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domingo, 26 de octubre de 2014

Brasil vota en ajustada segunda ronda presidencial que enfrenta a clases sociales.

RIO DE JANEIRO - Los brasileños comenzaron a votar el domingo en un reñido balotaje que enfrenta a la presidenta izquierdista, que tiene un fuerte apoyo entre los pobres, contra un senador de centro que promete reavivar una economía estancada a través de políticas amistosas con el sector privado.
Las encuestas le dan una leve ventaja a la incumbente Dilma Rousseff, de 66 años, que busca un segundo mandato de cuatro años. Su Partido de los Trabajadores (PT) ha estado en el poder por 12 años, durante los cuales ha aprovechado un auge económico para expandir los programas sociales y sacar a más de 40 millones de brasileños de la pobreza.
Pero muchos votantes creen que Aécio Neves, un ex gobernador de 54 años con un fuerte apoyo entre la clase media alta y entre los brasileños de más recursos, ofrece un cambio para la mayor economía de Latinoamérica. Una década de crecimiento llegó a su punto máximo del 7,5 por ciento en el 2010 y se ha desacelerado desde que Rousseff asumió el cargo.
"Estamos cansados ​​después de 12 años (...) necesitamos un cambio, necesitamos una mejor educación y atención básica de salud", dijo Tiago Nunes, un médico de 32 años de Sao Paulo que votó por Neves.
Más de 140 millones de personas están registradas para votar en Brasil y emitir un voto es obligatorio para todas las personas entre 18 y 70 años.
Rousseff votó temprano en la sureña ciudad de Porto Alegre, donde vivió y se hizo conocida en la burocracia estatal en la década de 1990. La mandataria se ha comprometido a profundizar los emblemáticos programas de bienestar y tratar de restaurar el crecimiento con un nuevo equipo económico.
Neves también promete mantener los beneficios sociales y adoptar más medidas fiscales amistosas con los mercados para controlar el gasto público, tomar una actitud más firme contra la inflación y darle al banco central más autonomía para establecer la política monetaria.
Las dos opciones llevan a Brasil de nuevo a un choque de clases en un país aún azotado por la desigualdad. Y vuelve a la larga rivalidad entre el Partido de los Trabajadores, con raíces en el movimiento laboral brasileño, y el Partido de la Social Democracia Brasileña, que tuvo el poder por dos términos antes de que Luiz Inácio Lula da Silva, el mentor de Rousseff y su predecesor, fuera electo en el 2002.
Dos encuestas seguidas muy de cerca en Brasil mostraron en la víspera del balotaje a Rousseff liderando con una ventaja de hasta 6 puntos porcentuales. Sin embargo, más temprano ese mismo día, un sondeo de una encuestadora más pequeña dio vencedor a Neves, que había sorprendido en la primera ronda este mes avanzando desde un lejano tercer lugar hasta el segundo.
Si el voto sólo fuera sobre la economía, a Rousseff se le haría difícil ganar.
Después de que la demanda por los vastos recursos naturales de Brasil se enfrió en los últimos años, su administración no ha logrado revivir el crecimiento. Eso ha comprometido a un modelo de gobierno que dependía de los crecientes ingresos impositivos para alimentar programas sociales y para inyectar crédito subsidiado a través de la banca de desarrollo.
ECONOMÍA EXHAUSTA
La economía, que cayó en una recesión en la primera mitad del año, ha crecido menos del 2 por ciento anual bajo la administración de Rousseff. La inversión se ha rezagado y la inflación está justo por arriba del nivel de tolerancia oficial del Gobierno de 6,5 por ciento.
Aunque el desempleo se mantiene en mínimos históricos, los economistas ven poco brillo en el horizonte.
"Sin importar quien gane, el modelo económico en Brasil está agotado y necesita un cambio real para crecer de nuevo", dijo Luis Otavio Leal, un economista en Banco ABC Brasil en Sao Paulo.
Mientras tanto, los persistentes escándalos de corrupción han desatado las críticas de muchos contra el partido gobernante, al que acusan de mirar para otro lado cuando se trata del saqueo de las arcas públicas.

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