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El Corot-7b es el planeta extrasolar rocoso más parecido a la Tierra que se haya descubierto hasta ahora, sin embargo nuevas investigaciones apuntan que en realidad es una nueva clase de exoplaneta denominado Super Io.
El planeta en el que llueven piedras, con una superficie cubierta de océanos de lava y una temperatura de mil grados se parece mucho más a la luna de Júpiter llamada Io, que se caracteriza por una gran actividad volcánica.
El estudio, dirigido por Rory Barnes, de la Universidad de Washington en Seattle sugiere que, al igual que Io, Corot-7b puede estar sufriendo un aumento de temperatura por la deformación constante de su corteza debido a la atracción de la gravedad de otros cuerpos vecinos.
"Algo así como mantener apretada con fuerza una pelota de tenis y luego soltarla -la cintura de la bola se estrecha y se abulta-, pero a escala cósmica. En el caso de Io, el culpable del apretón es Júpiter y otros satélites; y en el de Corot 7-b, su estrella y quizás otros planetas cercanos. Esto genera suficiente calor interno como para originar cientos de volcanes activos", publica el diario ABC en su sitiio de Internet.
Además Corot 7-b también recibe calor de su estrella pero como su órbita es de apenas 2.5 millones de kilómetros de distancia de ella, recibe mucha más radiación que nuestro planeta que se encuentra a 150 millones de kilómetros del Sol.
Stan Peale, profesor emérito en la Universidad de California en Santa Bárbara y uno de los científicos que había previsto el vulcanismo en la luna Io antes de ser detectado por la sonda Voyager, cree que las conclusiones de Barnes son "viables".
Sin embargo, "si Corot-7b tiene realmente vulcanismo activo va a ser muy difícil de probar en estos momentos". Barnes apunta que quizás el telescopio espacial Spitzer sea capaz de ver los gases procedentes de Corot-7b, aunque es una tarea complicada "porque el planeta está muy lejos".
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