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Las grandes empresas petroleras occidentales han empezado a sufrir un descenso en su producción de petróleo y cada vez les resulta más difícil encontrar nuevas fuentes de reservas, a pesar de sus enormes ganancias y su ansiedad por expandirse.
Esta situación se debe más a la política que otra cosa. Desde el mar Caspio hasta Sudamérica, compañías petroleras occidentales están siendo expulsadas de provincias ricas en recursos; están siendo obligadas a renegociar los contratos en condiciones menos favorables o a librar batallas condenadas a la derrota en contra de empresas estatales cada vez más enérgicas.
Los ejecutivos de las compañías petroleras explican la situación así: una tendencia conocida como nacionalismo de los recursos. Afirman que han sido excluidas de regiones prometedoras por la creciente firmeza que muestran gobiernos de Medio Oriente, Rusia, Sudamérica y otras partes, decididos a mantener el control pleno de su petróleo.
La realidad, señalan expertos, es que las gigantes petroleras que alguna vez dominaron el mercado global han perdido gran parte de su influencia y, con ella, la capacidad para aumentar el abastecimiento.
"Esta es una industria en crisis", indicó Amy Myers Jaffe, directora asociada del programa de energía de la Universidad Rice en Houston. "Es una crisis de liderazgo, de estrategia y de cómo luce el futuro para las gigantes" petroleras.
Aunque el mes pasado disminuyeron los precios de las materias primas, en la próxima década el mundo necesitará más petróleo para satisfacer a economía asiáticas en desarrollo como China.
Las dificultades de las compañías petroleras sugieren que en el futuro les será muy difícil acceder a las fuentes que tanto necesitan.
La dimensión del problema para las petroleras quedó en evidencia el último trimestre, cuando las cinco compañías más grandes del sector cotizadas en bolsa, incluyendo Exxon Mobil, informaron que su producción petrolera había descendido un total de 614 mil barriles diarios, a pesar de registrar ganancias por 44 mil millones de dólares. Fue el peor de cinco trimestres consecutivos de declives.
Además de que sus posesiones se localizan en campos ya maduros, las compañías tienen contratos con naciones productoras cuyos gobiernos asignan menos barriles a las petroleras al tiempo que los precios suben.
"Se ha vuelto muy, muy difícil aumentar la producción", señaló Paul Horsnell, analista de Barclays Capital. "Las compañías internacionales cuentan con un portafolio de activos en áreas de disminución significativa (de la producción) y ningún descubrimiento para compensar esa situación".
Todavía en los años 70, corporaciones occidentales controlaban bastante más de la mitad de la producción petrolera mundial. Estas compañías --Exxon Mobil, BP, Royal Dutch Shell, Chevron, ConocoPhillips, Total de Francia y Eni de Italia-- producen actualmente apenas 13%.
Hoy, los 10 principales poseedores de reservas petroleras son compañías propiedad del estado, como Gazprom de Rusia y la compañía petrolera nacional de Irán.
Al tiempo que el poder y la influencia de las compañías occidentales se erosionan, el mundo podría ser cada vez más dependiente de entidades controladas por gobiernos para obtener su abasto petrolero.
Incluso, en lugares donde se les permite operar, estas compañías enfrentan crecientes problemas. Países como Rusia, Argelia, Nigeria y Angola recientemente han buscado renegociar sus contratos con inversionistas extranjeros para obtener una mayor participación en las ganancias.
"El problema con el lado de la oferta en esta ecuación es un problema de acceder a los recursos en el terreno para poder explorarlos y desarrollarlos", dijo en una entrevista reciente Rex W. Tillerson, presidente de Exxon. "Esto es una cuestión política en la que los gobiernos han tomado sus decisiones". (Traducción: Gregorio Narváez, El Universal).
Comentario:
Algo tienen que hacer las compañías petroleras, sobre todo porque es una tendencia que difícilmente podrá cambiar de rumbo. El mundo vive una "ola" estatizadora y tal vez, la solución sea diversificarse, desarrollar e invertir en nuevas fuentes de energía.
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