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sábado, 7 de noviembre de 2009

Caracas-Bogotá, historia de un conflicto.

Noticia:


Si de algo pueden estar seguros colombianos y venezolanos es que a lo largo de la última década y en lo que respecta a sus relaciones comerciales, sociales y políticas siempre hay espacio para estar un poco peor.

Así lo fueron experimentando desde que en Caracas Hugo Chávez fue consolidando su poder y desde la llegada de Álvaro Uribe a la Presidencia colombiana, aun cuando los primeros escarceos se remontan al gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002). La tensa actualidad, con acusaciones y denuncias cruzadas, muertos en las regiones fronterizas, “miniguerras frías” que caldean los ánimos y detenciones masivas fruto de numerosas sospechas, ratifican esa tesis y dibujan un sombrío panorama.

Estos días de demostraciones de fuerzas, de nuevos anuncios de movimiento de tropas y del cerrojo a los canales diplomáticos convencionales, parecen ser el momento para que los países de la región activen, una vez más, mecanismos que permitan descomprimir la situación y salir de este “clima de preguerra”, según la afirmación del ex presidente colombiano Ernesto Samper (1994-1998), para quien la actual es una de las crisis más graves que se han registrado entre Caracas y Bogotá.

La historia de la relación bilateral está marcada por varios momentos de crisis y parece justificar a Chávez cuando acusa a Colombia y su conflicto con la guerrilla y el narco de hacer más vulnerable esa frontera de 2 mil 200 kilómetros.

Un poco de historia

Durante “La guerra de los mil días” entre 1899 y 1902 —el sangriento conflicto civil entre conservadores y liberales colombianos—, el entonces presidente venezolano Cipriano Castro apoyó a los liberales de Rafael Uribe Uribe, lo que llevó al gobierno conservador de Colombia a invadir territorio venezolano.

Entre aquel episodio y la crisis actual hubo varios momentos conflictivos: diferendos limítrofes como el de 1941, que terminó cuando Venezuela cedió 108 mil kilómetros cuadrados, o bien el de 1952, cuando Colombia reclamó la Isla de los Monjes, defendida con movilización de tropas. Pero recién a partir de 2004 es cuando las relaciones bilaterales ingresaron a un terreno peligroso.

En diciembre de ese año, un equipo del Departamento Administrativo de Seguridad de Colombia (DAS) detuvo en Caracas a alias Rodrigo Granda, conocido como “el canciller de las FARC”. Las acusaciones de la administración Uribe contra Chávez y su presunto apoyo a la guerrilla se escucharon desde entonces con más fuerza. De esa época también datan los insultos en boca de Chávez, al igual que los impulsivos “congelamientos de relaciones” que suelen aparecer en vísperas de cada crisis.

Pasó lo mismo en diciembre de 2007, cuando Uribe puso fin a la mediación de Chávez para la liberación de los rehenes de las FARC y luego, en marzo de 2008, cuando el Ejército colombiano atacó el campamento de Raúl Reyes el número 2 de las FARC, en Ecuador. En este caso, Chávez actuó en solidaridad con su par ecuatoriano, Rafael Correa.

Dos meses después, en el marco de la cumbre del Grupo Río, en San José, esas relaciones recuperaron cierta normalidad, pero no por mucho tiempo.

Tensión y pérdidas

“Cada vez que el de Miraflores se enoja a nosotros se nos van varios miles de millones de pesos, porque no vendemos a Caracas”, explicaba Alonso González, un exportador de textiles colombianos en agosto pasado. Sus declaraciones se produjeron una semana después de que Chávez decidió “revisar las relaciones con Colombia”, tras conocerse el acuerdo militar con Estados Unidos.

Desde entonces, la tensión no ha dejado de crecer y tampoco las pérdidas.

En 2008, las exportaciones colombianas hacia Venezuela representaron 6 billones 92 mil millones de dólares, contra un billón 140 mil mdd de importaciones. Según las cifras que maneja el Banco de la República, este año se ubicarán cerca de 30% menos.

“Nunca antes se había vivido un clima como el actual. No se ven soluciones a la vista, salvo que los países de la región como otras veces activen sus mecanismos para que la cosa no pase a mayores”, sostuvo el analista Carlos Romero.

Esos mecanismos, por ahora, no se activan, aunque Brasil llegó a plantear la idea de “crear un mecanismo de no agresión”. La respuesta de Chávez no se hizo esperar: envío de tropas a la frontera con Colombia y también con Brasil.

Todo eso, en conjunto, ayuda a corroborar lo que millones de colombianos y venezolanos, que se necesitan mutuamente, experimentan día a día: que en ese espacio común, ya sea territorial, comercial y hasta cultural, siempre se puede estar un poco peor.

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