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lunes, 12 de enero de 2009

Revive guerra entre Beltrán y los Zetas.

Noticia:


El cártel de los Beltrán Leyva dio la orden de limpiar Jalisco de integrantes de Los Zetas. Esa es la instrucción que recibieron aquí las células de esa organización, según confesiones de detenidos que forman parte de investigaciones de la Procuraduría General de la República (PGR). Ello implicaría romper el pacto no escrito que puso freno, a principios de 2008, a la violenta pugna entre ambos grupos criminales y que se extendió por varios estados del país, pero principalmente en Guerrero, Michoacán, Nuevo León y Tamaulipas.

El endeble acuerdo entre los Beltrán Leyva y Los Zetas, pactado, según el testigo protegido David, en Morelos a inicios de 2008 por Sergio Villarreal, El Grande, y Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, no fue mencionado ni una sola vez por el comando integrado por 18 hombres que fue detenido el 13 de noviembre en Tonalá, Jalisco. Ellos formaban parte de un grupo mayor que recibió la orden de “reventar” las tienditas administradas por gente ligada a los sicarios del cártel del Golfo y eliminar a éstos.

Para esta acción de limpieza en Jalisco, los Beltrán Leyva presuntamente han reclutado gente en diferentes entidades de la República y a la cual emplea como sicarios y vendedores de droga por pagos que oscilan entre los 3 mil y 4 mil pesos a la semana, de acuerdo con el contenido de la averiguación previa PGR/SIEDO/UEITA/ 144/2008 a la que tuvo acceso EL UNIVERSAL.

Uno de ellos, Abraham Esquivel Rodríguez, El Capi, originario de Nueva Italia, Michoacán, dijo a fiscales de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) que su jefe, Raymundo Reyes, El R, los instruyó para reunirse el día en que fueron arrestados para atacar a un grupo de Los Zetas y evitar que se metan en Guadalajara.

Las versiones sobre esta posible nueva ruptura entre los Beltrán Leyva y Los Zetas provienen también de otros de los 18 hombres detenidos, los duranguenses, Simón López Moreno y Leandro Saúl Carranza. El primero, advirtió que en realidad con el evitar que entren Los Zetas a Jalisco “le estamos haciendo un favor a la gente de Guadalajara, porque no vamos a permitir que vendan ice (un tipo de droga sintética). El otro, reveló que Raymundo Reyes, el jefe de la organización, es un hombre que está en contra de la presencia de Los Zetas en Jalisco.

La captura del comando

Cerca de las 14:20 horas de aquel jueves 13 de noviembre, la central de radio de la Policía de Tonalá emtió un reporte. “Los ocupantes de tres vehículos van escandalizando y se dirigen a la maxipista, favor de verificar reporte”, dijo la voz del radioperador.

Los motociclistas de las unidades M-27 y M-24 les dieron alcance y marcaron el alto al conductor de la camioneta Suburban que iba al frente de los vehículos reportados.

No hizo caso a los señalamientos de los oficiales y éstos iniciaron su persecución hasta darles nuevamente alcance en el cruce de las calles Tonaltecas y Zapata. “Soy base 14”, dijo ostentándose como policía el chofer de la unidad a los motociclistas, quienes le pidieron una identificación de la corporación a la que presuntamente pertenecía.

El sospechoso no mostró credencial alguna y sí junto con quienes lo acompañaban en la Suburban advirtió: “No la hagas de pedo, ya hice las llamadas”. Los ocupantes de los otros vehículos comenzaron a bajar. Ante ello, los oficiales también llamaron a su base y pidieron refuerzos.

En la zona se encontraban varias patrullas que de inmediato acudieron al lugar y así en igualdad de circunstancias los ocupantes de los vehículos decidieron retraerse y subir de nuevo a las tres camionetas —las otras dos eran una Toyota y una Oldsmobile— para esperar el desenlace de ese encuentro.



Uno de los jefes policiacos que llegó al lugar observó el movimiento del grupo de hombres y se puso en alerta. Ordenó que se rodearan los vehículos y se revisara a cada uno de los sujetos que iban en los tres vehículos, mientras pedía más apoyo.

Los minutos que siguieron fueron de tensión, ya que aunque no encontraron a simple vista nada anormal en las unidades, los sospechosos cayeron en contradicciones sobre el destino al que iban. Unos dijeron que a un bautizo, otros que a visitar familiares y algunos más que iban de paso rumbo al norte del país.

La revisión inicial había concluido, pero uno de los jefes policiacos no estaba convencido de que no llevaran nada. Pidió que le mandaran la unidad canina. Alrededor de 10 minutos después llegó el perro policía conocido como Tigre, especialista en olfatear explosivos, armas y droga. Primero revisó la camioneta Oldsmobile y encontró en un doble fondo detrás de una puerta una pistola 9 milímetros, luego fue a la Toyota y encontró una más con silenciador.

Finalmente, en la Suburban ubicó en un doble fondo nueve fusiles R-15 y un AK-47 bañado en oro con sus cargadores. Granadas de fragmentación y una pistola más, además de municiones.

Los cuatro ocupantes de otro vehículo que se encontraba en la zona también fueron detenidos. “Ya los atoraron, vénganse todos, con cuidado porque hay ya mucha policía, a ver que hacemos acá”, prevenía el hombre que aparentemente iba al mando de ese grupo y que al ser escuchado por otros policías, igualmente fue detenido.

Iban por “Los Zetas”

A la vista el arsenal que llevaban y el número de ellos, la policía municipal de Tonalá optó por llamar antes que a nadie al Ejército. Ya totalmente asegurados, los detenidos dijeron en sus declaraciones de todo.

Desde que iban a un bautizo ese jueves, que eran ordeñadores de vacas del rancho El Guayabo, en Durango, braceros que regresaban a México por la crisis y hasta despachadores de farmacias en Reynosa, Tamaulipas. Al final, también aceptaron que fueron contratados para “limpiar” Jalisco de Los Zetas.

El duranguense Simón López Moreno fue explícito: “Yo venía a ayudar para reventar los puntos y casas de Los Zetas, la junta que tendríamos ese jueves era para que nos dieran información de dónde estaban operando las tiendas de Los Zetas. Mi función era poner a la gente, ver cuántos llegaban, salían o se quedaban en cada tiendita”.

Ricardo Serna Sánchez, originario de Mazatlán, Sinaloa, aceptó que él era el chofer encargado de mover a los sicarios. Todos trabajamos para Raymundo Reyes, quien es de Culiacán. Íbamos, dijo, a una reunión para detectar y ubicar a Los Zetas, que son nuestros contrarios.

José Arturo Maldonado González, otro de los detenidos, aceptó igualmente que su jefe y a quien apodan El R es gente de los Beltrán Leyva.

Comentario:

Si los grupos delictivos se pelean territorios, quiere decir que son rentables. ¿Por qué el gobierno no logra arrebatarles o cortarles los ingresos?

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