la búsqueda de responsables por fallos en el sistema de alerta de tsunamis. Tras admitir que informó con poca claridad sobre el riesgo de tsunamis, la Armada chilena destituyó al jefe de la oficina encargada de disparar las alarmas de maremoto, un capitán de navío identificado como Mariano Rojas.
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