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sábado, 27 de junio de 2009

"El sultán Berlusconi no caerá, es el dueño de todo el país".


Entrevista:

El País de España.


Giovanni Sartori (Florencia, 1924) es uno de los pocos intelectuales italianos que se pronuncia sobre el alud de revelaciones de fiestas con sexo y droga que rodean al primer ministro, Silvio Berlusconi. Sartori publicó hace dos meses un libro de título profético, El sultanato, reunión de sus artículos para Il Corriere della Sera. El escéptico Sartori descarta que los escándalos vayan a tener un coste político para el sultán. "Si dimite, lo procesan, luego no puede caer. El partido come de él, la Iglesia también. Y los italianos no saben lo que pasa porque sólo ven la televisión", afirma.

Pregunta. La idea del libro es que la Italia de Berlusconi no es una dictadura ni tampoco es una democracia, sino un sultanato.

Respuesta. Decidí el título antes de que salieran las noticias sobre las fiestas y las velinas [azafatas televisivas] y ha hecho fortuna, aunque algunos sultanes eran más violentos que él. Tenían brigadas de enanos acróbatas que asesinaban a los enemigos. En todo caso, es un régimen de corte, un harén.

P. ¿Y en qué se parece a una dictadura?

R. Él no es un dictador del siglo XX porque no ha cambiado la Constitución, aunque ha intentado vaciarla de contenido desde dentro para quitarle poder al Parlamento. Pero los italianos que lo votan dicen: "Estamos contentísimos con nuestro dictador". Le define la idea de la corte: hace lo que quiere, obtiene lo que necesita, no distingue entre público y privado, el placer del poder le gratifica. Está a medio camino entre dictador y no. Es el padrone a la antigua, el dueño del cortijo.

P. ¿Le han sorprendido los usos del harén?

R. No, el sultán hace lo que quiere y lo que le gusta. Sabíamos que las chicas siempre le gustaron. Forma parte del personaje: el lujo, las grandes fiestas, las menores. Todavía no hay pruebas de eso, pero es absolutamente verosímil, encaja con el personaje.

P. Verónica Lario habló de "vírgenes ofrecidas al dragón".

R. Es su mujer, así que es lógico pensar que está al corriente. Desde entonces calla. Él tiene muchos y muy fuertes mecanismos de presión. El primero son los hijos. Si Verónica habla otra vez, los puede desheredar.

P. ¿Cree que esto será el fin de Berlusconi?

R. Ahora será más cauto y estará más atento. Sigue teniendo apoyo popular y ganando elecciones. Dice: "Soy así, y a los italianos les gusta como soy, no cambiaré". Para protegerse aprobará la ley que restringe las escuchas judiciales, hecho gravísimo porque daña la actividad policial contra la mafia, pero a él esos daños colaterales jamás le han importado.

P. Pero la sensación es que el fango sólo ha empezado a brotar.

R. Saldrán fotos y pruebas de todo tipo, pero dirá que son fotomontajes, calumnias.

P. Su partido no le creerá.

R. El Pueblo de la Libertad es una masa clientelista más fiel que la Democracia Cristiana. Todos viven de él, papi les da la papilla. No se romperá tan fácilmente como la DC, tienen más privilegios y más poder local, las regiones son un escándalo absoluto. Es una red feroz y voraz que conquista cada vez más poder, un para-Estado que tiene todo el interés en seguir juntos. Todos se suben al carro del vencedor y él deja hacer. Lo único que le importa es mantener su patrimonio intacto, lo demás es un gran pesebre.

P. ¿Y Fini?

R. Fini está jubilado. Con la integración de los partidos, Berlusconi coronó a los coroneles, les hizo ministros. No tiene poder ni sobre los suyos. Es frío y sajón hablando, pero su carrera política está coronada de errores y estupideces. Si llegara al poder me fiaría de él menos que de mi gato.

P. Pero la imagen internacional del país empeora cada vez más.

R. En el 94 le saltaron encima, nadie creía que fuera a durar, y se acostumbraron a él. No creo que haya la menor presión internacional. Él dice que todo es un complot de nuestros comunistas, Murdoch y EL PAÍS, y con esa fábula sigue adelante. Es muy listo, muy pícaro. Va a ver a Obama y se coloca el primero de la lista de amigos. Manda más soldados a Afganistán, acoge tres presos de Guantánamo, y Obama no lo puede maltratar.

P. Tampoco parece posible que dimita: pierde la inmunidad.

R. Si dimite, lo procesan. Antes de dimitir se haría garantizar la inmunidad como Pinochet. Vea su sonrisa: es genuina, auténtica. No miente. Trasluce: "Yo os doy la papilla. De los escándalos el país no sabe nada de nada. La televisión no informa, y el 80% de los italianos se informan a través de la televisión". Controla seis de siete canales, y el séptimo tiene miedo. Es imposible que le pasen la cuenta. No hay esperanza.

P. ¿La Iglesia no puede hacerle caer?

R. Está muy atenta, pero él la deja mandar cada vez más. No hay relaciones Iglesia-Estado, es de poder a poder. Ellos también se meriendan a su Italia, los colegios, el fin de la vida... Está comprada como los demás. Por eso calla y otorga. Es justo eso, la Iglesia.

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