El poder del narco en Centroamérica.

Noticia:


Las cinco letras de la palabra narco están asociadas ahora a términos como túnel, helicóptero, tiburón, avioneta, lancha, fosa, banco, ruta, furgón, ropa, maletín, sumergible o bodega, pero sólo describen algunos detalles de una constante operación de las poderosas mafias del contrabando internacional de drogas sobre estructuras públicas y privadas de Centroamérica… con protagonistas mexicanos.

Aunque en el istmo la definición narco todavía no es colocada como prefijo de vocablos como estado, país o gobierno, a veces aparece antes de sustantivos como policías, militares, políticos, partidos, diputados, jueces, fiscales, empresarios y un amplio menú de negocios en busca de un apetecido premio: los llamados narcodólares.

¿Son los narcopolicías parte de las redes que, en narcolanchas, narcofurgones y narcoavionetas o camuflados en narcotiburones, transportan grandes cargamentos de cocaína, heroína y mariguana por narcorutas que cruzan narcotúneles y después son escondidos en narcofosas, al amparo de narcoempresas y de narcomilitares?

“En los países centroamericanos, la política ha sido copada por este mal”, afirmó Brenda Muñoz, fiscal de narcoactividad en el occidente de Guatemala. Los cárteles mexicanos “ven, vienen y, si tienen que matar a alguien para quedarse con un territorio, lo hacen”, agregó la funcionaria Muñoz, tras relatar, en una entrevista con EL UNIVERSAL, que su jurisdicción “es un área bastante fuerte” en narcotráfico por ser fronteriza con México.

Al analizar el impacto del narcotráfico en la estabilidad política regional, Muñoz insistió en que “se escucha que se financian campañas a todo nivel, de Presidencia, de todas las elecciones que se hacen democráticamente en nuestros países y esto implica que de alguna manera se adquiera un compromiso con ellos (los narcotraficantes)”.

“Uno de los principales peligros que nuestros países tienen es que esta gente (los contrabandistas) se está aprovechando de la pobreza de ciertos sectores y entonces de alguna manera los están esclavizando”, explicó.

Cercano a bases de producción en Colombia y a puntos de filtración marítima, aérea y terrestre a Panamá y Costa Rica, el suelo centroamericano fue convertido por los cárteles mexicanos en gigantesca despensa y zona de tráfico de grandes cargamentos (en especial de cocaína) que se dirigen a México y Estados Unidos. La mayoría de las operaciones es controlada por mexicanos, que instalaron estructuras a lo largo de la región y, aliados a socios locales y colombianos, penetraron ámbitos estatales y privados.

Cifras de la agencia antidroga de Estados Unidos (DEA) revelaron que cerca de 1.1 mil toneladas de cocaína producidas en América del Sur en 2008 fueron enviadas a México por caminos diversos. Del total, más de 770 toneladas —67%— pasaron por Centroamérica en ruta a suelo mexicano, aproximadamente 600 por mar, y unas 170 por tierra y aire.

“El principal peligro del narcotráfico es la capacidad de permear a las instituciones estatales y de construir espacios o nichos en los que pueda actuar impunemente”, advirtió Elvira Cuadra, coordinadora de investigación del Centro de la Comunicación, entidad no gubernamental de Nicaragua.

Consultada por este diario, Cuadra alertó: “El otro peligro es que (el narcotráfico) vulnera las condiciones de seguridad ciudadana y de las sociedades en general”.