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martes, 2 de junio de 2009

Elevado perfil de los diputados.

Reportaje:

El Universal de México.

Carlos Salinas disfrutaba la plenitud de su poder, en esa reunión de trabajo a la que convocó a un grupo de diputados del PRI en Los Pinos.

—Señor Presidente, le dijo el diputado César Augusto Santiago, cuando revisaban el avance de la negociación de la reforma electoral de 1993: —Tiene usted tanto qué hacer, por favor, deje que nosotros diseñemos las boletas electorales.

Salinas describía al vuelo cómo serían las papeletas de la votación futura, como si fuera un diseñador gráfico.

Era un Presidente, cuentan, que se metía de lleno a los asuntos de su gobierno, fuera política, economía, finanzas, relaciones internacionales, dignatarios, gobernadores, empresarios. Y los temas legislativos fueron para él una alta prioridad.

Ver a Carlos Salinas revisar “la letra chiquita” del Cofipe era una expresión más del estilo con el cual impulsó las grandes reformas a campos que no se habían tocado (campo, monopolios, iglesias, educación, pensiones, gobierno de la ciudad de México) en décadas. Y con el TLC el marco jurídico creció y se modificó también.

Era la “Salinastroika”, una manera de llamar la modernización en México, que corría a la par de otra, la de uno de los grandes líderes del siglo XX, Mijail Gorbachov, que al instaurar en la Unión Soviética los procesos de Perestroika (reestructuración) y Glasnost (transparencia), desató las amarras del cambio en el mundo socialista, y precipitó su caída en 1991.

La historia daba vuelta rápida a páginas como el apartheid en Sudáfrica, a cuya presidencial llegaba Nelson Mandela, líder de la mayoría negra, mientras que el Premio Nobel de la Paz era asignado a tres constructores de puentes entre los pueblos: Yasser Arafat, Isaac Rabin y Simón Pérez.

En México, el PRI que había perdido Baja California, amplía su mala racha con derrotas en Guanajuato y Chihuahua. Además caen gobernadores en eventos que los políticos califican como “concertacesiones”.

Magnicidios

La 55 Legislatura se cimbrará con el país entero por el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, la insurrección de Chiapas, los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu, en cuya fecha pide licencia vía fax y desaparece para siempre el diputado Manuel Muñoz Rocha.

Con estos acontecimientos de cierre de periodo, la Cámara de Diputados responde a la emergencia política y sus consecuencias financieras.

A la distancia, la Legislatura 55 muestra un alto perfil en calidad de sus integrantes, en grandes reformas y en la elaboración de leyes nuevas, que ampliaron el campo del derecho.

María de los Ángeles Moreno, quien dirigió a la bancada priísta destaca: “Había un partido que tenía la mayoría y podía negociar con más soltura, más facilidad y que podía sacar adelante temas sensibles, no sin diálogo y el acuerdo con otros”.

Asocia la tarea del Ejecutivo y la bancada de su partido, al subrayar “la dinámica de un Presidente, como el que gobernaba entonces y un grupo mayoritario, que le daba un camino más sencillo”.

Fueron los días de la alianza del PRI y del PAN, del surgimiento de personalidades como Diego Fernández de Cevallos, a quien los diputados empezaron a llamar El Jefe.

Fauzi Hamdan Amad (PAN) dice que a la mitad del sexenio, Salinas había consolidado su gobierno, “y nosotros estuvimos de acuerdo con las reformas modernizadoras, porque coincidían con nuestra plataforma que data de la fundación del PAN; ahora sí que (los priístas) se pusieron de pechito”.

La bancada del PAN apoyó, además, porque “enriquecimos considerablemente las iniciativas del Ejecutivo”. Hamdan resalta que en la negociación de las reformas de mayor importancia, los panistas lograron el compromiso de que comisiones ad hoc redactaran las leyes secundarias, como es la Ley de Cultos, correspondiente al 130 constitucional. “Diputados de todos los partidos metimos lápiz, de otra forma no hubiéramos aprobado esos asuntos”.

Juan José Rodríguez Prats, en esa legislatura diputado del PRI, recuerda con admiración a sus compañeros de todos los partidos, por “las reformas de gran calado” que elaboró y que “no hemos hecho de nuevo”.

Dice: “Los mejores grupos parlamentarios estuvieron en la 55, dudo mucho que vuelvan a integrarse bancadas con esa calidad”.

