Obama libra duelo con Dick Cheney.

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Lo que se anunciaba ayer como la más decidida defensa del presidente Barack Obama, para no dar ni un paso atrás en el cierre de Guantánamo, abogar por el traslado de un reducido grupo de terroristas a cárceles de EU y propiciar un cierre de filas entre los demócratas, se convirtió en un duelo tan áspero como inesperado en materia de la protección de la nación, en el que el ex vicepresidente Dick Cheney —el mago de la insidia y las medias verdades—, no desaprovechó la oportunidad para subirse al cuadrilátero y defender el legado antiterrorista de la era Bush y atacar al presidente Obama por “poner en riesgo la seguridad nacional del país”.

Si bien es cierto que la intervención de Obama no buscaba el “cuerpo a cuerpo” con Cheney, el morbo y la expectación creadas por las cadenas de televisión logró imprimir a la intervención de ambos el perfil de un encontronazo en el que Obama acusó a su predecesor en la Casa Blanca de “haber perdido el rumbo” en su cruzada contra el terrorismo, mientras Cheney atacó a Obama por comulgar con una “falsa moral”, al claudicar en Guantánamo y al reducir a “tortura y la violación de derechos” una estrategia “refinada y exitosa” que, según aseguró “fue legal y salvó la vida de millones de personas”.

El primer acto del ríspido enfrentamiento fue protagonizado por Obama, que eligió la sede de los Archivos Nacionales para tratar de recuperar el apoyo perdido entre los legisladores demócratas que, apenas el pasado miércoles, le bloquearon los fondos solicitados para cerrar Guantánamo, la prisión militar que caracterizó como “un experimento equivocado”.

“En los recientes debates he escuchado palabras que, francamente, han tenido una utilidad más interesada en la politiquería que en proteger a nuestra nación”, dijo Obama en una crítica sin concesiones que dirigió a sus propios correligionarios demócratas que, en connivencia con algunos republicanos, se han opuesto al cierre de Guantánamo ante el temor de que un grupo de terroristas sean relocalizados en distintas cárceles del país.

“El problema de qué hacer con los detenidos de Guantánamo no fue causado por mi decisión de cerrar la instalación; el problema existe en primer lugar por la decisión de abrir Guantánamo”, acusó Obama.

Irónicamente y ante el abandono de algunos demócratas a sus planes de cerrar Guantánamo, el presidente Obama se vio en la necesidad incluso de echar mano de dos senadores republicanos como John McCain y Lindsay Graham, para expresar que ambos legisladores han coincidido con él al considerar que el cierre de esa prisión militar y el fin de la práctica de la tortura colocará a EU “del lado correcto de la historia”, y al asegurar que, en caso de que algunos terroristas sean trasladados a cárceles del país, “estarán en cárceles de máxima seguridad” y sin riesgo alguno para los ciudadanos.

En un discurso sin contemplaciones, el presidente Obama acusó a la administración de George W. Bush de haber explotado el miedo de los ciudadanos para justificar la práctica de la tortura y la creación de Guantánamo, a partir no de hechos concretos, sino de “predisposiciones ideológicas”. Pero también se pronunció por un “pase de página” y “centrarse en el futuro”, en lugar de “señalar con el dedo” a los responsables de los errores cometidos en el pasado.

El alegato de Obama, en el que insistió en el cierre definitivo de Guantánamo el próximo 22 de enero del 2010, adelantó asimismo las cinco categorías de riesgo y peligrosidad en que serán divididos los 240 prisioneros de Guantánamo para decidir su traslado a terceros países, su posible liberación o su traslado a cárceles de máxima seguridad de EU mientras son procesados.

La esperada intervención de Obama contaría con la inmediata y virulenta réplica de Cheney, quien aprovechó su intervención en un acto organizado por el American Enterprise Institute para arremeter públicamente contra el presidente por su “insensata” decisión de cerrar Guantánamo y por poner fin al “programa de interrogatorios refinados” que “fueron legales y exitosos”.


Comentario:

Hay que destacar la posición de John McCain, el opositor político de Obama en la contienda presidencial, quien ahora coincide con el primer mandatario estadounidense.