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lunes, 6 de julio de 2009

Clave, incluir a pueblos en proyectos “limpios”.

Noticia:


Aunque el uso de energías renovables para preservar el ambiente se reconoce como una acción indispensable ante el cambio climático y el cercano agotamiento de los combustibles fósiles, aún subsisten obstáculos no técnicos que dificultan su generalización.

Por ello, antes de impulsar proyectos para aprovechar fuentes energéticas no contaminantes (como la eólica, solar o geotérmica) deben revisarse aspectos económicos, legales, sociales y culturales relacionados con comunidades donde los nuevos desarrollos serán introducidos.

Así lo consideran los investigadores Debora Ley, de la Escuela de Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y Martin Pasqualetti, del Departamento de Ciencias Geográficas de la Universidad Estatal de Arizona (UEA), en EU.

“Debemos valorar la importancia de la infraestructura humana e institucional dentro de la implementación de proyectos, es decir, considerar la participación de todas las personas en la localidad y no nada más enfocarnos en la tecnología”, afirmó Debora Ley.

“En diferentes estudios realizados en Inglaterra, EU y México he encontrado que los aspectos sociales pueden causar demoras y pérdidas monetarias cuando no son considerados tempranamente en los planes de desarrollo de energías renovables”, comentó por su parte el profesor Pasqualetti.

Valorar circunstancias

“Hay que entender las circunstancias del área en que se trabaja. Habrá algunas cosas que puedan aplicarse en todas partes, como la construcción de turbinas (eólicas) más eficientes, pero habrá otras que requieran conocer la sensibilidad de la gente que vive ahí, el impacto al entorno natural y qué clase de regulaciones aplican”, añadió el académico.

Por ello, sugirió que antes de poner en marcha proyectos de explotación de energía solar, eólica o geotérmica se tengan en cuenta las diferencias regionales, ya sea en México, España, Alemania o EU: “técnicamente (los desarrollos) serán los mismos, pero socialmente serán diferentes”, dijo.

En ese sentido, Ley sostuvo que un enfoque en el cual se considere el trabajo integrado de las comunidades locales, con una visión de abajo hacia arriba (grass roots aproach), ayudará a que los proyectos funcionen mejor en el largo plazo.

Pasqualetti, editor asociado del journal Environmental Sciences y con 35 años de labor en energía solar y de viento, dijo que en su experiencia de trabajo en comunidades mexicanas (como La Venta en Oaxaca) no ha observado influencia de grupos políticos en el nivel de aceptación de las comunidades para explotar energía eólica.

“Al revisar páginas de Internet, se tiene la impresión de que (en México) todos se oponen al empleo de energía eólica, pero cuando uno va a Oaxaca, no se oye nada al respecto”, expresó el investigador. Cabe destacar que si bien el uso de nuevas fuentes no contaminantes se ha promovido intensamente, en el país aún no rebasa el 10% del total de la oferta energética disponible.

Impulso a la economía

En EU, país que consume el 25% de los recursos petroleros mundiales, ha habido experiencias fructíferas, como el caso de la introducción de complejos eólicos en la zona central de los grandes llanos, que han rescatado la economía de los pequeños granjeros que ya no podían sobrevir, relató el científico.

En la mayoría de las regiones habrá un impacto positivo, pero necesitamos hacer ciencia, elaborar modelos económicos que nos den cuenta de este beneficio”, apuntó. Para el caso de México, consideró a los estados de Sonora, Sinaloa, Coahuila, Baja California y Zacatecas como adecuados para promover la utilización de energía solar y de viento.

Por su parte Ley, quien recientemente concluyó un trabajo comunitario de 8 meses en diversos estados del país —incluido Oaxaca— calificó como un gran avance el hecho de que los operadores de las turbinas en las plantas La Venta 1 y 2 en dicho estado sean en su mayoría originarios de la región.

Sin embargo, precisó, los beneficios no sólo se traducen en la generación de empleo a nivel local, sino también en el fortalecimiento de las capacidades de investigación y desarrollo tecnológico a largo plazo.

Pero para ello, añadió, también es necesario superar obstáculos como los aspectos regulatorios que norman el uso de las nuevas tecnologías. Por ejemplo, dijo, en muchos países latinoaméricanos no existe un código eléctrico para estandarizar la operación de paneles solares.

“En México, EU y muchas otras partes tenemos establecido un sistema de plantas de energía centralizadas que han operado por más de cien años y queremos adoptar nuevas tecnologías no convencionales. Pero hacer la transición lleva mucho tiempo”, reconoció Pasqualetti y aportó cifras:

“Aún hay 2 mil millones de personas en el mundo que carecen de electricidad; ellos van a saltar directamente al uso de energías renovables.

“Una de las razones por las que estamos aquí es ver si podemos trabajar favorablemente para establecer una colaboración más estrecha entre México y EU, en el marco del acuerdo firmado por los presidentes Felipe Calderón y Barack Obama en abril pasado”, destacó el investigador de la Universidad Estatal de Arizona (UEA).

“Este nuevo acuerdo (sobre energía y cambio climático) ayudará a establecer interacción entre los grupos de investigación que trabajan el tema, sobre todo la energía solar, en ambos lados de la frontera (entre México y EU)”, pronosticó el académico.

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