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sábado, 6 de junio de 2009

Gordon Brown gana tiempo con una mínima remodelación del Gobierno.

Noticia:


Gordon Brown vivió ayer un día agridulce. Por un lado, consiguió frenar la grave crisis que afrontó el jueves por la noche, cuando la dimisión del dinámico ministro de Trabajo, James Purnell, amenazó con llevárselo por delante. El primer ministro logró mantener el apoyo del Gabinete y comprar así algo de tiempo. Pero su posición sigue siendo muy precaria porque ha acabado siendo rehén de su propio Gabinete, que apenas ha podido remodelar pese a sus aspiraciones de llevar a cabo un cambio en profundidad.

En una rueda de prensa para explicar los cambios, Brown admitió que los laboristas han sufrido "una dolorosa derrota" en las elecciones locales, pero insistió en que no va a dimitir: "No voy a vacilar. No me voy a marchar. Voy a seguir con este trabajo", insistió. Lo hizo después de asegurarse el apoyo de los pesos pesados del Gabinete con más capacidad de asestarle algún día una puñalada. Creen que no ha llegado el momento de derribarle o que quizás el remedio sea peor que la enfermedad. Pero está por ver cómo reaccionará la semana que viene el grupo parlamentario laborista a la vista de los resultados de las elecciones europeas.

Su debilidad puede aumentar el domingo, cuando se conozcan esos datos. El escrutinio, ayer, de las elecciones en 34 consejos comarcales dejó a los laboristas despojados del escaso poder que mantenían en los municipios en juego. Según los datos de la BBC, los laboristas perdieron los cuatro consejos que controlaban y los conservadores ganaron el poder en seis, con lo que, a falta de algunos resultados, gobernaban en 27 de los 34. Otro era de los liberales demócratas y en los demás no hay mayoría.

En términos de concejales, los laboristas sólo contaban anoche con 144 (210 menos que en 2005); los tories, 1.221 (191 más); los liberales, 423 (13 abajo), y otros partidos, 148 (25 arriba). Según una proyección de la BBC, los conservadores obtuvieron el 38% del voto, los liberales el 28% y los laboristas el 23%. Pero estos porcentajes no permiten analizar a fondo el voto del jueves porque no hay datos comparativos con esos mismos consejos comarcales en 2005. Para tener una idea más cabal del castigo electoral a los laboristas, y quizás también a los otros dos grandes partidos, hay que esperar al resultado de las elecciones europeas.

Gordon Brown ha preferido no esperar y llevó a cabo ayer su crisis de Gobierno. De ella se desprenden dos conclusiones: la primera es que ha logrado comprar algo de tiempo porque ha conseguido llevarla a cabo. La segunda es que es rehén de su propio Gabinete, porque no ha podido hacer los grandes cambios que tenía en mente para relanzar su liderazgo. Emulando los últimos meses del conservador John Major en Downing Street en 1997, los barones laboristas han dejado que Brown siga teniendo el cargo, pero no el poder: In office, but not in power.

Brown no ha podido desplazar a otra cartera ni a uno de sus grandes aliados, Alistair Darling, que sigue siendo ministro del Tesoro y canciller del Exchequer, ni a uno de sus grandes rivales, David Miliband, que sigue siendo el jefe del Foreign Office.

Alan Johnson, citado por todos como la alternativa en caso de urgencia, ha sido elevado desde Sanidad a Interior. Aliado histórico de Tony Blair y uno de los ministros con mejor prensa, Johnson se ha descartado mil veces como candidato a primer ministro e incluso ha llegado a admitir que no está preparado para ello. El hecho mismo de que haya aceptado ir a Interior es una prueba de lealtad a Brown, porque es una cartera que ha quemado uno detrás de otro a sus ocupantes desde 2001: David Blunkett, Charles Clarke, John Reid y Jacqui Smith.

El primer ministro sufrió ayer un par de dimisiones, pero sin la trascendencia política de las de días anteriores y con más aires de despido que de dimisión. John Hutton, siempre crítico con Brown hasta que éste le elevó a la cartera de Defensa, dejó ayer el Gobierno "por razones familiares" y no se presentará a la reelección como diputado. Pero Hutton defendió públicamente y sin ambages la continuidad de Brown y criticó la dimisión de la víspera de Purnell.

También dimitió el incombustible Geoff Hoon, ex ministro de casi todo. Pero lo hizo en silencio porque aspira a convertirse en comisario europeo en enero.


Comentario:

Muy incierta su posición aún.

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