EU da un giro de timón en Afganistán.

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“Probablemente”. Con esta expresión, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, reconoció ayer que la renuncia del general David McKiernan como responsable militar en Afganistán supondrá el fin de su carrera militar.

Pero, además, el cambio de la estrategia pretende frenar el avance de una insurgencia talibán que ha desbordado las fronteras de Afganistán y hoy acecha a un aliado atribulado como Paquistán.

La humillante defenestración de McKiernan, un general de cuatro estrellas que comandó a las fuerzas terrestres durante la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003, ha reflejado la impaciencia del presidente Barack Obama ante la falta de resultados en Afganistán y ante los errores de bulto, como el que apenas la semana pasada les costó la vida a más de 100 civiles durante un bombardeo en la aldea de Gerani, ubicada en el oeste de Afganistán.

“Necesitamos una nueva política, una nueva estrategia y una nueva visión”, aseguró Gates en la conferencia de prensa en la que anunció la designación del teniente general Stanley McChrystal, como nuevo responsable de las fuerzas militares estadounidenses en territorio afgano, con el también teniente general David M. Rodríguez como su segundo al mando.

“Creemos que la experiencia de estos dos militares en contrainsurgencia y en Afganistán los convierte en nuestra mejor elección”, aseguró el jefe del Pentágono al justificar un relevo que pasará así por mantener la polémica estrategia de bombardeos aéreos, pero con acciones más al ras de la tierra, a través de operaciones de contrainsuirgencia.

Gates pidió la renuncia deMcKiernan a sólo 11 meses de que éste tomara el mando en Afganistán. McChrystal, actualmente director del Estado Mayor Conjunto, debe ser nominado por Obama y confirmado por el Senado estadounidense antes de que pueda asumir el cargo.

Precisamente, la necesidad de sacar del oscuro rincón de las “operaciones negras” o encubiertas a un militar como Stanley McChrystal, que estuvo al frente de las unidades que capturaron a Saddam Hussein o que asesinaron al líder de Al-Qaeda en Irak, Abu Musab al-Zarqawi, habla así de la apuesta de Estados Unidos en favor de operaciones quirúrgicas y de contrainteligencia.

En este sentido, el historial y la experiencia de McChrystal, que ha formado parte de la legendaria Unidad Delta —especializada en contrainsurgencia, contraterrorismo y operaciones encubiertas—, y de David M. Rodríguez, confirma que a partir de hoy la insurgencia talibán será combatida desde el aire pero, sobre todo, desde tierra.

Apenas el pasado mes de marzo, el presidente Obama anunció su nueva estrategia para Afganistán con el envío de 4 mil soldados adicionales que tendrán como misión principal el adiestramiento de las fuerzas afganas y que se sumarán a los 17 mil adicionales que ya había anunciado en febrero.

Esta decisión eleva la presencia total de militares de Estados Unidos en Afganistán a cerca de 57 mil.

Al mismo tiempo, la administración de Obama confirmó su intención de aumentar su presencia civil, a fin de permitir el flujo de suministros de servicios básicos que impulsen su economía y forjar la estabilidad no sólo de Afganistán, sino de Paquistán que se ha convertido en refugio de un movimiento de insurgencia extremista que amenaza al gobierno en Islamabad.

A la vez, el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, criticó de nueva cuenta el bombardeo de blancos civiles en su país por parte de las fuerzas de la coalición, calificando la situación como algo “que no debería suceder”. Acotó que la que comentó que la guerra contra el terrorismo no se puede ganar atacando poblaciones. (Con información de agencias)


Comentario:

¿Este cambio de mando no se hizo de manera precipitada?