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El trabajo de esta mujer está entre los de mayor riesgo en México. Sus antecedentes personales lo confirman. Ha sobrevivido a cuatro atentados y ahora tiene alojado plomo en varias parte de su cuerpo: espalda, piernas, estómago. Silvia Raquenel se dedica a defender, legalmente, a los que ahora son considerados los enemigos públicos número uno del país: los poderosos narcotraficantes.
En el inicio del siglo XXI, el tráfico y consumo de drogas modificaron el rostro de la República mexicana. Esa actividad ahora domina todos los ámbitos y su principal secuela, la violencia, provoca que gran parte del territorio nacional se tiña de rojo carmesí. Los más de 5 mil asesinatos violentos que se registraron en promedio los últimos dos años mantienen en zozobra a ciudades como Juárez o Culiacán. Fuera de la República, el mundo ve horrorizado imágenes de un país en guerra. Crímenes con granadas de mano; cuerpos decapitados cuyas cabezas aparecen en otra parte; ejecuciones masivas; el Ejército patrullando calles, sitiando casas y realizando innumerables detenciones.
En lo que va del sexenio del presidente Felipe Calderón, las fuerzas federales han detenido a más de 45 mil presuntos narcotraficantes. Entre ellos cinco poderosos capos, decenas de operadores, lugartenientes y sicarios de los principales cárteles: de Sinaloa, comandado por Joaquín El Chapo Guzmán; del Golfo encabezado por Heriberto Lazcano; han caído también miembros del cártel de los Arellano Félix en Tijuana o de La Línea que opera en la violenta Ciudad Juárez. Entre los abogados que defienden a estos mal encarados hombres sobresale Raquenel Villanueva, madre soltera de 54 años, originaria de Monterrey.
“La abogada del enemigo” se prepara a contar sus memorias en un texto. Ofrece un adelanto sobre su convivencia profesional con el mundo de la delincuencia organizada, sus andanzas entre la corrupta justicia mexicana y los sentimientos de ser madre de una adolescente.
“Me queda muy claro que debería estar muerta hace nueve años. Por eso creo que Dios tiene un propósito para mí y espero hacer lo correcto”, enfatizó Silvia Raquenel, quien escogió un día no laboral para la charla, la cual transcurre en su despacho, cuyas blancas paredes están decoradas con imágenes religiosas, entre las que destaca una gran Virgen de Guadalupe frente a su escritorio.
Sus oficinas ahora son una fortaleza. Las ventanas fueron reforzadas con barras de acero de cinco milímetros de grosor, simulando persianas transversales. La puerta sólo abre desde adentro y la aparente “frágil” mujer es acompañada permanentemente por escoltas atentos a cualquier movimiento.
“Si de algo me puedo jactar es que soy una prueba viviente de la existencia de Dios. Nadie puede explicar cómo estoy viva si tengo dos tiros de gracia en la cabeza. Tres balazos en el estómago, por lo que tuvieron que abrirme de lado a lado. Además, tengo tiros en la pompi izquierda que casi atravesó la vena aorta y dos más en las piernas”, añadió la licenciada, quien inició su carrera en la Procuraduría de Justicia de Nuevo León.
“Gracias a lo que veo y vivo, ya que me desempeño en un ambiente de la gente que delinque, en los penales, en los juzgados, puedo con cierta propiedad decir lo que pasa en este medio.
“En estos dos últimos sexenios ha crecido la impunidad y la inseguridad. ¡No sé qué les está pasando a nuestros actuales funcionarios! Quizá pensaban que venían a administrar una empresa, ya que a eso estaban acostumbrados”.
Raquenel enfatizó “que la inseguridad está afectando a toda la sociedad. Muchos pensarán: ‘qué le pasa a esta licenciada, si ella defiende a los que nos tienen así’. Soy abogada, no estoy de acuerdo con lo que mis clientes hacen”.
