Afganos no ven mejoría.

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Afganistán recibió miles de millones de dólares para reconstrucción, pero los maestros aquí no reciben su salario desde hace cinco meses y no tenemos servicio de salud. Es como si viviéramos en coma”, se queja un anciano pashtún ante oficiales del Ejército estadounidense.

Casi ocho años después de que los talibán radicales fueron derrocados del poder por fuerzas encabezadas por Estados Unidos, la insatisfacción aumenta en zonas remotas pero estratégicamente cruciales de Afganistán, donde los ciudadanos se sienten ignorados desde 2001.

“Sus computadoras se quedaron sin tinta cuando escribieron todos nuestros problemas, pero no se hizo nada al respecto”, dijo otro orador en una reciente reunión de pobladores y miembros mayores de tribus en el distrito montañoso de Jaji, en la provincia de Paktia, un centro de actividad talibán en la frontera con Paquistán.

Bastiones, una amenaza

La amenaza que implican los bastiones insurgentes en las áreas tribales vecinas en el país es ampliamente conocida y lugares como Paktia son la primera parada para las misiones transfronterizas realizadas por el gobierno afgano y las fuerzas internacionales. Para ayudar a detener las incursiones y limpiar los nidos de resistencia, está previsto que otros 21 mil soldados estadounidenses arriben a Afganistán este año, llevando el número de fuerzas extranjeras a una cifra récord de más de 90 mil.

Pero la sola llegada de las tropas no puede dominar las salvajes extensiones que son tan adecuadas en la actualidad para la guerra de guerrillas como lo fueron contra los soviéticos en la década de los 80, o contra los británicos en el siglo XIX.

“Podría lanzar bombas sobre el enemigo durante todo el día y no lograr nada”, dijo el comandante de las fuerzas estadounidenses en Paktia, teniente coronel Robert Campbell, durante una reciente visita al área.

“Pero si uno se centra en las personas, uno puede crear un ambiente en el que los talibán no son bienvenidos”.

Creando espacios

El impulso a nivel país tiene la intención de crear espacios de pausa para desarrollos simultáneos, y el esfuerzo extra no llega antes de tiempo. Mientras los medios de prensa internacionales tienden a calificar cada año como “el año crucial” en Afganistán, 2009 es realmente diferente en varios aspectos. Las elecciones presidenciales en Afganistán, previstas para agosto, posiblemente resulten en una revalidación del mandato de Hamid Karzai.

Aun sin un real compromiso de las autoridades nacionales para mejorar la situación en Afganistán, los comicios podrían sólo señalar una caída de la confianza pública en el gobierno corrupto.

Por otra parte, existe una amplia activación de las fuerzas del talibán en Paquistán, donde, además de amenazar allí el gobierno respaldado por Estados Unidos, pueden impulsar la insurgencia afgana con hombres y recursos.

En Patkia, los lugareños esperan que EU cumpla sus promesas de mejoría en seguridad, viviendas y otros, pero temen que el aumento de tropas se traduzca en más combates. Y las mejoras tampoco serán a corto plazo en sitios como Jaji, donde, más que una reconstrucción de posguerra, lo que se requiere es construcción de infraestructura básica.


Comentario:

Parece que el ser humano es incapaz o incompetente para llevar progreso a todos.