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domingo, 28 de junio de 2009

Adicciones atrapan a empleados.

Noticia:


El gobierno de la ciudad y las 16 delegaciones cuentan en total con unos 110 mil trabajadores sindicalizados, y cerca de la mitad de ellos padece algún tipo de adicción. Algunos también presentan males como anorexia y bulimia.

Según reportes que se han realizado desde 2006, las principales adicciones que afectan a los trabajadores sindicalizados de la ciudad van en una gama que abarca desde el gusto al tabaco, al trabajo, a la limpieza, al ejercicio hasta las drogas, el alcohol y el sexo.

Las 39 secciones del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF) han levantado sondeos entre sus 110 mil agremiados desde hace tres años para conocer su estado de salud.

De acuerdo con esas encuestas, para las cuales se consultó a trabajadores en las diversas áreas como administrativa, de limpia, parques, alumbrado y panteones, entre otras, se concluyó que era necesario atender de forma más personalizada a los trabajadores, ya que evidentemente una adicción puede afectar la vida laboral y familiar de quien la padece.

De acuerdo con información del Centro de Mejoramiento de Calidad de Vida (Cemecavi) del sindicato, que entró en operación el 31 de octubre de 2008, no sólo el empleado requiere atención, sino también los integrantes de su familia, pues fenómenos como la drogadicción o el alcoholismo, que se presentan en mayor medida, afectan a la gente más allegada al enfermo. Esto, precisa ese centro, se traduce en varios casos, en desintegración familiar o en que los hijos caigan también en un problema similar.

Atención integral

Debido al alto porcentaje de personas con alguna adicción, se determinó crear el Cemecavi que es atendido por 28 especialistas en distintas disciplinas, quienes diseñaron un programa integral que incluye el acercamiento con los trabajadores para ofrecerles los servicios.

El Centro de Mejoramiento de Calidad de Vida ubicado en el Deportivo 18 de Marzo cuenta con alberca olímpica, canchas deportivas, gimnasio y salones para actividades sociales.

A ese centro tienen acceso voluntariamente trabajadores y familiares para que les realicen una valoración física, sicológica y social, con el fin de ayudarlos a superar alguna adicción y evitar la pérdida de su empleo, la destrucción familiar o la muerte.

En este sitio se le garantiza a la persona desde que es recibida que toda la información que proporcione será confidencial. Tiene consultorios médicos, de sicología, salones para terapias grupales y áreas abiertas para el diálogo y la convivencia, en donde se les realizan diferentes diagnósticos y se les da orientación e información antes de que decidan incorporarse de lleno.

Por ejemplo, el personal de Trabajo Social de ese centro, trabaja bajo la premisa de que “el alcoholismo es un rasgo tan importante de la vida y de la familia que involucra y afecta a todos los miembros que la conforman. Su trabajo toma en cuenta que el alcohol es una enfermedad familiar y se dice que una familia sana no puede soportar la presencia de un alcohólico en su interior, lo cura o lo deja.

De ahí que director del (Cemecavi), Wilfrido Tomás Rosales Martínez, explica que en ese lugar, cuyo modelo, asegura, es único en América Latina, se trabaja en hacer conciencia en la persona de que no puede enfrentarse sola al problema y ayudarla a identificar y aceptar su adicción.

Además de proporcionarle al individuo un ambiente de recuperación digno y humano, al tiempo de facilitarles a él y a su familia las herramientas para combatir su adicción y reincorporar al trabajador a su núcleo familiar, laboral y social.

Trato personalizado

Luis, quien prefiere omitir su apellido y no especificar su centro de trabajo, comenta que es empleado en una delegación política desde hace más de 10 años. Platica que debido a su adicción al alcohol y a las drogas perdió a su familia y hoy vive en un cuarto en la colonia Portales.

Acepta que aún no ha superado su problema, pero que antes de acudir al centro, su estado era muy crítico, pues presentaba trastornos de personalidad y tenía ideas delirantes, por lo cual estuvo a punto de perder su empleo.

“Él quiere dejarse ayudar, pero no acepta el internamiento, hay que tratar con cuidado al paciente, porque hay temor de que incluso se quiera quitar la vida”, comenta el director Wilfrido Tomás Rosales Martínez.

Para recibir atención, el trabajador acude de manera voluntaria y pasa por procesos sencillos, como entrevistarse con personal de Trabajo Social, sobre lo cual Ana María Islas Rojas, quien labora en esa área, explica que se le integra un diagnóstico familiar y a través de un cuestionario se recaba información personal, que se hace confidencial, y se define qué tipo de adicción tiene y si viene desde sus abuelos o padres. Se integra en su expediente desde su domicilio, centro de trabajo, hasta qué tipo de alimentación y vida sexual tiene. Y con su familia se detecta, por ejemplo, si hay violencia intrafamiliar u otro tipo de conflicto por su adicción y a partir de ahí se le atiende.

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