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Campesinos forestales, policías estatales y municipales temen que bandas de talamontes han encontrado en el narcomenudeo, el robo y el secuestro la mejor forma de capitalizarse e, incluso, aseguran que las zonas desforestadas son útiles para sembrar estupefacientes, lo que lo convierte en un negocio redondo.
Estadísticas oficiales señalan que la tala ilegal ocupa el cuarto lugar de delitos cometidos por el crimen organizado, después del narcotráfico, el tráfico de armas y el secuestro.
Según datos de los guardabosques del país y un recorrido que EL UNIVERSAL realizó con las cuadrillas de Probosque en el estado de México, los talamontes emplean a mujeres y niños para defenderse en los operativos.
La deforestación ocurre entre balazos, amenazas de muerte y homicidios. En 18 años, en la región mexiquense Gran Bosque de Agua, 30 guardabosques han sido asesinados, documentó Greenpeace.
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domingo, 19 de julio de 2009
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