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lunes, 10 de noviembre de 2008

La transformación del voto en EU.

Noticia:


Temprano el día de las elecciones, en el suburbio de Filadelfia de Levittown, Joe Sinitski, de 48 años, se paró en una larga fila en el gimnasio de una escuela vestido con jeans, una sudadera y una gorra de la Asociación Nacional del Rifle. Dijo que votaría por Barack Obama, opción que hace apenas unos meses no habría ni siquiera imaginado.

“Tengo que reconocer que su raza hizo más difícil mi decisión”, señaló. “Así fui educado. Y no me gusta su nombre, también lo reconozco”. Pero Sinitski, un técnico en refrigeración, agregó que “parte de mí considera que sería realmente sensacional (que ganara)”.

Los encuestadores detectan cambios y tendencias de grandes bloques de votantes. Lo que no hacen tan bien es captar los sentimientos —complicados, siempre en evolución y contradictorios— dentro de cada ciudadano individual.

Levittown siempre estuvo en favor de Hillary Clinton, a quien entregó tres de cada cuatro votos en las primarias de mayo. Según el censo más reciente, sólo 2% de los 54 mil residentes de Levittown son afroestadounidenses, y los hispanos conforman más o menos el mismo porcentaje. La población está llena de adultos blancos sin educación universitaria, los llamados “demócratas de Reagan” que han sido los más proclives a cambiar de preferencia partidista en las últimas elecciones.

En la primavera publiqué un reportaje en el Times que señalaba que Obama no se estaba conectando con esta población, que sus palabras sonaban altaneras y abstractas.

Viajé a Levittown, mi ciudad natal, el día de las elecciones. El contraste con la situación en la primavera —y con mi visión de la ciudad por lo que conocí en mi niñez— fue impresionante.

Por quién van a votar, pregunté a la gente.

“Obama”, contestó un trabajador de una fundidora.

“Obama”, dijo un plomero.

Y así lo hicieron también madres con hijos en el Ejército, veteranos de Vietnam, opositores al aborto, estudiantes universitarios, jubilados, empleados de oficina, carpinteros y maquinistas.

¿Qué cambió para Obama? El desastre financiero obviamente marcó una gran diferencia. Cinco meses más de exposición al senador, y sus millones de dólares en anuncios, generaron una sensación de comodidad. Y el caso de Irak, en un grado mucho más grande que el indicado por las encuestas, fue importante. Casi todos los que votaron por Obama con quienes hablé lo mencionaron, y muchos lo vincularon con la economía.

Muchas personas de Levi-ttown necesitaron los cinco meses transcurridos desde las primarias para acostumbrarse a la idea. Tras la derrota de Clinton, seguida por una crisis financiera se conformaron. Si la raza de Obama había sido un factor, con el tiempo tuvieron que sopesarlo ante otras preocupaciones.

Tina Davis, concejal de Bristol Township, zona que tiene la más alta concentración de votantes de Levittown, indicó que muchos ciudadanos insistieron hasta el final en que no votarían por Obama. Agregó que “yo les dije que lo rechazaban simplemente porque era negro”. Davis piensa que mucha gente terminó decidiendo su voto con base en otro temor: su propia sobrevivencia económica. Cree que el interés personal triunfó sobre el racismo.

Comentario:

Cierto, el interés personal venció al racismo. Esperemos que Obama maneje bien el problema económico, para que el aspecto racial quede sepultado y podamos decir: descanse en paz.

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