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Cuando el periódico The New York Times dio a conocer al grupo de 300 asesores que se encargan de confeccionar la política exterior de Barack Obama, los nombres de quienes deben formular esa política hacia Latinoamérica brillaron por su ausencia. Una extraña omisión para quienes desde la campaña Obama han defendido la necesidad de impulsar una nueva era de Alianza de las Américas en caso de que su candidato gane las elecciones.
Tras el diseño de la política hacia el hemisferio, un grupo de aproximadamente 60 personas ha trabajado tras bambalinas para revisar y reformular la política exterior de Estados Unidos hacia Latinoamérica.
Un equipo que encabeza Dan Restrepo, desde el Center for American Progress en Washington —y en el que colabora Frank Sánchez, un empresario de Tampa, Florida—, en el terreno de la recopilación y formulación de propuestas que, al final, van a parar a los escritorios de Anthony Lake y Susan Rice, los principales responsables en la formulación de la política exterior.
Bajo el capítulo Refundación de una Alianza de las Américas, la reformulación de estas ideas forma hoy parte de la plataforma demócrata que, en términos generales, apuesta por dejar de lado “la arrogancia de Washington” y “el antiamericanismo que recorre esa región”, para estrechar lazos con aliados clave como México, Brasil y Colombia como parte de una ambiciosa agenda “para combatir a los cárteles de la droga, la inmigración indocumentada, la pobreza y la iniquidad” en toda la región.
El documento, que será debatido durante la Convención Demócrata de Denver, Colorado (del 25 al 28 de agosto), no ha estado exento de debates y continuas disputas en algunos apartados de libertades.
Específicamente en el caso de Cuba donde, al final, parece haberse impuesto el manejo de la real politik, es decir aquella política que se sustenta en consideraciones prácticas antes que en debates ideológicos.
Según el borrador de la plataforma demócrata, Estados Unidos tiene que propiciar una nueva etapa en las relaciones con La Habana, “construyendo puentes y lazos hacia el pueblo cubano y ayudándoles en el avance de sus libertades” a través del aligeramiento del embargo que se ha mantenido para permitir el fin de las restricciones a las remesas y a los viajes de ciudadanos estadounidenses a la isla.
El mensaje de apertura de los demócratas no ha estado exento de exigencias para que Cuba tome, a su vez, “significativos pasos hacia la democracia” y por “la normalización de las relaciones” liberando a sus presos políticos. En medio del debate, que ha tenido en cuenta no sólo la situación política en Cuba sino la recomposición de fuerzas en el exilio cubano de Miami, la plataforma apuesta así en favor de una nueva era en las relaciones con La Habana mientras sugiere al mismo tiempo la necesidad de mantener a raya al gobierno de Venezuela.
“Nuestros vecinos del sur deberían rechazar los altisonantes pronunciamientos de autócratas busca pleitos”, se dice en alusión al presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
“Creo que al final se ha impuesto la realidad en el análisis de Cuba y sobre todo del exilio cubano de Miami donde ya no existe el bloque monolítico que se oponía a levantar el embargo a la Isla”, comentó Juan Carlos Hidalgo, analista del Instituto CATO.
“Aunque quizá hubiera sido mejor proponer el fin de un embargo que no ha servido de nada”, añadió Hidalgo en alusión a sólo una de las muchas inconsistencias que algunos diplomáticos y analistas han detectado en la formulación de la plataforma demócrata y la política hacia América Latina.
Comentarios:
Quien llegue a la presidencia de Estados Unidos, el nuevo dirigente del país deberá preocuparse más que nunca y en serio, sobre cómo mejorar sus relaciones con las naciones latinoamericanos, pero no sólo para "darse la mano y tomarse la foto", sino para desarrollar económicamente a la región, si no es que quiere perder su hegemonía mundial.
El panorama para Estados Unidos ya de por sí es "sombrío" frente a la presencia mundial de China y otros países asiáticos. Su dominio económico y comercial ya se ve claramente superado y enfrenta la urgente necesidad de aliarse con Latinoamérica, pero no logrará nada si no progresa la región de manera conjunta. Incluso, debería de ser más "complaciente" con Venezuela o Bolivia, o por lo menos manejar una estratégia política diferente. Está más que comprobado que la confrontación durante décadas con Cuba no condujo a ningún lado. Incluso, son muchas las empresas estadounidenses que siguieron haciendo tratos comerciales con la isla, aún a costa de sufrir multas por parte de las autoridades.
No podrán mantener su liderazgo y progresar, si no se desarrolla la zona latinoamericana en su conjunto y de manera integral.
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