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domingo, 3 de mayo de 2009

Influenza dispara alerta en cárcel.

Noticia:


En el Reclusorio Norte, 10 internos se encuentran aislados por haber presentado síntomas de influenza, y por ello, al menos 200 reclusos más están tomando medicamento, pues el hacinamiento en el que viven es de alto riesgo para el contagio.

La encargada de la unidad médica de este centro penitenciario, Teresita de Jesús Pérez Alfaro, señaló que hace una semana, seis internos presentaron síntomas como fiebre y dolores musculares, por lo que fueron trasladados al hospital de la Secretaría de Salud del Distrito Federal, Enrique Cabrera, para su atención.

El traslado se debió a que en el penal no se contaba con los antivirales para tratar la enfermedad, pero una vez que estuvo disponible, los cuatro nuevos casos se atendieron al interior del reclusorio.

Aunque, dijo, ningún caso está confirmado como influenza humana H1N1, los 10 internos presentaron síntomas y se encuentran asilados “en un dormitorio que se acondicionó sólo para ellos”.

Sin embargo, más de 200 personas también están en tratamiento preventivo por haber estado en contacto directo con los enfermos. En una celda duermen, en promedio 20 personas, cuando las habitaciones están diseñadas para un máximo de cuatro.

El número de internos que duermen juntos varía de acuerdo al área en que se encuentran, pues, según los familiares en la zona de ingreso, donde permanecen por unos días los internos recién llegados, hay hasta 40 personas por celda y en los dormitorios, donde se encuentra el resto de la población, puede haber hasta 60. Las dimensiones de las celdas son de poco más de tres por tres metros cuadrados, en esa superficie conviven y “descansan” los presos, “ponen cobijas en el suelo y duermen sentados”, relató Sorayna, hermana de un reo. Y ahí mismo está el “baño”, que no es más que un agujero en el piso.

En tanto, Aura, cuñada de otro recluso, asegura: “Me han dicho que a veces se amarran entre ellos para poder dormir parados”. Los espacios comunes como patios y salas de visita también resultan insuficientes para albergar a toda la gente. En los días en los que acuden familiares de los internos es necesario rentar botes o cobijas para sentarse en el piso a comer y convivir.

Y según versiones de los visitantes, “en el patio huele a orines, que ni te dan ganas ni de comer”. Además, en la temporada de lluvias las inundaciones “sacan toda la porquería y animales”. En cada visita las esposas, madres, hermanos o quien visite al interno deben llevarle platos, vasos y cucharas pues adentro éstos no existen. Y la comida que ahí dan, mejor conocida como “el rancho”, es mala, “está podrida, huele hasta mal”.

A los espacios reducidos y la escasa limpieza se suma la falta de ventilación que favorece el contagio de cualquier virus.

A pesar del cerco sanitario impuesto por las autoridades y la afirmación de que se repartieron cubrebocas entre los reos, los familiares negaron que cuenten con este material: “Ninguno de los internos trae tapabocas”.

La razón, dijo Teresita de Jesús Pérez, es que sólo se entregó uno por persona, y ya ha pasado mucho tiempo, por lo que los tapabocas se volvieron inservibles.

Ayer, cuando se permitió la visita de una persona por recluso en todos los penales de la ciudad de México, se instaló un filtro médico para garantizar que las personas que ingresaran estaban sanas.

Sin embargo, esta medida resultó “superficial” ya que sólo contemplaba la aplicación de un cuestionario a los visitantes en el que debían decir si en los últimos tres días presentaron algún síntoma de influenza.

Si la respuesta era positiva, debían canalizarse a algún hospital, después de hacerle un examen médico en el lugar, pero en caso de no tener la sintomatología, la revisión se limitaba a las preguntas.

De acuerdo con la Secretaría de Gobierno, ingresaron 17 mil 422 familiares a los 10 centros de reclusión del DF, estas personas se reunieron con los casi 40 mil reos de la ciudad.

Con estas personas reunidas, se incumplió el objetivo de evitar aglomeraciones, a pesar de los “filtros médicos”, que podían “ser fácilmente burlados si les dices que te sientes bien”, confesó la madre de un reo.

La Secretaría de Gobierno informó que durante este sábado detuvo a 22 personas que no pudieron ver a su interno ya que presentaban cuadros gripales o problemas respiratorios.


Comentario:

Por lo pronto, no permitir las visitas, para que los contagios no se vayan a la calle.

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