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Los tres predecesores del actual presidente de Ecuador, Rafael Correa, fueron derrocados por protestas callejeras. Los ocho últimos presidentes no llegaron a cumplir su mandato entero. Los ecuatorianos deben decidir este domingo, en unas macro-elecciones que son consecuencia de la nueva Constitución, si renuevan el mandato de Correa, elegido por primera vez hace sólo dos años, y si le conceden cuatro más en el poder. Ésa no será, sin embargo, la única pregunta a que deben responder: hay que elegir también a los miembros de la Asamblea Nacional (donde ya no está tan claro que Correa consiga una victoria tan clara), prefectos, asambleístas provinciales, alcaldes y concejales, es decir, casi dos mil puestos institucionales, que hacen que estas elecciones sean complejas y que los votantes tengan que pelear con papeletas tamaño sabana, incómodas, pero menos confusas de lo que podría parecer.
Éstas son unas elecciones especialmente curiosas en las que importa casi tanto saber quién es el presidente (Correa parte con una clara ventaja y pocos dudan de que sea elegido en la primera vuelta) como conocer quién queda segundo y con cuántos escaños en la Asamblea", explica Hugo Barber, experto en sondeos.
El presidente ecuatoriano, un economista formado en Lovaina (Bélgica) y en EE UU, de 46 años, disfruta de una enorme popularidad, carisma, aseguran sus seguidores, que le ha permitido impulsar una asamblea constituyente y un nuevo texto fundamental, refrendado el 28 de septiembre pasado con un 75% de apoyos. Fue un éxito personal de Correa, a quien sus críticos reprochan haber creado una Constitución excesivamente presidencialista, en la que los otros poderes han visto recortadas sus competencias.
Acostumbrado a victorias tan formidables, muchos aseguran que, en esta ocasión, un resultado por debajo del 55%-60% sería interpretado como una cierta "derrota" del presidente. De hecho, ésta es la primera ocasión en la que Correa somete a las urnas su llamado Socialismo del siglo XXI, el programa que dice compartir con el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales y que, asegura, significa dar prioridad al desarrollo social por encima de cualquier otro parámetro.
La mayoría de los analistas ecuatorianos admite que ha habido avances sociales en estos dos años, pero resaltan que se han producido en una época de crecimiento muy alto, provocado por el precio del petróleo y las formidables remesas de los emigrantes ecuatorianos, valoradas en 3.800 millones de dólares (2.800 millones de euros), de los cuales el 52% procede de EEUU y el 37% de España, según datos oficiales.
Algunos analistas temen que la crisis golpee con tanta fuerza que no permita mantener la dolarización de la economía (el país no tiene moneda local y funciona con el dólar norteamericano lo que, entre otras cosas, ayuda a mantener la inflación bajo control). La posición de Correa a la hora de conseguir créditos internacionales es débil porque amenazó con dejar de pagar la deuda externa "ilegítima". La firme oposición de Brasil, uno de cuyos bancos podía resultar muy afectado, hizo que matizara su postura y que, finalmente, ofreciera pagar el 30% de esos bonos.
Débil oposición
La gran ventaja de Correa es que se enfrenta a una oposición muy dividida. Forzar esa segunda ronda sería el mayor éxito de la oposición, al igual que arrebatarle la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, de manera que se pueda dificultar la puesta en marcha de la nueva Constitución.
El candidato mejor situado es el ex presidente Lucio Gutiérrez, de 52 años, un ex militar implicado en un golpe de Estado, pero que ganó unas presidenciales y gobernó entre enero de 2003 y abril de 2005, cuando una revuelta popular le echó de palacio. De vuelta a la política activa, tras el exilio y un juicio del que salió absuelto, Gutiérrez ha consolidado su Sociedad Patriótica como segunda opción política del país entre otras cosas, porque en un escenario en el que los partidos clásicos están casi pulverizados, su grupo es uno de los pocos que mantiene una cierta estructura en todo el Estado.
Gutiérrez es, además, un hombre muy dado a las sorpresas: cuando ganó las elecciones las encuestas no le situaban ni entre los tres primeros candidatos. Desde luego, tiene más posibilidades que la tercera opción, el magnate bananero Álvaro Noboa, 59 años, la mayor fortuna de Ecuador, que se presenta por cuarta vez consecutiva y que ha prometido, nada menos, multiplicar por cinco el salario de los trabajadores (el salario mínimo en Ecuadores de 218 dólares mensuales), lo que no parece que haya disminuido la desconfianza que le profesan las clases populares.
El hecho de que se celebren al mismo tiempo las elecciones municipales hace que buena parte de la atención se centre en la lucha por la alcaldía de Guayaquil, segunda ciudad del país, en manos de Jaime Nebot, y que es el único feudo que se ha pronunciado contra Correa, tanto en las constituyentes como en el referéndum de septiembre. Nebot, de 63 años, forma parte de la "oposición en la sombra" y, pese a su edad, algunos creen que podría ser el mejor contendiente de Correa en 2013, siempre que Gutiérrez no consiga asentarse hoy como jefe de la oposición y siempre que Correa signifique la estabilidad y el fin de la triste tradición que persigue a los presidentes ecuatorianos.
Comentario:
La llegada de Rafael Correa al poder, definitivamente ha sido un avance en el desarrollo político y en la estabilidad de Ecuador, pero la reelección continuada ¿no podría hacerlo retroceder?
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