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El relevo insólito y fulminante del jefe militar en Afganistán es la prueba de hasta qué punto Estados Unidos está decidido a cambiar su estrategia en esa guerra y es también una medida del enorme peso alcanzado por el jefe del Pentágono, Robert Gates, dentro de la Administración de Barack Obama.
Como el propio Departamento de Defensa se ha encargado de destacar, es la primera vez que un civil destituye al máximo responsable militar en plena guerra desde que el presidente Harry Truman cesó en 1951 al general Douglas MacArthur por sus discrepancias sobre la guerra de Corea. Un paso así sólo se da si el responsable político cuenta con poder suficiente para hacerlo y si el cambio de estrategia que se requiere en el frente de combate es urgente y profundo. Ambas cosas parecen coincidir en este caso.
Por un lado, el nuevo jefe en Afganistán, el teniente general Stanley McChrystal, es un oficial de Operaciones Especiales, un boina verde que alcanzó notoriedad en Irak, a las órdenes del general David Petraeus, por la ejecución de algunas de las más brillantes operaciones de infiltración y contrainsurgencia, como fueron la detención del ex presidente Sadam Husein y del jefe de Al Qaeda en Irak, Abu Musab al-Zarqawi.
Ese tipo de operaciones, combinadas con un trabajo más intenso de inteligencia militar, es lo que trata de imponer en Afganistán el propio Petraeus, quien, como jefe del Comando Central de las fuerzas armadas norteamericanas, aprobó el nombramiento de McChrystal y supervisará a partir de ahora su trabajo.
El objetivo de su designación es, en otras palabras, añadirle al trabajo militar en Afganistán el tono político -negociar con las autoridades, simpatizar con la población, aproximarse a los caudillos locales, dividir a los taliba-nes- que Obama quiere y que tuvo éxito en Irak.
A juicio de Gates, el anterior responsable militar en Afganistán, el general David McKiernan, carecía de esas cualidades. Su sustitución se produce cuando cumplía sólo 11 meses en el cargo, violando una larga tradición según la cual estos destinos duran alrededor de dos años. Los expertos especulaban ayer sobre la lista de agravios de Gates contra el general McKiernan, entre los que figura el intento del militar de justificar el avance talibán por el escaso número de tropas con que contaba a su servicio. Sea cuales fueron esos agravios, quedaron patentes durante la visita que el secretario de Defensa hizo a Afganistán la pasada semana y han sido de suficiente envergadura para que, cuando le preguntaron el lunes a Gates si la carrera militar de McKiernan podía darse por acabada, contestase que "probablemente".
El general McChrystal no ha pedido más tropas sino más autoridad, han explicado fuentes del Pentágono. Lo que quiere es más respaldo en Washington para imponer sus términos al Gobierno afgano y para llegar a los pactos que se requieran sobre el terreno para reducir la influencia de los talibanes entre la población y aumentar la de las fuerzas norteamericanas y la OTAN.
Desde que asumió la presidencia, Obama ha anunciado ya el refuerzo de 21.000 soldados de la expedición afgana, que estará antes de fin de año cercana a los 70.000 hombres y mujeres. Esa cifra, que sólo será tímidamente incrementada por refuerzos escasos y temporales de algunos países europeos, le parecía insuficiente al anterior mando en Afganistán pero era todo lo que Obama parecía dispuesto a enviar mientras la nueva estrategia no diera algunas señales positivas.
Ésta parecía ser también la posición del secretario de Defensa. "McKiernan nunca ofreció una solución que garantizara el éxito; estaba demasiado pendiente de que la organización llegara en su rescate", afirma un alto responsable militar citado por el semanario Time.
El liderazgo de Gates ha quedado tan patente en esta decisión que quien hasta ahora era su primer ayudante militar, el general David Rodríguez, acompañará a McChrystal como número dos. Aunque será con su superior de uniforme con quien despache, la presencia de Rodríguez, que da lugar por primera vez a la coincidencia de dos altos generales en el frente afgano, otorga a Gates una presencia extra sobre el campo de operaciones.
Comentario:
¿Podrá cambiar mucho el asunto bajo los ojos de un civil?
Coronavirus, la amenaza esta ahí afuera
Hace 4 años
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