Noticia:
Unión Mantaro, el último pueblo en un abandonado camino de tierra del valle que produce más cocaína en Perú, no tiene jefatura de policía, iglesia ni clínica de salud. Sus 600 habitantes tampoco tienen agua corriente ni electricidad.
Hasta enero, las chozas improvisadas de madera y plástico albergaban a numerosos refugiados de una ofensiva del gobierno contra una pequeña pero letal banda de rebeldes financiados por la droga, restos revitalizados del movimiento guerrillero fanático Sendero Luminoso.
La mayoría de los refugiados regresaron a las aldeas en las montañas colindantes, al tiempo que los rebeldes frustraron la campaña del Ejército en su contra, matando a 33 soldados e hiriendo a 48 desde el arribo de las Fuerzas Armadas en agosto. Se desconoce la cifra de bajas entre los guerrilleros.
Los reveses sufridos por el Ejército peruano —el tráfico de drogas parece intacto— son más que un bochorno preocupante para el gobierno central en Lima. Los críticos dicen que el presidente Alan García necesitará actuar rápidamente o se arriesga a enfrentar una inestabilidad mayor.
El tráfico de cocaína en Perú —el segundo en el mundo, después de Colombia— está en auge y el gobierno dice que los rebeldes que lo han usado para rearmarse están corruptos ideológicamente, pero los campesinos que coexisten con ellos no parecen estar de acuerdo.
A lo largo del camino hacia Unión Mantaro, mujeres y niños secan hojas de coca en grandes lechos de lona frente a casitas de ladrillo semiconstruidas. Un partido político que apoya el cultivo de coca ha pintado la hoja en chozas de madera en aldeas tan pobres que los padres deben contribuir para pagar a los maestros de sus hijos.
Expertos dicen que Sendero Luminoso tiene ahora unos 400 hombres bien armados en dos grupos separados. El contingente más grande se desplaza sin problemas en las frondosas montañas que flanquean el valle. Tiene espías en todas partes, aliados forjados en el tráfico de drogas que de inmediato avisan cuando soldados salen de patrulla, dice el mayor del Ejército Chirinos Carlos Rivera. Sus 150 soldados están estacionados río abajo de Unión Mantaro.
Aparte de la parafernalia de la narcoeconomía —camionetas modernas y tiendas agroquímicas bien abastecidas— el valle es pobre. Más de la mitad de los habitantes viven con menos de dos dólares por día.
Unión Mantaro ha sido desde hace tiempo un centro del narcotráfico. Antes de que llegase el Ejército, guerrilleros armados con fusiles automáticos AK y Galil llegaban rutinariamente al poblado para comprar provisiones y atrajeron a migrantes ofreciéndoles tierras gratis para cultivar coca.
El gobierno dice que el nuevo Sendero Luminoso difiere muy poco de las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en la nación vecina. Se trata simplemente de pandillas militarizadas dedicadas a las drogas.
Comentario:
El gobierno creyó que ya había terminado con Sendero Luminoso y se durmió en sus laureles.
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