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martes, 4 de agosto de 2009

"Nunca vamos a colaborar con este Gobierno".

Entrevista:

El País de España.


A pesar de la represión, de los muertos, de los detenidos, Mehdi Karrubí (Aligudarz, Lorestán, 1937) mantiene su desafío al Gobierno de Mahmud Ahmadineyad. "Vamos a seguir protestando", afirma durante una entrevista con EL PAÍS en su domicilio al norte de Teherán. Humillado en las elecciones presidenciales de junio, que califica de fraudulentas, Karrubí quedó en último lugar. Desde el principio ha apoyado las reclamaciones de Mir Hosein Musaví, el abanderado de los reformistas aunque menos audaz en sus propuestas políticas, que quedó segundo. No esconde su amargura por la falta de unidad con que acudieron a los comicios, pero mira hacia delante. "Ni Musaví ni yo nos hemos retirado", dice convencido de que su firmeza contribuirá a que las próximas elecciones sean más limpias.

Pregunta. ¿Esta crisis es sólo un desacuerdo entre las élites revolucionarias o hay algo más?

Respuesta. Se puede interpretar de dos formas. Nosotros nos consideramos parte del sistema. Los que están fuera del sistema, los grupos de oposición más arraigados, tal vez tengan otra interpretación. Nuestras diferencias se circunscriben a las elecciones. En nuestra opinión, de los cuatro candidatos que se presentaron, el único que tenía el poder, los gobernadores provinciales y el presupuesto nacional era el señor Ahmadineyad, y creemos que aprovechó esas condiciones para ganar. Por otra parte, el órgano de supervisión [el Consejo de Guardianes] se inclinó en su favor en lugar de controlar el proceso. Nuestro desacuerdo se limita a las elecciones. No cuestionamos el sistema.

P. En la calle, el sentido de la injusticia de la gente va ya más allá del denunciado fraude electoral. ¿Quién está detrás?

R. No lo niego, pero al principio todos los eslóganes eran sobre las elecciones porque el resultado fue contrario a lo esperado. Resulta natural que sea así. En un proceso en el que participa mucha gente, a veces se corean eslóganes con los que ni el señor Musaví ni yo estamos de acuerdo. Proceden de otros grupos políticos o de gente particular. Con sinceridad, si las autoridades hubieran actuado de otra forma con el proceso electoral, nunca se habrían producido estos problemas, porque la mayoría absoluta de quienes protestan sólo lo hace por ese motivo. Los iraníes quieren una solución y la estabilidad lo antes posible. La realidad es que la mayoría no acepta los métodos, el lenguaje y la forma de gobernar del señor Ahmadineyad. Si se soluciona el problema principal, el resto también.

P. El 15 de julio se reunieron en la plaza de Azadí tres millones de personas. Desde aquella manifestación, a la que usted y Musaví acudieron juntos, da la sensación de que la oposición se ha quedado sin liderazgo. ¿Qué restricciones afronta usted para moverse, comunicarse y reunirse con sus colaboradores y simpatizantes?

R. No puedo corroborar esa cifra, pero mi experiencia me permite decir que no se esperaba tanta gente en una manifestación para pedir algo al sistema. Nosotros no nos hemos retirado. Estamos preocupados por las matanzas y los disturbios. Por eso no convocamos a la gente a manifestarse. Nos preocupa la posibilidad de que se produzca un conflicto con las fuerzas militares, con la milicia, o incluso entre distintos sectores de la sociedad, nuestros partidarios y los del otro grupo. A la vez, seguimos expresando nuestros puntos de vista. Emitimos comunicados. No consideramos legítimo este Gobierno. No hemos participado en el nombramiento, ni vamos a hacerlo en la investidura.

P. Ha mencionado la represión. ¿Tiene una cifra real de muertos y detenidos?

R. Hay diferentes versiones. Algunas hablan de 2.000 y hasta 3.000 detenidos. Otras, de 1.000. No hay información fiable. En cuanto a los que han perdido la vida, tampoco sabemos. Dentro de poco tendremos más datos.

P. Uno de los detenidos más prominentes, el ex vicepresidente Abtahí, apoyó su candidatura a la presidencia. ¿Qué ha sentido al verle en televisión, con el uniforme carcelario, retractándose de sus críticas al resultado electoral?

R. Llevan 50 días detenidos. Desconozco en qué condiciones han vivido para decir esas cosas. No creo en ese tipo de confesiones y así lo he expresado en mi periódico. No he sentido nada especial al verlas.

P. ¿Qué van a hacer usted y Musaví a partir de ahora?

R. Vamos a seguir protestando. Nunca vamos a colaborar con este Gobierno. No queremos hacerle daño, pero criticaremos sus actos. De ninguna forma vamos a ayudarle.

P. Usted fue confidente del fallecido ayatolá Jomeini y luego también de su sucesor, el ayatolá Jamenei. ¿Ha hablado con él después de las elecciones?

R. No hemos tenido un encuentro personal, pero le he escrito varias cartas.

P. ¿Le ha respondido?

R. No. También he escrito a Rafsanyaní y a varias de las fuentes de emulación. Algunos me han respondido y otros no. Pero todo lo que he hecho ha sido buscando una salida a la crisis. Desde el principio exigimos que se anulen las elecciones.

P. En 2005, cuando perdió por escaso margen frente a Ahmadineyad, escribió una carta al líder en la que se quejaba del comportamiento de su hijo Mojtaba. ¿Ha tenido él algo que ver en lo que ha ocurrido en esta ocasión?

R. En esta ocasión el papel determinante lo ha tenido el Ejecutivo y el Ministerio del Interior, más una parte del Ministerio de los Servicios Secretos y una parte de Consejo de Guardianes. Se aliaron muchos factores para que ocurriera lo que ocurrió. Durante los últimos cuatro años, se han dedicado a prepararlo todo.

P. Occidente, y muy en particular EE UU, se encuentra ante un dilema. Si intenta un acercamiento a Irán, legitima a Ahmadineyad. Si no lo hace, se queda sin canales de comunicación con un país clave en la zona. ¿Qué es más beneficioso para los iraníes?

R. Lo más beneficioso son las negociaciones. Que continúen nuestros problemas con Estados Unidos no favorece a ninguna de las partes. Este país no me pertenece a mí, ni al líder, ni al señor Ahmadineyad. Debemos buscar los intereses nacionales. Y nosotros seguiremos con nuestras protestas, nuestra presión y nuestras actividades partidistas, para obligarle a actuar como es debido en las próximas elecciones. Como dice un refrán iraní, hoy no va a terminar el mundo.

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