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Epidemias, enfermedades que habían sido erradicadas décadas, años atrás, regresan envueltas en nuevas cepas, difíciles de descifrar en los laboratorios. Una constante que, ahora se da en México con la influenza (o gripe) porcina), y que desde hace varios años viene penetrando las estructuras de salud de varios países sudamericanos, mediante brotes de cólera, fiebre amarilla y dengue. Una trilogía de enfermedades más conocidas y directamente vinculadas con la pobreza.
Ni el último lustro de bonanza económica, de crecimiento del PIB, en el tan mentado “ciclo virtuoso” de la economía sudamericana —frenado en seco ahora por la crisis global—, llevó a que se concreten las mejoras sanitarias. Los gobiernos de los respectivos países como Brasil, Paraguay, Argentina o Bolivia —donde en los últimos 18 meses se registraron brotes de enfermedades erradicadas hace por lo menos 30 años—, que hacen gala de una “distribución de la renta” como mayor novedad a mostrar en diferencia con el neoliberalismo que primó en la región en los años 90.
Ya en la primera mitad de los años 90, el cólera había azotado a Perú y había comenzado a bajar con fuerza por Bolivia y Argentina. Más de 50 mil casos se registraron en la región desde entonces y centenares de muertos se contabilizaron sólo revisando los archivos de aquellos años. Estiriquia Coli es su nombre científico, y si bien en los últimos tres años aparece controlado, ningún especialista arriesga que no pueda resurgir en este contexto sanitario “endeble”, según el doctor Rubén Masini, director del hospital Muñiz, quien en las últimas semanas peleó para que se conozca el estado real de la epidemia de dengue que azota a media Argentina.
Antes del dengue, a comienzos de 2008, Argentina, Paraguay y Brasil tuvieron que lidiar con un brote de fiebre amarilla, una enfermedad que había hecho estragos a finales del siglo XIX, y que en la mayoría de los países de la región se le creía erradicada desde los años 60. Por lo menos 600 casos se habían registrado en los tres países y 62 decesos (uno de ellos en Argentina), según datos oficiales.
Y esa es otra cuestión. “Los datos oficiales que nunca reflejan lo que está pasando empíricamente”, expresa Ariel Umpierez, de la Organización Médicos Sin Banderas, quien como consecuencia del brote de dengue que afecta a Argentina, asegura que “hay 100 mil casos en el país cuando el gobierno dice que hay 23 mil”.
El más reciente brote de dengue no sólo ha sido la consecuencia de la ausencia de presupuesto en las áreas de salud, una constante que viene de las políticas de ajuste que solían aplicar los gobiernos, sino también de “la falta de previsión y de la desidia”, según la opinión de Sonia Tarragona, directora de la Fundación Mundo Sano.
Y es que desde comienzos de año el dengue hizo estragos en Bolivia, donde las condiciones de pobreza suelen ser alarmantes. El gobierno de Evo Morales no demoró en decretar la emergencia sanitaria, cuando las consecuencias del “vector Aedes Aegypti, el mosquito transmisor de la enfermedad estaba en todo el país y se había cobrado por lo menos 200 vidas.
Desde entonces algunas voces alertaban a las autoridades argentinas “sobre la necesidad de hacer un cordón sanitario en la frontera”, recuerda Umpierez.
Hoy la ministra de Salud, Graciela Ocaña, se defiende diciendo que “hicimos lo correcto cuando se detectó el virus”, pero las críticas llueven sobre ella y sobre la del gobierno que se niega a seguir los caminos de Evo y decretar “la emergencia sanitaria” en tiempos electorales.
“El gobierno no quiere reconocer que el dengue es fruto de la pobreza. Tenemos millones de personas sumidas en viviendas precarias, donde no hay tratamiento de basura, con tiraderos a cielo abierto, sin acceso al agua potable y cloacas. Además los servicios públicos esenciales de salud no llegan a zonas urbanas de exclusión, como las villas y los asentamientos”, explica Gabriel Basile, de Médicos Sin Fronteras, organización que espera se decrete la emergencia para poder actuar aquí.
Pero lo que el rebrote de las enfermedades de la pobreza ha dejado al desnudo es que el andamiaje político carece de filtro a la hora de enfrentar estas graves coyunturas sanitarias.
Comentario:
El gobierno tiene enfrente un gran reto: acabar con la pobreza y así con estás enfermedades.
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Hace 4 años
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