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sábado, 14 de marzo de 2009

Se nos va el Bosque de Agua.

Noticia:


Cada día se pierden más de seis hectáreas del corredor biológico Ajusco-Chichinautzin a consecuencia de la caza furtiva, la tala ilegal, los incendios forestales y el crecimiento de la mancha urbana.

Este lugar, conocido como el Bosque de Agua, se ubica entre Morelos, el estado de México y el Distrito Federal.

Según datos del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, cada año desaparecen 2 mil 400 hectáreas de esta zona, donde cohabitan más de tres mil especies de plantas, 195 de aves y 350 de mamíferos, reptiles y anfibios, lo que significa que dos de cada 100 especies conocidas en el mundo viven aquí. El 80% de los anfibios son endémicos, como los ajolotes de Zempoala y de arroyo, y se encuentran en peligro de extinción por la contaminación y entubamiento de los ríos.

Además, la deforestación de la zona pone en peligro de desaparecer al zacatuche (teporingo endémico del lugar) y redujo la presencia de tejones a Milpa Alta, los volcanes Chichinautzin y Tláloc y la autopista México-Cuernavaca, cuando años atrás se encontraba en todo el lugar. Los efectos de esta situación se traducen en la escasa recarga de los mantos acuíferos, que forman los pozos de donde se obtienen tres cuartas partes del agua que se consume en la Zona Metropolitana del Valle de México y alimentan a dos de los ríos más importantes del país: el Lerma y el Balsas.

El resto del líquido proviene de los sistemas Lerma y Cutzamala.

Además, la deforestación del Bosque de Agua provoca la pérdida de la regulación del clima de la región metropolitana, de acuerdo con un estudio realizado por Greenpeace. A esto se suma que la pérdida de árboles reduce la capacidad de captura de carbono y purificación de oxígeno.

Gustavo Amapugnani, coordinador de Campañas de Greenpeace México señaló que las causas de este problema son: el crecimiento de la mancha urbana, la tala ilegal y la falta de políticas que protejan “realmente” el suelo de conservación.

Héctor Magallón, coordinador de la campaña de Bosques de esta organización, advirtió, en tanto, que la baja recarga de mantos acuíferos “complica la disponibilidad del agua en la ciudad de México”.

El desabasto del líquido que enfrentará la zona metropolitana en los próximos meses por la disminución de los niveles de las presas del Sistema Cutzamala es sólo una parte del problema. “Mientras no exista voluntad política para frenar el deterioro de los bosques, la escasez del líquido continuará cada vez más grave”, alertó.

Estudios de la UNAM estiman que tan sólo en el Distrito Federal, cada año desaparecen 500 hectáreas de las 87 mil 294 que componen el suelo de conservación de la ciudad, el cual abarca bosques, pastizales y zona de humedales. A este paso, en una década se habrá perdido una cuarta parte de los bosques capitalinos, que ocupan 36 mil hectáreas del territorio, y en 50 años habrán desaparecido casi en su totalidad.

José Luis Luege Tamargo, titular de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) explicó durante su participación en el sexto Encuentro Nacional de Cultura del Agua que de los siete acuíferos ubicados en la cuenca del valle de México, de cuatro se extrae más líquido del que se recarga cada año.

El pozo de la ZMVM es el más grande y el volumen que se extrae de él anualmente es de más de un millón 200 mil metros cúbicos y su recarga equivale sólo a 300 mil metros cúbicos. Un informe de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) señala que este acuífero está sobreexplotado 35%, mientras que en situación similar se encuentran los ubicados en Texcoco, Cuautitlán-Pachuca, Chalco-Amecameca, Soltepec, Tecocomulco y Apan; los tres últimos con menor explotación y mayor recarga.

Héctor Magallón explicó que la consecuencia es el hundimiento de la ciudad de México en casi 10 centímetros por año, lo que aumenta la vulnerabilidad de la metrópoli a las inundaciones y los temblores.

Para Greenpeace, la solución es implementar políticas públicas que promuevan la inversión para el cuidado de los bosques e incentivos para que las comunidades que habitan en ellos protejan sus tierras, así como la participación ciudadana con el cambio de hábitos de consumo.


Comentario:

Una situación de grave deterioro y parece que el ser humano está incapacitado para detenerlo.

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