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domingo, 22 de febrero de 2009

“Guadalupe es nuestra”.

Noticia:


La Gwadeloup sé tannou,/ la Gwadeloup a patayo/Yo péké fé sa yo vlé/Adan péyi annou”. (Guadalupe es nuestra/ Guadalupe no es de ustedes/ Ustedes (los franceses) no pueden hacer lo que quieran/ en este país que es el nuestro...”

En el más puro creole suena la canción preferida de la decena de miles de manifestantes que desde hace cinco semanas protestan contra “la explotación” en Ponte a Pitre, capital de este territorio de ultramar francés, en Basse Terre o en algunas de las pequeñas ciudades de esta isla, balneario preferido de los franceses que, como a lo largo de su historia colonial o desde su integración al país galo en 1946, es protagonista de periódicas erupciones sociales.

Es una protesta que comenzó siendo económica y social y que fue tomando, con el correr de los días, un nuevo sesgo proindependentista, algo que comienza a inquietar en París y activa los archivos de analistas e investigadores, luego de que el conflicto se extendiera ya a la Guyana Francesa, a Martinica y a la Isla Reunión, los otros territorios franceses en las Antillas.

La crisis se agravó cuando el pasado miércoles un sindicalista, Jacques Bino, fue muerto, presuntamente por las balas policiales y en Martinica, por primera vez desde 1902, las autoridades se vieron obligadas a suspender el popular carnaval, que cada año es recibido como un “momento de violencia paródica, un espacio de libertad único”, recuerda el sociólogo André Lucrece, que justifica su ausencia este año “por causas más profundas que una crisis social”.

En Guadalupe, donde la crisis global se sintió con fuerza en las vacaciones de Navidad (con la capacidad hotelera cayendo más de 60%), el pasado 20 de enero medio de centenar de sindicatos y organizaciones sociales, agrupadas en el colectivo de la Liyannaj Kont Pwofitasyon (LKP, en creole “Lucha contra la explotación”), lanzaron una huelga, con una lista de 144 reclamos, de los cuales los más urgentes son un aumento de 200 euros en los salarios, la reducción de los precios de la canasta básica de alimentos (casi 35% más caros que en Francia) y del combustible”, en una región donde el desempleo asciende a 25% y el abastecimiento depende, en 85%, de la importación.

El jueves pasado, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ordenó el envío de una ayuda suplementaria de 480 millones de euros para la isla en los próximos dos años. Ayer, el ministro del Presupuesto, Eric Woerth, dijo que se adoptarán medidas aduaneras “excepcionales” para que las empresas de Guadalupe estén en mejores condiciones para afrontar la crisis económica, motivo de las protestas y el bloqueo en la isla.

“No confiamos en el presidente. Hay que esperar y seguir con la protesta”, fue la respuesta Elie Domonta, líder del movimiento.

Primero, los oídos sordos del Elíseo; luego, la impotencia del consejero regional, Victorin Laurel, quien llegó a advertir que la isla se encontraba “al borde de la sedición”, mientras el eterno espíritu independentista del Sindicato General de Trabajadores Guadalupanos (UGTG) recreó el resentimiento histórico contra los Békes (los blancos herederos de los esclavistas), que ostentan 90% del PIB de la isla, cuya únicas fuentes de ingresos son el turismo y la producción agrícola.

“Son los mismos problemas que se padecen desde la época colonial y que están lejos de solucionarse, justamente porque el gobierno utilizó cierto discurso con rasgos coloniales y el lenguaje de siempre, la represión”, explica Savine Bernard, abogada de la UGTG, en artículo recientemente publicado en Le Monde.

Supermercados cerrados desde hace 20 días, al igual que el resto de los comercios, bombas de gasolina bloqueadas por los huelguistas, barricadas por doquier, turistas que abandonan los balnearios, fueron las imágenes que regresaron a la paradisíaca isla a mayo de 1967, cuando una huelga por aumento de salarios concluyó con 87 muertos, luego de tres días de feroz represión.

Bernard considera que se trata de un nuevo episodio “del malentendido histórico con la metrópoli, fruto de su constante inestabilidad política y de la debilidad económica, desde que la producción de caña de azúcar comenzó a decaer hace años”.

Así, el volcán social antillano vuelve a hacer erupción, tomando por sorpresa a la administración Sarkozy.


Comentario:

Por lo pronto, Guadalupe es una posesión francesa, lo quieran o no. Si quieren ser independientes, lo más recomendable es buscar los caminos legales y diplomáticos, no el enfrentamiento. Ahora vendrá la respuesta de Sarkozy.

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