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lunes, 8 de junio de 2009

Diana Krall, la intérprete de jazz favorita de la crítica especializada.

Noticia:


A los cuatro años, la canadiense Diana Krall aprendió a tocar el piano. Pero nunca se imaginó que su talento nato al frente de dicho instrumento, así como el manejo de su voz, la llevarían a convertirse en “la mejor cantante de jazz de este incipiente siglo XXI”.

El hecho de que Diana Krall sea la favorita de los críticos más estrictos y los amantes del jazz más intensos no es casualidad.

La cantante de 45 años nació en cuna jazzística: se crió con su hermana Michelle en un ambiente musical debido a que su abuela era cantante de jazz, y sus padres, Adella y Jim, tocaban el piano.

Ella recuerda que cada domingo la familia se reunía para interpretar clásicos de Nat King Cole o Frank Sinatra.

“Nos turnábamos... ni siquiera puedo recordar cuándo no estábamos tocando algo.”

En 1981, la intérprete ganó una beca del Festival de Jazz de Vancouver para estudiar en la prestigiosa escuela de música Berklee, en Boston.

Allí residió durante un año y medio de riguroso aprendizaje, tras lo cual volvió a cruzar la frontera canadiense para regresar a su pueblo natal.

Una noche, el reconocido bajista Ray Brown la escuchó tocar en un pequeño local de Nanaimo.

Impresionado por su ejecución, se presentó en el camerino y le propuso ser su mentor y mánager.

Krall aceptó encantada, iniciando una relación profesional que se mantendría hasta el fallecimiento de Brown, en julio de 2002.

Siguiendo el consejo de Brown, Diana se mudó a Los Ángeles.

Allí, con una beca del gobierno canadiense, prosiguió sus estudios bajo la tutela del pianista Jimmy Rowles, director musical de la legendaria sala de conciertos Hollywood Bowl.

Rowles la animó a complementar su habilidad al piano desarrollando del todo sus posibilidades vocales, de las que todavía se sentía insegura.

Recientemente lanzó su álbum Quiet nights, al que ella misma ha descrito como “íntimo y erótico”.

En su reciente visita a España, la rubia dijo que Quiet nights, disco coproducido por ella en conjunto con Tommy LiPuma, Krall detalló: “Es el álbum que me gustaría escuchar. Contiene bastante bossa nova, porque siempre me ha atraído el matrimonio artístico entre el jazz estadounidense y la música brasileña. Joao Gilberto y las grabaciones tempranas de Stan Getz lo demuestran”.

Ciertamente, dicho material discográfico contiene tres versiones de Antonio Carlos Jobim:

“The boy from Ipanema”, “Quiet nights” y “Este seu olhar”.

“Se dice que es un álbum abiertamente erótico, pero no es algo hecho de forma premeditada. También se dice que es íntimo, pero la portada también muestra mi lado extrovertido, porque tengo dos hijos de dos años y medio que no paran de hacerme reír, y eso es algo que también forma parte de mi vida, y por tanto de este nuevo disco”, agregó la artista en aquella ocasión.

Diana Krall, quien nació el 16 de noviembre de 1964 en Nanaimo, está unida sentimentalmente con Elvis Costello, con quien trabajó como compositora y a quien conoció dos años antes de la grabación de “The girl in the other room” (2004).

Ambos se conocieron durante la entrega de los premios Grammy de 2002, y decidieron colaborar juntos. Basándose en las largas conversaciones que mantuvieron acerca de la muerte de Adella (la madre de la jazzista) y de cómo ésta la afectó, Costello escribió las letras para una serie de melodías que la artista compuso. La relación profesional se convirtió también en sentimental, y se casaron en diciembre de 2003.

En 2004, Diana se inició como una activa luchadora contra el cáncer, al ofrecer un concierto benéfico con su marido y Elton John, para recaudar fondos para un hospital de Vancouver que lucha contra la leucemia. Su madre murió en 2001, cuatro años después de someterse a un trasplante de médula ósea para tratar de superar un cáncer.

Ese golpe tan duro en su vida personal representó el hilo conductor de “The gilr in the other room”.

A pesar del talento inegable de Costello, la canadiense descarta que haya una influencia directa de la propuesta musical de su marido en la de ella.

“Sólo hay una canción expresamente dedicada a él. Trabajamos de un modo independiente.

“Por eso, cuando Elvis escuchó Quiet nights, éste era ya un disco totalmente terminado. Llevé el CD a casa, lo metí en el reproductor, le di al play y... bueno, el resto es mejor no contarlo”, confesó bromista la cantautora.

No obstante los inumerables logros de la cantante durante la década de los 90, en los que se acreditó cuatro premios Grammy, la artista compara esa fructuosa etapa con su vida actual:

“Mi diferencia con la Diana Krall de los años 90 es que mi vida ahora es mucho más rica y diversa.”

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