Espía burló trámites inútiles.

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Felipe, nombre clave asignado al testigo protegido que estaba a sueldo del narco y que se infiltró en la embajada de Estados Unidos en México, habría tenido una buena oportunidad de ganar el concurso que organiza el gobierno mexicano para identificar el trámite más inútil.

El topo, que entregó al cártel de los Beltrán Leyva datos de investigaciones sobre grupos del crimen organizado, solicitó a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) que gestionara ante el Congreso el permiso de trabajo para un gobierno extranjero. Este procedimiento involucró a dos secretarías de Estado, así como a las cámaras de Senadores y de Diputados, pero en el recorrido no se detectó que ya había participado en actos de corrupción como elemento de la Agencia Federal de Investigación (AFI), y mucho menos que los Beltrán Leyva lo colocaron en la senda de infiltración dentro de la embajada.

Durante el mes que pasó entre la presentación de la solicitud y la autorización de Felipe —que se integró en paquete con las de otras cuatro ciudadanas— en la Cámara de Diputados no se realizó ninguna investigación sobre sus antecedentes o la labor que realizaría como “investigador criminal en la oficina del United States Marshal Service, de la embajada de Estados Unidos”, según reporta el expediente del trámite ante el Legislativo.

Pese a que desde la solicitud se establecían las diferencias entre el trabajo que realizarían Felipe y las otras cuatro solicitantes —que desempeñarían trabajo administrativo, como cajera o auxiliar de compras—, no se hizo excepción para indagar el tipo de labor que haría el topo.

En el proyecto de decreto que elaboró la Comisión de Gobernación de la Cámara Alta se indica que “el servicio a prestar posee una naturaleza eminentemente de carácter administrativo”, y que ninguno de los trabajos a desarrollar en la embajada comprometía el interés público ni ponía en riesgo la seguridad de la nación. De ahí, la autorización vino en forma casi automática.

Diputados no investigaron.

El 7 de agosto de 2007, Felipe inició en la SRE el trámite para recibir el permiso de trabajar para un gobierno extranjero; esta dependencia envió la solicitud a la subsecretaría de Enlace Legislativo de la Secretaría de Gobernación, que casi un mes después la turnó a las comisiones de Gobernación de ambas cámaras.

En San Lázaro, los integrantes de la Comisión de Gobernación, entre quienes se encuentran las aguerridas legisladoras Valentina Batres y Layda Sansores, dieron su visto bueno a la solicitud y la pasaron al pleno, donde recibió autorización mayoritaria: 355 votos a favor, ninguno en contra y dos abstenciones. También firmó una veintena de diputados de todos los partidos.

El 29 de octubre, Felipe recibió la autorización del Congreso para emplearse en la representación diplomática. Ya había burlado los controles de la embajada y, sin problemas, pasó el largo trámite ante el Poder Legislativo, porque ninguno de quienes estuvieron involucrados en él se preocupó por preguntar qué hace un “investigador criminal”.

Comentario:

No se debe permitir que el narco sea más astuto e inteligente que los sevicios que se llaman a si mismo inteligentes.