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La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, vive una fuerte paradoja desde ayer, cuando inició el último de sus cuatro años de Gobierno sin posibilidad de reelección inmediata: ha recuperado en las encuestas el alto nivel inicial que tenía al comienzo su Administración, pero las adhesiones que concita no son extrapolables a la campaña presidencial, en la que el candidato opositor, el millonario Sebastián Piñera, mantiene una amplia ventaja sobre el principal abanderado de la gobernante Concertación, el senador democristiano y ex presidente Eduardo Frei.
Según el sondeo mensual de Adimark sobre el modo en que está conduciendo el Gobierno, Bachelet logró una aprobación del 58,5% en febrero, un porcentaje superior a la votación con la que fue elegida y sólo inferior al 62,1% que logró un mes después de asumir el poder, en abril de 2006. Su liderazgo, que solía aparecer mencionado en las encuestas como el atributo más débil, fue reconocido por el 66%, y, en el mejor de sus resultados, un 82% de los encuestados considera a Bachelet "querida por los chilenos".
Los sondeos coinciden en registrar un alza de la opinión pública sobre la socialista Bachelet desde que se desató la crisis económica internacional, en septiembre del año pasado. El manejo prudente de la economía, que le ha permitido utilizar ahora el ahorro fiscal conseguido en los años de cuentas azules, y un estilo cálido, empático y de cercanía a las personas, con políticas centradas en los sectores de menores ingresos, donde ella logra las mayores simpatías, ha contribuido decisivamente a este ascenso en la recta final, según los analistas.
Ni el aumento del desempleo, que llegó al 8% entre noviembre y enero, la última medición, ni el hecho de que en enero se registrara la mayor caída mensual de la actividad económica desde la crisis asiática en 1999 (-1,4%), ni las críticas que recibió por el viaje a Cuba parecen haber hecho mella en su popularidad.
Uno de los principales problemas a los que ha debido hacer frente durante su Gobierno, el del sistema integrado de transportes de la capital, el Transantiago, está siendo superado paulatinamente. Por otra parte, ya han quedado atrás las manifestaciones estudiantiles, mientras la población valora ahora las medidas que ha tomado el Gobierno para generar empleo y entregar subsidios a los más pobres ante una crisis que se advierte de origen externo.
Bachelet es "más querida que exitosa", y no es evaluada por "sus aciertos y errores", sostiene el analista político Patricio Navia. El apoyo que consigue está muy por encima del de su Gobierno (44,3%, inferior al rechazo, del 44,6%), en una brecha persistente y que tiende a ampliarse.
La fuerte imagen presidencial contrasta con la de su Gabinete ministerial, en el que no se han instalado figuras con aspiraciones presidenciales. La propia Bachelet pasó por Salud y Defensa antes de ser candidata y su antecesor Ricargo Lagos lo hizo en Educación y Obras Públicas. Y tanto Lagos como Bachelet salieron del Gabinete ministerial del Gobierno precedente.
Mientras en La Moneda abundan las sonrisas y hasta hubo cierta sorpresa con los últimos resultados, en la derecha el senador Jovino Novoa, un ex subsecretario de la dictadura del general Augusto Pinochet que ayer se disponía a ser elegido presidente del Senado, reconoció que "si ella fuera candidata estaríamos muy preocupados".
Pero la mejoría de Bachelet en las encuestas no propicia que Frei estreche la diferencia. Tras el receso veraniego de febrero, Piñera (49,4%) conserva una cómoda ventaja de casi 10 puntos sobre Frei (37,8%), según un sondeo de El Mercurio y Opina, que lo deja muy cerca de poder imponerse en primera vuelta, el objetivo al que aspira la derecha.
A nueve meses de los comicios de diciembre, el escenario electoral está abierto. Para triunfar, Piñera requiere de los votos del centro; para ello, no debe aparecer muy cercano a la derecha y, dada la popularidad de Bachelet, ha de centrar sus ataques en el Gobierno y no en la presidenta.
Frei, en cambio, debe imponerse primero en las primarias sobre el senador radical socialdemócrata José Antonio Gómez, que sólo tiene el apoyo del partido más pequeño de la Concertación, como indican los sondeos. Y para derrotar a Piñera necesitará de los votos comunistas, con los que la coalición gobernante busca un acuerdo parlamentario.
Comentario:
Realmente resulta extraño que teniendo esa popularidad, Bachelet no logre apuntalar al candidato de su partido.
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Hace 4 años
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