Sin embargo, señala: “Mis respetos para los narcos porque con ellos nunca he tenido broncas, mis problemas han sido por la corrupción en altos niveles del gobierno federal, responsable de combatir a la delincuencia organizada.
“Cuando llegó Vicente Fox se desató el problema de la inseguridad. Fue cuando la autoridad comenzó a proteger a un cartel. Todos los días le pido a Dios cambiar esto que está pasando”.
Subrayó que esta situación no cambiará “mientras tengamos autoridades corruptas e ineficientes”. Debido a que existen muchos funcionarios coludidos con los capos, “esto va a crecer”.
“Yo con todo respeto les pregunto a los cárteles o a quienes pertenecen a la delincuencia organizada: ¿Por qué perdieron su esencia? Por qué si sólo se dedicaban al narcotráfico, ahora permiten los secuestros, levantones y extorsiones”.
Una de las reglas no escritas que ya no respetan las mafias mexicanas es la que ordenaba: “no meterse con la familia”. Ahora se puede ver que continuamente ejecutan a sus enemigos junto con sus hijos, padres y madres.
“¿Por qué perdieron sus códigos? ¿Qué los llevó a perder su esencia?”. Intenta responder acotando que el narcotráfico seguirá mientras Estados Unidos permita consumir tanta droga a sus ciudadanos. “México va a seguir siendo el patio trasero por donde se introduce la droga a la casa de nuestros vecinos”.
Sin embargo, le queda claro que los narcotraficantes han perdido sus “valores” debido al creciente narcomenudeo que se manifiesta en todos los rincones de la República mexicana.
“Lo más terrible de lo que acontece es que nuestro país ya no es sólo el paso, el consumo se ha disparado aceleradamente y ahora somos un gran consumidor de drogas”.
Las cifras oficiales así lo confirman. A principios de 2007 la Procuraduría General de la República, a través de sus Unidades Mixtas de Atención al Narcomenudeo (UMAN), calculaba unos 4 mil 725 puntos de venta de droga en el país. Para principios de 2008 las “narcotienditas” sumaban alrededor de 10 mil y actualmente estima más de 30 mil.
La violencia que recorre México se genera por la disputa de las plazas para la venta de narcóticos. Se adereza con el control de las pandillas, de la piratería, el manejo de los giros negros, donde a las mujeres se les paga con cocaína. Los table dance de Monterrey, donde trabajan aproximadamente 8 mil bailarinas, son un muy buen ejemplo de ello.
El “México Bronco” despertó con el estruendo provocado por los cuernos de chivo. Debido a que los cárteles inundaron al país con AK-47, con rifles de asalto AR-15 y pistolas calibre nueve milímetros, ahora los jóvenes marginados reclaman su parte de la riqueza nacional extorsionando, secuestrando y robando al amparo de su gran arsenal.
“Lo que me ha tocado vivir, por mi trabajo, por los peligros en que he estado, claro que tengo miedo, como mucha gente”. Raquenel recuerda que uno de los momentos más tristes de su vida ocurrió tras sufrir el tercer atentado. “Cuando el doctor me estaba operando me dijo: ‘si puedes hablar con el de allá arriba, dile que te quiero cerrar el estómago y que me ayude’. Ese fue el día que más lloré, estaba en el hospital y me vi todas las heridas. Al fin mujer, soy vanidosa. Estaba toda abierta de la panza. La operación duró 14 horas y estuve 23 días con el estómago inflamado.
“Soy madre soltera, soy la hija que más dolores de cabeza ha dado en mi casa, no me he quedado con ganas de nada. Les fallé a mis padres, le fallé a mi hija porque no le di un padre. He hecho lo que he querido. Le he faltado a Dios.
“Me vienen a buscar de todas partes del país. Y cada vez que vienen a solicitar mi ayuda, miro el cuadro de la Virgen que tengo enfrente. Le pregunto, le entramos o no le entramos, y a veces siento que es no y no le entro”.
