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Las encuestas dicen que el 7 de junio ganará de calle las elecciones, pero Silvio Berlusconi atraviesa el momento más duro de la legislatura y uno de los más difíciles de sus 15 años de carrera política. En sólo unas semanas, la euforia ha dejado paso a la furia y la depresión. Contestado incluso por la afición del Milan, el primer ministro italiano ha suspendido los actos electorales y anuncia un contraataque para recuperar la iniciativa. Contará toda la verdad sobre el caso Noemi, la joven napolitana que le llama papi. "Y será un bumerán para mis acusadores", ha dicho.
Las críticas siguen acumulándose, y en sólo dos días, la Iglesia católica, hasta ahora fiel aliada, ha censurado la política económica y migratoria del Gobierno y, de forma más suave y sin citarlo, ha reprobado el comportamiento personal de Berlusconi, recordando que nadie tiene "inmunidad moral". "No juzgamos", dijo ayer monseñor Crociata. "Allá cada uno con su conciencia".
La historia empezó el 3 de mayo con la petición de divorcio de Veronica Lario, un j'accuse en toda regla. La primera dama italiana dijo que su marido frecuentaba a menores y describió al berlusconismo como un sistema podrido, una "basura sin pudor" en la que "muchos padres son capaces de cerrar los ojos y entregar a sus vírgenes al dragón" a cambio de fama televisiva.
El huracán se recrudeció con la sentencia del caso Mills, que prueba la implicación de Berlusconi en el soborno del "diabólico" -según la juez Gandus- abogado británico que edificó el imperio Fininvest B con una red de paraísos fiscales. Berlusconi ha evitado la condena gracias al llamado Laudo Alfano -la ley aprobada por su Gobierno que garantiza inmunidad al primer ministro y que ahora está en manos del Constitucional- y cambió de tema confiando en que las urnas legitimen de nuevo su pulso a los jueces.
Entonces se complicó el culebrón de Noemi Letizia, la joven napolitana aspirante a velina (azafata televisiva). Pese a que las televisiones, controladas en gran parte por Berlusconi, apenas han hablado sobre Noemi, el caso ha atrapado la atención de los italianos, y Berlusconi empieza a temer una sangría de votos. Sus amigos llevan días tratando de minimizar daños. El líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, afirma que todo es un montaje: "Los políticos no tenemos tiempo para sexo y, honestamente, Berlusconi tiene ya sus años. Existe la viagra, claro, pero yo creo poco en eso".
Veronica Lario sigue de lejos la telenovela. A través de amigas, ha hecho saber que nunca ha querido acusar a Noemi y a su familia. "No es el caso Noemi", ha dicho citando a Dario Fo, "sino que se juzga el comportamiento de un hombre que es jefe de Gobierno".
"Vivimos la era del bajísimo imperio", resume Giancarlo Santalmassi, ex director de Radio 24. "La sentencia Mills demuestra que es un corruptor, el caso Noemi nos traslada al ambiente de la periferia de Nápoles".
Berlusconi está furioso. Con sus ministras, porque guardan un silencio estruendoso. Con La Repubblica, porque señala cada día nuevas contradicciones entre sus versiones y los hechos. El padre de la muchacha, Elio Letizia, que prometió no hablar, ha intentado rebatir al ex novio de Noemi, Gino Flaminio, un obrero de 22 años que el domingo acusó a Berlusconi de haber "cambiado la moral" de la joven.
El profesor Stefano Rodotà, veterano jurista, que acaba de volver a Roma tras impartir unos cursos en universidades de Washington y Bruselas, comenta: "He sentido vergüenza. Las conversaciones sobre Italia giran sólo en torno a la sexualidad de nuestro anciano primer ministro. ¿Qué país es éste?".
[Berlusconi tiene previsto almorzar hoy con el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien acudirá a Roma con motivo de la final de la Liga de Campeones].
Comentario:
Parece toda una telenovela política.
Coronavirus, la amenaza esta ahí afuera
Hace 4 años
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