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La recurrente práctica de la industria farmacéutica, de dar obsequios y viajes al extranjero a médicos, afecta al sistema público de salud, a pacientes y compromete la ética profesional, advierten especialistas e investigadores.
Médicos entrevistados aceptan que cada mes reciben en promedio a unos 120 visitadores de las compañías, quienes les financian viajes a congresos y simposios a través del mundo, y les obsequian desde muestras de fármacos, plumas y kits para escritorio, hasta instrumental.
Pero la industria farmacéutica no sólo invierte fortunas en ganar el corazón de los médicos; también se dirige a los pacientes. Muchas de ellas, refiere Carmen Soler Claudín, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, financian organizaciones de personas con VIH, cáncer u otras enfermedades con viajes a congresos donde se presentan los nuevos desarrollos farmacéuticos. Después, cuando los enfermos acuden con su médico, exigen que se les recete “la última novedad”.
Explica que los laboratorios hacen grandes campañas para introducir sus nuevos medicamentos, aunque sean más caros.
Hay compañías, dice un pediatra a EL UNIVERSAL, que piden 100 recetas para patrocinar un viaje al extranjero. Sin embargo, por la crisis, ya no pueden ir acompañados. “Sólo en congresos nacionales puedo llevar a mi esposa”, señala.
Al respecto, los laboratorios Pfizer consideran que las farmacéuticas contribuyen con la formación profesional de médicos al invitarlos a congresos. Para el investigador Luis Soto Ramírez, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, el problema surge cuando una empresa “te invita a cinco congresos en un año; eso ya no es un estímulo educativo”.
Comentario:
Primero hay que tomar conciencia de una práctica y sus consecuencias, para después cambiarla y modificar el sistema.
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