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miércoles, 27 de mayo de 2009

Moscú se engancha a la Europa espacial.

Noticia:


"Aquí trabajan ahora 130 rusos, y otros tantos europeos occidentales", afirma André Cuenca, responsable del complejo del lanzamiento de Soyuz. Es una zona acotada dentro de la base espacial europea de Kourou, en Guyana Francesa, pero separada claramente del complejo de los cohetes Ariane-5 y del resto de infraestructuras clave del recinto, y con acceso restringido para el personal ruso. Hay que garantizar un perímetro de alta seguridad para poder traer aquí, a la base europea, misiones y equipos estadounidenses, con sus condiciones estrictas, explican los expertos.

También los rusos mantienen sus distancias. La fórmula del combustible de los Soyuz, por ejemplo, es secreta, como la de la Coca-Cola. Estos cohetes utilizan una mezcla de queroseno y oxígeno, y los depósitos subterráneos en el complejo de lanzamiento están ya listos para cuando empiece a llegar el combustible de Rusia. "No tenemos acceso a todos los detalles del sistema", comenta Cuenca, de la agencia espacial francesa CNES. "Sabemos globalmente cómo funciona el lanzador Soyuz, pero la documentación de algunas cosas se guarda en zonas de seguridad". Aun siendo el jefe del complejo, "no puedo detener la alarma que suena si alguien entra en algún sitio restringido donde hay documentos y materiales confidenciales", añade Cuenca sin asomo de enfado o crítica. Estos procedimientos son normales cuando se desarrollan proyectos conjuntos entre socios empresariales diferentes para explotar comercialmente unos productos.
Muy fiables

En este caso los productos son unos lanzadores muy fiables, los Soyuz, con más de 1.600 lanzamientos cumplidos, de coste muy competitivo y características complementarias del Ariane-5 europeo que, en la base de Guyana, juega en casa: todo el complejo se ha desarrollado en torno a esta familia de lanzadores creados por la Agencia Europea del Espacio (ESA).

El primer Soyuz debe ser lanzado desde el continente americano a finales de este año o principios del próximo y la primera carga comercial será un satélite militar de comunicaciones de Alemania.

Ha habido un ligero retraso respecto a los planes de comienzo de las operaciones de Soyuz en Guyana, explican los responsables de la base, debido, sobre todo, a la construcción de un gran pórtico móvil que los europeos han exigido añadir al sistema ruso por motivos de seguridad. Se trata de una estructura cerrada de 50 metros de altura, 10 de ancho y 20 de largo, que se colocará alrededor del cohete cuando esté ya en la misma plataforma de lanzamiento y dentro de ella se realizarán las últimas operaciones de puesta a punto. El fabricante ruso que iba a hacer el pórtico cerró y ha habido que buscar uno nuevo que ya está trabajando en él.

Todo lo demás en el sistema Soyuz que se ha ido montando en la base de Guyana, a unos 11 kilómetros de la plataforma de Ariane-5, es prácticamente idéntico a lo que hay funcionando desde hace décadas en las instalaciones de origen, en Rusia y en Kazajistán. Los sistemas se han modernizado pero no han cambiado sustancialmente, explica Cuenca. En 20 hectáreas de terreno rodeadas de selva están ya casi terminadas la planta energética, la de refrigeración, los edificios de servicios, el edificio de integración y la plataforma misma de la que despegará el cohete, con sus cuatro brazos móviles que lo sujetarán hasta el último momento. El Soyuz mide casi 47 metros de altura y 10 de diámetro.

Los rusos llegaron a trabajar a Kourou hace un año, cuando la construcción estaba ya muy avanzada. "Nos sorprende la buena relación que tenemos, pese al problema del idioma, porque tenemos que utilizar traductores, pero la colaboración es muy fluida", asegura Cuenca.

El coste del complejo es de 409 millones de euros, de los cuales siete países (con Francia como contribuyente mayoritario, pero también con una pequeña participación española) aportan 244 millones de euros. El consorcio Arianespace, que comercializará los Soyuz, contribuye con 121 millones y otros socios menores ponen el resto. La idea de lanzar estos cohetes desde el centro europeo de Guyana se tomó por su interés comercial y considerando que los rusos, unos duros competidores, podrían buscar otra alianza y perjudicar a Arianespace.

"El Soyuz pone en órbita geoestacionaria (GTO, a 36.000 kilómetros de altura) satélites de tres toneladas y de hasta seis y media en órbita baja; ya tenemos encargadas y en producción 14 unidades", explica Jean- Yves Le Gall, presidente de Arianespace. La estrategia de la empresa es ofrecer a los clientes cohetes de distinta capacidad para cubrir todas las necesidades de puesta en órbita. Ariane-5 se ocupa de las cargas más pesadas, hasta 10 toneladas en GTO, y puede lanzar a la vez dos satélites, como los telescopios espaciales de la ESA Herschel y Planck que partieron el pasado día 14. Para las cargas más ligeras, de hasta 1,5 toneladas, y en órbita baja, Arianespace ofrece una tercera opción, el cohete Vega que debe estar listo el año próximo. Su complejo de lanzamiento, junto al del Ariane-5 está también en construcción.

El centro espacial europeo ocupa 700 kilómetros cuadrados, con 50 kilómetros de costa, en una zona cercana al ecuador libre de ciclones, destaca Joël Barre, director de la base. El primer cohete partió de allí en 1968 y se han lanzado ya 188.

En el extremo sureste de la base está la población de Kourou, y en el extremo opuesto, Sinnamary, donde viven los rusos, cerca de la entrada hacia la zona de Soyuz. Cuando acabe la construcción y empiece a utilizarse este nuevo complejo, el personal ruso será reducido, y sólo se ampliará en cada campaña de lanzamiento, que exigirá la presencia de 150 o 200 especialistas de estos cohetes, explica Cuenca.

Para que no falte el toque ruso, junto a la plataforma del cohete hay una pequeña urna de cristal con una piedra. "Es del cosmódromo de Baikonur, y recuerda a Gagarin", explica Cuenca. "Pero ésta es una copia", añade, "la original la guardamos en el Museo del Espacio de la base".

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