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domingo, 2 de noviembre de 2008

McCain, ¿el impulsivo?

Noticia:


El senador John McCain llega a la recta final de la contienda presidencial con un mantra conocido, el mismo al que ha recurrido en momentos de conflicto, como en sus tiempos de boxeador universitario en la Academia Naval, o durante los interrogatorios a que fue sometido como prisionero de guerra, o como legislador convenciendo a gente para obtener votos o en las primarias republicanas, cuando reunió a multitudes, a pesar de que todos los pronósticos lo daban por derrotado.

“¡Juguemos con todo!”, murmura para sí mismo, haciendo suyo el consejo de tantos entrenadores de atletismo. Algunos amigos ven en esta expresión la metáfora de una tensión fundamental subyacente en la vida de McCain.

Por lo general, y de acuerdo con asesores y colegas en el Senado, McCain es reflexivo, autocrítico y flexible. En sus 36 años en la vida pública, ha corregido el rumbo con frecuencia. “Es mucho más flexible de lo que suelen retratarlo”, comentó Philip Bobbitt, experto en relaciones internacionales. Pero al confrontar a un adversario, puede emerger un John McCain totalmente distinto, dispuesto a dejarlo todo en la batalla.

La actitud de McCain, a decir del senador demócrata Bob Kerrey, que lo conoce bien, es parecida a ésta: “Voy a ganar y tendrán que pasar por encima de mí para derrotarme”.

Los impulsos encontrados entre la reflexión y la agresión han sido las corrientes alternas de su singular carrera y, en caso de que McCain llegue a la Casa Blanca, podrían definir su presidencia.

Como piloto de la Marina, McCain fue un tipo aguerrido. De vuelta en su país, tras haber sido prisionero de guerra, sus opiniones lo acercaron algunas veces a las palomas (como en los casos de Líbano y Somalia) y, en otras, a los halcones (Los Balcanes, Irak). En el Senado, es conocido tanto por sus disculpas escritas a mano como por sus arrebatos.

En caso de resultar electo, McCain llegaría a la Casa Blanca con un historial bastante amplio: 72 años de edad —lo que lo convertiría en el presidente de más edad en la historia de EU—, el primer veterano de Vietnam, que además sobrevivió cinco años y medio en una prisión norvietnamita.

Impulsado tanto por su noción del honor como por su ideología, McCain podría resultar ser un presidente impredecible —sus críticos dirían errático. Se ha enfrentado por igual con el Partido Demócrata como con el suyo por distintas causas (desde las políticas fiscales hasta la guerra en Irak), pero también sabe cómo lograr acuerdos bipartidistas. McCain ha descrito su estilo de toma de decisiones como “instintivo, a menudo impulsivo”.

Política e intelectualmente, McCain es multifacético; un día puede abordar el tema de los derechos de los pacientes para demandar a las aseguradoras, y al otro el de los excesos en los costos de los contratos de defensa.

McCain probó por primera vez las mieles de la política en 1977, como enlace de la Marina con el Senado de EU. Tenía 40 años y no estaba muy seguro de su futuro.

Más adelante trabajó como acompañante de legisladores en el extranjero y fue en esa época cuando conoció a los senadores William Cohen, de Maine, quien fue su padrino de boda en 1980, y John Tower, de Texas, quienes le proporcionaron una ayuda invaluable en su elección para un asiento en la Cámara Baja en Arizona, en 1982.

Como senador o candidato presidencial, McCain suele consultar a expertos con posturas distintas, antes de tomar decisiones. “Atiza los desacuerdos, para ver con qué posturas opuestas podría toparse una vez tomada su decisión”, comentó Kevin A. Hassett, economista cercano a McCain.

Su experiencia en Vietnam le dejó otra certeza: retirarse envalentona a los enemigos. “Osama bin Laden vio nuestro retiro”, dijo en sus memorias, en 2002. “Y concluyó que EU ya no tenía estómago para otra guerra”.

Pensamiento de guerrero

Aunque sus causas quizá varíen, McCain emprende cada batalla con el pensamiento de un guerrero. Luego de los ataques del 11 de septiembre, por ejemplo, se mostró enérgica e inmediatamente en favor de invadir Irak.

Insistió en que Irak tenía un programa de armas y nexos con terroristas, pero su principal argumento fue que la reacción pública a los ataques era la “oportunidad” para frenar otras amenazas potenciales, como Saddam Hussein. Cuando discute, deja salir su lenguaje profano; puede sufrir ataques de ira, o simplemente expulsar a otros legisladores de donde él se encuentre. En ocasiones, asegura, utiliza su carácter estratégicamente para intimidar a sus oponentes.

En su primera contienda, en Arizona, McCain se mostró como un político con información privilegiada y con “experiencia en Washington”. En cambio, en la contienda presidencial de 2000 se mostró como un antipolítico. Denunció los gastos injustificados, convirtió las reglas de financiamiento de campaña en el tema principal de su agenda y espetó contra la influencia de intereses especiales en Washington.

En la campaña actual, McCain se ha mostrado primero como un luchador con experiencia, listo para cambiar a Washington. Pero al acercarse el día de la elección, McCain pasó nuevamente a la ofensiva. Su campaña ha atacado a su rival de tal manera, que incluso sus antiguos asesores se han mostrado asombrados, como cuando cuestionó el patriotismo de Obama o cuando lo vinculó con un “terrorista nacional”.

Si las elecciones fueran un concurso en el que se debe aguantar la respiración bajo el agua, “seguramente tendríamos que dar respiración de boca a boca a John McCain antes de que dejara ganar a Obama”, comentó su amigo, el ex senador Kerrey.

En ocasiones, la confianza de McCain en lo correcto de su causa puede cegarlo a las contradicciones. Critica a los cabilderos y los describe como “aves de rapiña”, pero luego contrata un personal conformado por ex cabilderos para que manejen su campaña.

En sus momentos más reflexivos, McCain asegura que trata de mantener una imparcialidad estoica ante la posibilidad de resultar victorioso o derrotado, un hábito que dice haber adquirido como piloto de la Marina y prisionero de guerra.

“Tiendo a ser fatalista ante estas cosas”, dijo en una entrevista poco después de cerrar la nominación republicana, restándole importancia a su éxito.

Hijo y nieto de almirantes altamente condecorados, McCain lucha públicamente con la carga de tratar de vivir a la altura de los estándares del deber y el honor que su padre y abuelo tenían. Cuando contempló por primera vez la posibilidad de competir por la Presidencia, le preocupaba equilibrar su ambición por el “premio” con su propio sentido de la virtud.

Tras su derrota, se declaró agradecido, a la edad de 65 años, por lo que aún le esperaba en el futuro. “No llegué a ser presidente de Estados Unidos. Y dudo que tenga razones u oportunidades para volver a intentarlo”, escribió, pero añadió “quizá me convierta en el hombre que siempre quise ser”.

Comentario:

Todo un análisis de su personalidad.

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