Un atentado en el Kurdistán iraquí eleva la tensión étnica.

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Los extremistas han puesto sus miras en la comunidad kurda del norte de Irak que ayer fue el objetivo de un atentado con camión bomba en el que perdieron la vida al menos 25 personas. La explosión en el pequeño poblado norteño de Warzak, cercano a Mosul, fue tan potente que destruyó decenas de casas y las autoridades temían encontrar más cadáveres bajo los escombros.

La matanza pudo haber sido mayor, según la policía iraquí, que detectó a otro conductor suicida con un camión cargado de bombas en un puesto de control a las afueras del núcleo urbano y que fue abatido a tiros al levantar sospechas. En las últimas semanas se ha incrementado el número de ataques contra los kurdos, lo que eleva las tensiones étnicas. Mosul continúa siendo un bastión de la insurgencia suní, desplazada desde Bagdad y el oeste del país.

Los continuos ataques también están deteriorando las relaciones entre el Gobierno central, controlado por el chií Nuri al Maliki, y la región autónoma de Kurdistán, en el norte. La gestión de las grandes reservas de petróleo del norte -se estima que ascienden al 13% del país- agrava la disputa.

"El objetivo en última instancia de estos atentados era atacar a todos los iraquíes. No sólo a kurdos o árabes. Quieren dividir a los iraquíes", dijo ayer tras las explosiones un miembro del consejo político regional. Añadió que ciertos partidos políticos están detrás de los ataques sin mencionar a ninguno. Árabes y kurdos se cruzan con frecuencia este tipo de acusaciones después de un atentado.