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En medio de un enorme despliegue de seguridad, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, ha jurado su cargo ante el Parlamento para un segundo mandato a primera hora de la mañana. Su llamamiento a la unidad no ha logrado eclipsar sin embargo la controversia que ha rodeado su elección del pasado 12 de junio. La ausencia de los dirigentes de la oposición y los escaños vacíos en el hemiciclo recuerdan que muchos iraníes consideran ilegítima su toma de posesión y hacen prever un Gobierno débil.
"Yo, como presidente de la República Islámica de Irán, juro ante el sagrado Corán y la nación iraní y Dios para ser el guardián de la religión oficial, la República Islámica y la Constitución", ha proclamado Ahmadineyad en un acto presidido por el Presidente del Parlamento, Alí Lariyani.
El mandatario electo ha jurado su cargo tras haber recibido el pasado lunes el respaldo del líder supremo del régimen, el ayatolá Alí Jamenei.
Vacíos de la oposición y Occidente
Sin embargo, los vacíos de la oposición iraní y la comunidad internacional han sido clamorosos. Al acto no asistieron el jefe de la Asamblea de Expertos, el ayatolá, Alí Akbar Hashemí Rafsanyaní, ni otros personajes reformistas como el ex presidente iraní, Mohamad Jatamí, quienes han cuestionado los resultados electorales. Otro de los líderes de la oposición, Mehmud Karrubí, ha asegurado en una entrevista con EL PAÍS: "Nunca vamos a colaborar con este Gobierno".
Los países occidentales tampoco han dado señales. El pasado lunes solo el embajador sueco, a quien corresponde la presidencia de turno de la UE, y el griego, que se desmarcó del resto, asistieron a la ceremonia en la que Jamenei refrendó la elección de Ahmadineyad como presidente. Los demás países optaron por enviar una representación de bajo nivel (como España e Italia) o estuvieron directamente ausentes (Holanda y Francia).
Aun así, Ahmadineyad ha mantenido su desafío a la comunidad internacional. En su discurso, ha minimizado la importancia de que algunos países hayan decidido no felicitarlo. "Nadie en Irán está buscando las felicitaciones de nadie", ha espetado con desdén. No obstante, algunos observadores sospechan que cortejar a Occidente pueda ser su única salida para contrarrestar la falta de legitimidad que afronta en casa.
"Ahora más que nunca, el presidente necesita reconocimiento. Restablecer las relaciones con Estados Unidos le daría una baza muy importante", interpreta una fuente del sector bancario. Tal vez, pero hasta el momento tanto Ahmadineyad como el ayatolá Ali Jamenei han rechazado la oferta de diálogo del presidente Barack Obama, quien les ha dado de plazo hasta finales de septiembre para que acepten negociar su polémico programa nuclear.
Centenares de manifestantes
Mientras tanto, la plaza y calles adyacentes al Parlamento islámico han amanecido rodeadas por un fuerte dispositivo policial ante la convocatoria de protestas de los opositores que continúan denunciando fraude en el escrutinio de las elecciones, según informa la agencia Efe.
A pesar del despliegue policial, centenares de personas se encuentran congregadas en la plaza de Baherestán, donde se halla el Parlamento. Las fuerzas de seguridad, apoyadas por los milicianos basiyís, han ordenado el cierre de todos los comercios y establecimientos en la zona para impedir que los ciudadanos puedan refugiarse en ellos y han llevado a cabo al menos una decena de detenciones, según informa Reuters.
El objetivo es que no se repitan las manifestaciones que sucedieron tras los comicios presidenciales y que fueron reprimidas con contundencia por los milicianos del régimen y los Guardianes de la Revolución con un resultado de 20 muertos y miles de detenidos, según los datos oficiales.
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