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miércoles, 8 de abril de 2009

Ellos sí pasan la prueba del añejo.

Noticia:


Se han instalado en el gusto de los lectores mexicanos por 20, 40 y hasta 60 años. Han superado la prueba del tiempo. Son novelas, ensayos, crónicas, estudios antropológicos o colecciones de cuentos de autores mexicanos que tienen ventas lentas pero seguras a lo largo del año; pero más allá de los ingresos para la industria, son títulos que “les otorgan prestigio a las editoriales”. Han sido bautizados como long sellers.

Su permanencia en el mercado editorial, alejados de la competencia feroz que se libra en la mesa de novedades, responde a tres razones: algunos son “libros de texto” o “escolarizados” que ayudan a los profesores a complementar su curso o se han convertido en la “recomendación” para estudiantes de educación media, media superior o superior. Son libros de calidad probada escritos por autores clásicos de la literatura mexicana contemporánea que gozan de prestigio internacional. Estos libros de recomiendan de boca en boca y pasan de generación en generación.

Muchos de los long sellers mexicanos cuentan con el aval de la crítica literaria, pero otros tantos no y sin embargo a lo largo del tiempo se han reimpreso infinidad de ocasiones, algunos llegan a la décima, vigésima o trigésima edición, tienen distintas presentaciones, están en diversos formatos, algunas con sesudas anotaciones o incluso con ediciones de lujo, en colecciones especiales y en folletines como novela de entregas.

Paco Ignacio Taibo II, autor de una amplia obra narrativa, entre ellos los best sellers El che y Pancho Villa, reconoce que su gran long seller es Cosa fácil, la segunda entrega de la saga policiaca protaganizada por su detective Héctor Belascoarán Shayne. Y aunque es una novela que cada año se reimprime y vende bien, dónde está el secreto del éxito de esos libros con ventas permanentes.

“Son historias que les gustan a los lectores y funcionan dentro de un mecanismo de recomendación, no es el empujón del best seller donde todo mundo lo pone de moda y es el libro que tienes que leer. Sino que es un mecanismo muchísimo más lento que va creando poco a poco lectores y relevos; vemos como los libros pasan de generación a generación”, señaló el narrador mexicano.

Si existe un secreto tiene que ver con las horas de trabajo y con encontrar a los lectores, con mantenerlos a lo largo de los años y atrapar a las nuevas generaciones. Lo sabe Ángeles Mastretta, autora de Arráncame la vida, novela escrita hace más de 20 años que repuntó en sus ventas con la adaptación que hizo pare el cine Roberto Sneider, en 2008.

Ella asegura que algunos libros se quedan mucho tiempo en los lectores porque se vuelven un modo de conversar. “Eso he visto que sucede con algunos de mi libros, las abuelas se los regalan a las nietas y las hermanas o las amigas a sus hermanas y amigas. Así se cuentan algo de sí mismas. No hay receta para escribir estos libros, si la hubiera todo sería cosa de tenacidad y repetición. Creo que cada libro es una apuesta, un deseo y que la fortuna lo lleva a los lectores”.

Los long sellers demuestran que no hay nada más importante en el mundo editorial que reimprimir. “Todo editor necesita reimprimir porque la reimpresión le dará la posibilidad de tener un long seller en su vida y eso es invaluable; todos los editores se pelean por ese tipo de libros”, señala Braulio Peralta, quien confiesa que el sueño de todo editor es descubrir ese libro que habrá de convertirse en uno que supere las barreras del tiempo y de las generaciones y se quede en la memoria.

Para las editoriales representa prestigio tener un long seller en su catálogo. Braulio Perlata dice que no es cuestión de ingresos, “es el prestigio de una editorial, tiene que ver con su vigencia en la historia de la literatura” pero todo lo determinan los lectores quienes deciden mantener esos títulos entre sus libros de cabecera.

Quizás el secreto está en llegar con las historias a determinado grupo de lectores, como lo han hecho Ángeles Mastretta quien retrata el mundo de las mujeres; Guadalupe Loaeza al contar los intimidades de las “niñas bien” o Cristina Pacheco al contar las historias de los mexicanos pobres. Pero eso no basta, deben pasar la prueba del tiempo, mantener su vigencia más de diez años y quedarse en la memoria de las generaciones.

La fortuna de todos los escritores que venden bien una de sus obras, es la coincidencia con lectores de todas las épocas. Son ellos, quienes convierten esos libros en clásicos de la literatura mexicana contemporánea. Andrés Ramírez, editor literario de Random House Mondadori, asegura que sin duda los long sellers son los clásicos modernos mexicanos y son los libros en los que de alguna manera está fundada la literatura contemporánea nacional. “Son libros pilares de nuestra literatura, de diferentes géneros y muy diferente tipo de autor”.

Por el contrario, Paco Ignacio Taibo II no los considera clásicos porque ese término se utiliza para hablar de personas que están muertas. “Los considero libros que rebasan su momento y mantienen una continuidad en el tiempo que es difícil de conseguir pero ahí están estos libros que siguen fenómenos extraños y que a lo mejor en el momento en que salieron no fueron grandes éxitos”.

Recuerda el caso de El complot mongol, de Rafael Bernal, que cuando salió sólo logró vender 300 ejemplares pero, años después, cuando él y Rafael Ramírez Heredia lo comenzaron a llamar el “antecedente del neopolíciaco”, el libro revivió. A partir de entonces comenzó a venderse de manera constante hasta convertirse en un long seller.

Braulio Peralta, editor literario de Grupo Planeta, coincide con Paco Taibo en que los long sellers de la literatura mexicana deben situarse en su justa dimensión: algunos son casi libros de texto, otros fueron escritos por reconocidos narradores y unos más son los que venden por sí sólos, porque han logrado conquistar a lectores de todas las generaciones.

Paco Taibo II dice que Pedro Páramo permanece porque es un libro de texto en las escuelas de enseñanza media y superior y opina que El laberinto de la soledad no lo leería nadie a no ser porque es obligatorio en algunas universidades. Ángeles Mastretta al contrario, dice que la recomendación de los maestros no les resta un ápice a las obras, porque ellos deben estar para recomendar a los clásicos “para enseñarnos a quererlos”.


Comentario:

Para los amantes de la lectura.

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