¿Por qué no se dio el cambio después del 2000?
Un importante porcentaje de la población en México voto por Vicente Fox en el 2000 por varias razones.
Una de mucho peso, sin que eso signifique que sea de mayor importancia a otros motivos, fue el hartazgo de los gobiernos priístas, percibidos como una etapa de manipulación, control, monopolio, corrupción e impunidad absoluta.
La otra es que el candidato del PAN, Vicente Fox, logró convencer a amplios sectores por sus desplantes y “puntadas” contra el PRI-Gobierno, calificado así por amplios sectores de la población.
Un voto más hacia el Partido Acción Nacional fue el que dieron los que históricamente han simpatizado con este Instituto Político. Es el llamado voto duro.
Debido a que el rechazo provino de una mayoría no muy politizada que digamos, ahí está incubado el germen del error. Es decir, la gran mayoría pensó inocentemente que cambiando la presidencia era suficiente para cambiar al país.
Sin entrar en detalle hacia los errores de Vicente Fox, los cuales ya son bien conocidos y comentados por la mayoría de ciudadanos, el problema radicó en que aún si hubiera mostrado una gran habilidad política, no podría haber realizado grandes cambios porque el principal partido de oposición, el PRI seguía conservando el control en el Congreso y gran parte de los gobiernos estatales.
El PRI tuvo que aguantar seis años y capitalizar los errores de Fox, con la esperanza de recuperar la presidencia de la República. Su estrategia fue muy clara: ridiculizar a Fox y al mismo tiempo oponerse sin conciencia a sus propuestas de reforma.
Incluso, fue la misma estrategia que utilizó contra Ernesto Zedillo Ponce de León, por considerarlo un traidor y acusarlo de haber entregado la silla presidencial a la oposición panista.
Por eso, el cambio no se dio. Fueron los priístas los principales protagonistas de ese estancamiento y por supuesto con la gran ayuda de la izquierda mexicana, que ha permanecido en estado catatónico de frustración porque les robaron la presidencia en 1988.
En el 2006, el PRD estuvo a punto de obtener el triunfo electoral, pero los errores de su candidato Andrés Manuel López Obrador fueron restándole puntos porcentuales. No pudieron demostrar que hubo un fraude electoral como argumentan aún hoy en día muchos.
No hubo tal fraude y resulta más fácil culpar a otros de los errores propios.
Los errores de AMLO: rechaza ir a un debate en televisión, insulta al presidente Fox llamándolo Chachalaca (como quiera que sea ganó la elección del 2000 y es el presidente), Carlos Ahumada “desliza” unos videos que muestran la corrupción de los más cercanos colaboradores del candidato perredista, rompe con la Iglesia, se deslinda de Carlos Slim y del sector empresarial (que bien o mal es el que da empleo), rechaza aliarse con Elba Esther Gordillo, líder del sindicato de maestros, cuyo poder real no puede hacerse a un lado, su pasado priísta lo persigue y su presente perredista de pandillero callejero lo condenan. Dice ser defensor del petróleo y muchos mexicanos no olvidamos que bloqueó Pemex en Tabasco y provocó que la empresa paraestatal perdiera millones de dólares. ¿Esa es la forma de defender el petróleo?
Entonces, dadas las circunstancias, la única opción de cambio sigue siendo el PAN, sobre todo por el buen desempeño del Presidente Felipe Calderón.
Los mexicanos, con el voto, tenemos la herramienta perfecta para lograrlo. En las elecciones del próximo 5 de julio sería muy importante que el PAN ganara la mayoría en el Congreso, como una forma de premiar el desempeño de Calderón y darle tres años para que se logren cristalizar las reformas que necesita el país.
Como ciudadanos SÍ tenemos el poder: si no hacen bien las cosas, les retiramos el voto para el 2012 y seleccionamos a otros candidatos, tanto a nivel presidencial como a nivel legislativo. No se trata de inclinarse solamente hacia un partido, sino ponerlo a prueba. ¿Acaso no ocurrió eso en Estados Unidos? El ciudadano estadounidense le retiró el apoyo al partido Republicano en los dos poderes: presidencial y legislativo.
Es cierto que Barack Obama apenas empieza y falta mucho por demostrar, pero el fondo del asunto no es ese; se trata de una sociedad conciente y decidida que tomó en sus manos el rumbo del país con la madurez y seguridad de exigirle a Obama los cambios que requiere Estados Unidos.
Si el ciudadano estadounidense fue valiente y pudo, ¿nosotros por qué no? El error que se cometió en el 2000 aún puede ser subsanado. Se le acusa a Fox de ser inocente y bobo, pero más lo fue el votante al creer que el presidente es Dios y el sólo puede cambiar las cosas.
Por: Lic. Alejandro E Flores King.
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