Elección en Israel termina en tablas.

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La canciller Tzipi Livni, del centrista partido Kadima, y su rival Benjamin Netanyahu, del conservador Likud, proclamaron su victoria en las elecciones de Israel, a pesar de las encuestas a boca de urna y los resultados preliminares que mostraron una ligera ventaja para Livni.

Con 99.5% de los votos escrutados tras las elecciones del martes, Kadima aventajaba con un punto al Likud. De acuerdo con los últimos resultados emitidos esta madrugada por la Comisión Electoral, Kadima se quedaría con 28 escaños en la Knesset (Parlamento), los mismos que posee actualmente. El Likud se quedaría con 27 (actualmente tiene 12).

El partido ultraderechista Israel Beitenu, de Avigdor Lieberman, obtiene 13% y se convierte en la tercera fuerza con 15 escaños, en tanto que al Partido Laborista, que hasta ahora ocupaba ese lugar, el recuento le concede 10% (13 escaños, de los 18 que hoy tiene). Los laboristas tuvieron la peor votación de su historia.

“Seré el próximo primer ministro de Israel”, dijo Netanyahu, según el sitio del periódico israelí Haaretz. La misma fuente atribuyó a Livni haber dicho “el pueblo votó Kadima”. En la madrugada, Livni convocó a Netanyahu a formar un gobierno de unidad nacional liderado por ella.

Aunque Kadima aparece en primer lugar, no tiene nada asegurado. En términos de bloques, la derecha —cuyo punto clave y más centrista es el Likud— se fortaleció y lleva clara ventaja sobre el de centroizquierda, en el que Kadima es el punto principal. Según los resultados de boca de urna, la derecha tiene 64 escaños, frente a 56 del centroizquierda.

Sin embargo, aunque está claro que los partidos árabes jamás apoyarían a Netanyahu, tampoco asegurarían su apoyo a Livni, dado que de fondo está el reciente operativo en Gaza, por el cual gran parte de la ciudadanía árabe decidió boicotear las elecciones. Eso podría significar que los 10 escaños de los partidos árabes “desaparecen” en términos de apoyo a Livni y que su misión sería más difícil todavía.

El primer problema lo tendrá el presidente del Estado, Shimon Peres, que deberá decidir a quién encomendar la formación del gobierno. Según el sistema político israelí, la misión debe ser encargada al diputado (supuestamente el jefe del partido) con mayores probabilidades de lograrlo, previa consulta del presidente con representantes de todas las facciones, cada una de las cuales debe recomendar a su preferido.

En el Likud decían ya anoche que los resultados en términos de bloques significan que la ciudadanía prefiere un gobierno encabezado por Netanyahu, ya que los votantes de los partidos de derecha no querrían ver a Livni al frente. Pero en Kadima respondían que el partido que recibió mayor cantidad de votos —según boca de urna— fue el de ellos, lo cual significa que toda esa gente quería a Livni como primera ministra.

En esta situación, Lieberman tiene claro que de él dependerá gran parte de lo que suceda, según a quién recomiende su partido como nuevo primer ministro, aunque eso es precisamente lo que puede dejarlo fuera.

Si bien por un lado tanto Likud como Kadima lo consideraban seriamente como posible socio en su eventual coalición, existe una alternativa: un gobierno de unidad nacional entre ambos, en el que Israel Beitenu pueda participar, pero no como fuerza clave.

Voces en ambos partidos llamaban ayer a esa fórmula, destacando que “es importante tener un gobierno amplio y estable”, aunque claro está que cada uno considerando que su jefe debe ser el primer ministro. Existe también, por cierto, la opción de rotación, que ya se dio en el pasado, años atrás, entre el hoy presidente y entonces jefe laborista Shimon Peres y el otrora jefe del Likud, Itzjak Shamir. (Con información de agencias)

Comentario:

Aún en espera de los resultados finales.