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Sentados en el piso húmedo, de pie ante la pertinaz lluvia o cubiertos con hules, sombrillas e impermeables, aguardaron inquietos, desperdigados primero por la plaza de la Constitución, y amontonados después ante la presencia de sus ídolos.
Se les llamó a la conciencia, a defender a sus iguales, radicados en Arizona, a los perseguidos, a los que no tienen respaldo legal para caminar por las calles, porque su piel morena delata su origen. Fue denominado Concierto Jóvenes Prepa Sí por la Dignidad, Todos Somos Arizona, organizado por la Secretaría de Educación del DF para manifestar su desacuerdo con la ley aprobada en esta entidad.
Algunos llegaron puntuales para escuchar el pronunciamiento de las autoridades y de representantes de organizaciones defensoras de la comunidad mexicana radicada en Estados Unidos; otros simplemente preguntaban por Molotov, Jaguares o sus grupos preferidos.
El concierto inició a las dos de la tarde. La plancha del Zócalo lucía semivacía y de los casi 80 mil asistentes que estimaba el secretario de Educación capitalino, Mario Carrillo, que llegarían al lugar, durante el arranque del concierto apenas habría 35 mil, según sus cálculos.
Con todo, destacó que los jóvenes asistieron para unirse al sentir de la población y del propio gobierno local, en contra de la llamada ley SB1070, “que no solamente atenta contra la dignidad humana sino incluso contra los derechos”.
Espera pasada por agua
La plaza se fue colmando de almas de manera paulatina, conforme se hizo tarde y muy a pesar de la lluvia, mientras sobre el escenario, enmarcado por una estela de humo blanco, aparecieron Kike y su Aché, seguido de Topete y su Trova.
Las dos bandas de chavos del programa Prepa Sí: The Witch y Waltz Entre el Cielo y la Tierra vinieron después, pero todos esperaban a Jaguares, Maldita Vecindad, Molotov y Los Bunkers, programados para el final del concierto.
A los chavos no les importó pasar por alguno de los 11 sitios de acceso y ser sometidos a revisiones con detectores de metales, quedarse donde inicia la plancha del Zócalo y observarlo todo a través de las pantallas gigantes.
A un costado del templete, Guadalupe Chipole, del Centro de Atención al Migrante y sus Familiares, se refería a las detenciones arbitrarias de mexicanos en Arizona, para lo cual desde el gobierno capitalino se ha comenzado a tejer una red con organizaciones y abogados para defender a los connacionales.
Era domingo, pero no parecía. La lluvia cesó por momentos, pero se mantenía amenazante y después de las cinco de la tarde, cuando se reportaban 50 mil personas en el Zócalo y 61 atenciones médicas menores, los jóvenes no dudaban en permanecer apretados frente al escenario, mientras mil 400 policías hacían su labor, también bajo el agua, junto a las vallas de metal para contenerlos.
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