Menciona 15 nombres de panistas —Felipe Calderón, Diego Fernández de Cevallos, Fernando Gómez Mont—, y otros 15 del PRI —Ortiz Arana, Moreno Uriegas, Francisco Arroyo, Cesáreo Morales, filósofo de gran calidad—, y ofrece nombres de perredistas: Rosa Albina Garavito, Ricardo Valero, Alejandro Encinas, Jorge Calderón, Gilberto Rincón Gallardo.

De esos debates, Fauzi Hamdan describe: “Ni una mosca se oía en el pleno, en las discusiones que dieron a la Cámara mucha altura y enjundia”. Esa calidad de parlamentarios “no la vi ni en la 57 Legislatura, de 1997, donde la oposición le quitó la mayoría al PRI”.



Mediante las elecciones intermedias, el país había dado un segundo paso en el camino de la modernización legislativa, y sin embargo el Congreso no se había reformado a sí mismo.

De la forma en que operaba la Cámara de Diputados, María de los Ángeles Moreno señala: Había mucha negociación con diálogo, entre los grupos, primero en la Gran Comisión (compuesta por priístas), y luego en la Coordinación Política, que reunía a los dirigentes de los grupos parlamentarios, que vertía sus acuerdos a las comisiones, casi todas del PRI.

Un PAN protagonista

El PAN presidió por primera vez una comisión, la de Justicia, con Fernando Gómez Mont; fueron diversas las secretarías de comisión con legisladores de oposición.

“La dinámica de las comisiones era mucha de la que venía de las diversas legislaturas, las cuales habían sido del PRI. “Se tomaba muchísimo la opinión de los grupos parlamentarios”. La Mesa Directiva era plural, agrega.

Los priístas cuidaban mucho tener las suficientes conversaciones en los temas de debate duro, y saber de antemano que iban a salir aprobados.

Cohabitaban en la Cámara de Diputados las prácticas tradicionales como el control priísta —que incluía el recurso de la partida secreta—, y un estilo de concertación en Los Pinos, en comisiones y, al final, en el pleno.

Salinas de Gortari ha dicho que entre “los destinatarios” de la partida secreta se encontraban “servidores públicos, intelectuales, partidos, personajes nacionales e internacionales, dirigentes, legisladores, entre otros”.

Dádivas de la Presidencia

En 2003, Demetrio Sodi aseguró que cuando fue diputado del PRI, en 1988, “nos mandaban llamar y nos daban una ridiculez, de 10 mil o 15 mil pesos, y a algunos les daban más”.

Era la 55 Legislatura, la del último esplendor del PRI, la mayoría que no volvería a integrarse y que si era de casi 65% de diputados, en el Senado garantizaba la armonía Ejecutivo-Legislativo, con 95% de los escaños.

María del Carmen Nava Polina y Jorge Yáñez, politólogos del ITAM, dan cuenta de que esa fue la Legislatura con más aprobaciones a proyectos iniciados por el Ejecutivo (133) y los diputados (61).

El 99% de las iniciativas presidenciales se aprobaron, y de las que presentaron los diputados 34% culminaron su proceso con voto a favor del pleno.

Nava Polina resalta: “La 55 Legislatura fue la que mayor éxito mostró para las iniciativas de diputados”, al doble, incluso del promedio del periodo 1988-1998, que la politóloga estudió, y del cual concluye:

“Cuando hay menos pluralidad en el Congreso, el Ejecutivo presenta mayor porcentaje de iniciativas”.

Los diputados de oposición son más propositivos. Si en la primera parte del sexenio de Salinas la lluvia de propuestas fue del PAN, en el segundo trienio “el PRD fue el que presentó mayor número de proyectos (14%), con lo que desplazó a los panistas al segundo lugar (12%)”.

Las comisiones iniciaron leyes, con 11 proyectos, y en el seno de estos grupos los diputados introdujeron enmiendas a 60% de las iniciativas, de las cuales 54% merecieron cambios del pleno.

En un estudio de seis décadas de quehacer legislativo, Nava Polina identifica a la 55 Legislatura con “alta pluralidad”, en la cual los diputados de oposición tienen un promedio de iniciativas presentadas de 0.66, mientras que dicho factor baja a 0.15, en caso de legisladores del partido en el gobierno (PRI).

La politóloga cuantificó 77.7% para los legisladores de oposición, mientras que los del poder y del control, los priístas, cumplieron su papel con 29.3% de participación porcentual.

En palabras de Juan José Rodríguez Prats, fue una Legislatura memorable.

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