Cuando acepta una defensa, “les cobro lo justo”. En cambio hay personas a quienes no les cobra nada. “A otros les cobro hasta el aire”. Rechaza que tenga mucho dinero por defender a los narcotraficantes. “Lo más que he ganado son 350 mil dólares por el caso de Reséndez Bertolucci”. Añade que ese dinero ya se lo gastó junto con su familia.
Bertolucci fue el “cerebro financiero” del cártel del Golfo, cuando lo conducía Juan García Ábrego, uno de sus fundadores, quien tuvo el mérito de consolidarlo y proyectarlo a nivel nacional.
Pero la muerte no sólo rondó el despacho de la abogada. También visitó a varios de sus mejores amigos: Guillermo González Calderoni, ex comandante de la Policía Judicial, fue ejecutado de un balazo en febrero de 2003 en la fronteriza ciudad texana de McAllen. En calidad de testigo protegido de la DEA, negoció la captura de García Ábrego.
En mayo de 2006, Julio Vargas, ex socio del despacho de Raquenel, fue asesinado cuando llegaba a sus oficinas en la colonia Burócratas del Estado, al poniente de la ciudad de Monterrey. Vargas se desempeñaba como defensor de los hermanos Francisco Javier y Jaime Valdez Martínez, quienes ya habían sobrevivido a varios atentados por sus nexos con el narcotráfico. Jaime Valdez era señalado como el responsable de reclutar a policías para el cártel de Sinaloa que operaba en ese entonces Héctor Huerta Ríos, El Junior.
Silvia Raquenel Villanueva fue detenida por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) en septiembre de 2006. Permaneció en arraigo 90 días como parte de una investigación por presunta complicidad, ya que “era probable” que conociera a la organización que secuestró al agente del ministerio público Martín Gerardo Saldaña Sixtos, adscrito a la plaza de Chilpancingo, Guerrero.
En la “casa del arraigo” se dio cuenta que a las autoridades que combaten al narcotráfico no les preocupa juntar a “tirios con troyanos”. En ese lugar la abogada mediaba para evitar que los jóvenes sicarios del cártel del Golfo asesinaran a sus rivales de la agrupación de Sinaloa.
“Sé que muchos compañeros abogados están involucrados con la delincuencia organizada, pero hay que entender por qué sucede eso”. Para ejemplificar el hecho, citó la defensa que realiza de varios agentes del municipio de Guadalupe. “Ahora todos señalan a los policías como colaboradores de los cárteles. Muchos están trabajando para ellos por miedo o por órdenes de sus jefes.
“Llevo el caso de unos agentes de Guadalupe que están presos por colaborar con la delincuencia organizada. Pero el día que llevé a las esposas y a sus vecinos, a la juez de Distrito le dio mucha tristeza. Los vecinos de los policías contaron ante la justicia que veían cómo llegaban camionetas a las casas de los comandantes, que seguían a sus hijos o esposas. Los policías contaron que miembros de la delincuencia amenazaron a la cónyuge de un comandante: ‘Dile al puto de tu marido que si no trabaja conmigo te vamos a violar’. También secuestraron a un hijo de otro jefe policiaco.
La juez conoció que los agentes también trabajaban para los cárteles por órdenes de sus jefes. “No creo que sea posible que a todos los policías del país los estén tratando como delincuentes. Por un lado se enfrentan a la ‘maña’, por el otro está la SIEDO que viene y los trata peor que si fueran delincuentes. Cómo puede trabajar esos policías si les están pegando por todos lados.
“No son los policías los que protegen a los cárteles”, enfatizó Raquenel. Para la abogada, los verdaderos delincuentes son los altos funcionarios que están en el gobierno y que protegen a los capos. “Un jefe del narcotráfico no necesita policías o abogados para su actividad. Requiere de un alto funcionario con estrellitas o secretarios de Estado.
“Mis respetos para los cárteles, pero si siguen por ese camino, de secuestrar, extorsionar y de la violencia, pronto no tendrán abogados que los defiendan”, concluyó Raquenel Villanueva.