Correa celebra paliza en referendum.

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Cansados de tantas desazones políticas y económicas, los ecuatorianos le dieron ayer un amplísimo cheque en blanco al presidente Rafael Correa, quien arrasó en el referéndum que terminó aprobando la nueva Constitución con 67.3% (70% según algunos sondeos) de los votos, de acuerdo con las encuestas en boca de urna.

Sólo en Guayaquil, capital económica del país y donde centró todo el fuerte de su campaña, el “sí” no habría alcanzado 50%. Mientras la encuestadora Cedatos precisa que habría ganado con 49% de los votos, otras consultoras aseguran que el “no” a la nueva Carta Magna, habría obtenido 48% contra 44% de la postura afirmativa.

De todas formas es un resultado que habilita al presidente Correa a poner en práctica en Ecuador todos los cambios políticos y económicos prometidos en estos 20 meses de gobierno y lo deja en una inmejorable posición para su virtual candidatura presidencial en las elecciones generales de febrero próximo. A partir de allí, intentará permanecer en el Palacio de Carondelet hasta 2017.

“Este es un momento histórico, el que vive el país. Un momento que trasciende a las personas, es un proceso de cambio de todo un pueblo”, fueron las primeras palabras del jefe de Estado, montado en una tarima en la puerta de la sede de la gobernación de Guayas, en la misma Guayaquil, donde llamó a la unidad de todos los ecuatorianos.

“Ecuador ha decidido un nuevo país, las viejas estructuras han sido derrotadas por los soldados de la revolución ciudadana y desde aquí saludo a esos millones de ecuatorianos exiliados por la pobreza”.

Pletórico y feliz, agradeciendo a “Dios que nos protegió de tantas calumnias, y al pueblo ecuatoriano”, Correa matizó su discurso con la entonación de las estrofas de “Guayaquileño madera de guerrero”, desatando una verdadera fiesta entre sus seguidores.

Motivos no le faltan, ya que ahora, cuatro elecciones triunfales después, el jefe de Estado quedó con las manos libres y sin oposición enfrente para acelerar sus prometidas reformas en el marco del “socialismo del siglo XXI” o del sumak kawsay, una voz quechua que quiere decir “buen vivir” y que encabeza la Carta Magna aprobada ayer.

Pero no sólo fue el día del gran triunfo del proyecto de este economista de 45 años, quien hasta 2005 ni siquiera soñaba con una carrera política, sino también significó el día en que se reconcilió con Alberto Acosta, el ex presidente de la Asamblea Constituyente encargada de redactar la Constitución y su ex socio político de quien se había distanciado.

Ambos acudieron a votar juntos y Acosta dijo que esa reconciliación “era en pos del proyecto y del país”.

Hasta aquí, todo el proceso que llevó a Correa a acariciar la suma del poder no dista mucho de lo sucedido en Venezuela: toma del poder mediante elecciones democráticas, convocatoria a un referéndum para preguntar si se quiere una reforma constitucional, elección de constituyentes, nuevo referéndum para refrendar la Constitución y una nueva elección para elegir presidente y legisladores.

No obstante, Acosta afirmó ayer que “si se le ve a lo lejos es muy parecido a Venezuela, pero si se le mira atentamente de cerca verán que es distinto”.

De cerca habrá que observar desde ahora el camino que toma el presidente y cómo juega el crédito que le dio ayer el electorado. Asimismo, habrá que estar atentos a la reacción de Guayaquil, que busca su proceso de autonomía y está gobernada por el conservador Jaime Nebot, el principal referente de la oposición y el único que en las urnas viene salvando la ropa.

En declaraciones a Teleamazonas, Nebot anticipó que respetará el resultado “porque soy un demócrata pero creo que los ecuatorianos hoy (ayer) se han equivocado. Sólo aquí en Guayaquil se ha rechazado la nueva Constitución con 53% (...), pero quiero esperar los resultados oficiales” del Tribunal Electoral que hasta anoche aún no lo había difundido y donde todo parecía ser de Rafael Correa.


Comentario:

Si los ecuatorianos se equivocaron, eso el tiempo lo dirá.Por el momento, es un triunfo absolutamente democrático y habrá que esperar que cambios sociales, políticos y económicos ocurren en Ecuador.