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viernes, 31 de octubre de 2008

Encuestas, un factor vulnerable.

Noticia:


Junto con Barack Obama y John McCain, el 4 de noviembre millones de ojos y una gran atención —además de cierto morbo— estarán puestos sobre un tercer protagonista imposible de pasar por alto en la elección presidencial: las encuestas.

Si antes estos métodos de medición han resultado fallidos antes tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo, en la ruta a la elección del 4 de noviembre entraron en un territorio desconocido: un túnel oscuro minado por factores inéditos y elementos muy complejos de controlar. ¿Cuál ha sido el efecto de todo al menos hasta ahora?

Unos resultados previos tan diferentes entre unas encuestas y otras que parecen corresponder a países distintos.

Algunos ejemplos de resultados anunciados cuatro días antes de la elección: Rasmussen Reports y Gallup ubicaban a Obama con 50 y 49 puntos y a McCain con 47 y 46 puntos, respectivamente.

Es decir, un virtual empate técnico.

De manera simultánea, The Pew Research Center y ABC News/Washington Post otorgaban 53 y 52 puntos a Obama por 38 y 44 puntos de McCain. Entre las dos primeras y las dos últimas existen entre tres y hasta 14 puntos de diferencia entre uno y otro candidato.

¿En cuál de ellas confiar? ¿En cuál resultado creer? ¿A qué se deben diferencias tan importantes en los resultados de unas y otras?

Varios factores han complicado aún más el trabajo de las firmas encargadas de hacer encuestas en el curso de las elecciones estadounidenses. Han debido hacer ajustes para manejar algunos elementos que pueden afectar el resultado de sus previsiones: un electorado mayor cuyos márgenes se han ampliado con la inscripción de más de 3 y medio millones de nuevos votantes y la previsión de porcentajes de votación altos de la comunidad negra y latina y sobre todo de los jóvenes, cuyos votos podrían superar por primera vez el porcentaje de participación de los adultos mayores de 65 años.

Las encuestas parecen librar una carrera cuesta arriba contra el tiempo y, de modo paradójico, la nueva tecnología telefónica.

Cada año que pasa es más costoso realizarlas —una de 50 preguntas puede llegar a costar 25 mil dólares—, la gente cada vez está más ocupada y tiene menos tiempo para responderlas —15% de los encuestados no están en su casa u oficina o se resisten a participar— y un alto porcentaje de las llamadas son respondidas en teléfonos celulares, lo que con frecuencia provoca interrupciones en las entrevistas o que el encuestado responda sin estar concentrado porque puede estar caminando en la calle o conduciendo su automóvil.

La elección presidencial en EU ha supuesto desafíos adicionales para las firmas que realizan encuestas. La mayoría de los expertos han descartado un impacto mayor en la elección como resultado del llamado efecto Bradley, consistente en la posibilidad de que los votantes blancos no respondan con la verdad al ser encuestados sobre un candidato negro.

El fenómeno lleva el apellido de un alcalde afroaestadounidenses de Los Ángeles que en 1982 perdió por un punto la elección de gobernador cuando todas las encuestas le otorgaban 11 puntos de ventaja.

Casi todos coinciden en que ese factor tendrá un efecto más bien reducido, pero de cualquier manera suficiente como para alterar los resultados de las encuestas y modificar un poco los resultados finales de la elección.

Comentario:

Lo vengo diciendo: las encuestas distan mucho de ser exactas. El 4 será la sorpresa.

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