Deleita La Guelaguetza a más de 40 mil turistas.

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La mañana de ayer amaneció calurosa, pero a nadie le importó el sol. Más de 40 mil turistas nacionales y extranjeros se apretujaron en la Rotonda de la Azucena, donde admiraron y aplaudieron el mosaico multicolor de las etnias oaxaqueñas en la tradicional fiesta de La Guelaguetza.

“¡Maravilloso!, es una gran fiesta de hermandad y colorido”, resumió Tereso Ramos, un turista que viajó del DF “con 20 familiares y amigos que quedaron maravillados por los bailes y los trajes regionales”.

La máxima fiesta de los oaxaqueños arrancó en la mañana con la presentación de la Diosa Centéotl o Diosa del Maíz, Alejandra López, quien presidió el inicio de las fiestas del Lunes del Cerro, al lado del gobernador Ulises Ruiz Ortiz.

El paseo de las Chinas Oaxaqueñas, envueltas en largas faldas coloridas y sosteniendo en la cabeza canastos ornamentados con flores naturales, cimbró a los asistentes. Se abría paso así, al Jarabe del Valle y al primer reparto de obsequios como panes, chocolate y tlayudas.

Durante tres horas, 12 delegaciones indígenas procedentes de la Mixteca, Valles centrales, el Istmo, la Costa, Tuxtepec y la sierra Juárez, mostraron sus costumbres, religiosidad, cultura y danzas vinculadas con la naturaleza, ofrecieron su guelaguetza ante miles de ávidas manos por llevarse una piña, bolsa de café, naranja o panes.

“Somos mixes, los nunca jamás conquistados, ni por Moctezuma ni por los españoles, somos los herederos del Rey Condoy”, anunció una voz que presentó a la delegación de Santa María Tlahuitoltepec, donde se dice que antes de aprender a hablar el español, los niños primero aprenden a leer la música.

El mezcal para los nervios

Entre los danzantes aparecieron los nervios, pero con el remedio a la mano. Rosendo Moreno, de San Bartolo Coyotepec, la tierra del barro negro, dio un buen trago de mezcal antes de salir al escenario.

“El mezcal es para quitar los nervios”, dijo mientras llenaba otras copas de barro negro para sus 17 compañeros que cargaban enormes penachos, listos para representar la conquista de Cortés sobre Tenochtitlán y el inicio de la evangelización.

La presentación de Huajuapan de León, con La Canción Mixteca, de José López Alavés, como fondo musical, provocó que todos se pusieran de pie y unieran sus voces cantando: “Que lejos estoy del suelo/ donde he nacido/ inmensa nostalgia invade mi pensamiento/ y al verme tan solo y triste/ cual hoja al viento/ quisiera llorar/ quisiera morir de sentimiento”.

De las mas aplaudidas fue la delegación de Tuxtepec, con el baile “Flor de Piña”, ejecutado por jóvenes entalladas en huipiles coloridos de Usila y Ojitlán.

Cerró la tarde la delegación de Jamiltepec con sus sones, chilenas, pícaros versos y baile sensual. Tras los repartos de su guelaguetza, turistas extasiados se pusieron de pie y bajaron del Cerro del Fortín, en medio de gritos de vendedoras de artesanías y empanadas de mole amarillo.