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A más de 2 mil metros de altura y en la zona más intricada de la sierra conocida como “El Triángulo Dorado”, el cártel de Sinaloa construyó su propio narcoparaíso. Telefonía, luz, agua, lavandería, internet, abastecimiento de víveres y cocinas, enfermería, dormitorios, diversión con modelos solicitadas por catálogo y, lo más importante, el más grande e imponente laboratorio de producción de drogas sintéticas en el mundo forman parte de esta pequeña ciudad que no se encuentra en los mapas.
Familias enteras, químicos, carpinteros, fontaneros, albañiles, cocineras y sicarios tenían acceso aquí a películas pirata, televisión por cable, internet de alta velocidad y todo lo necesario para que una comunidad viva. Plantas de luz, maquinaria pesada, camionetas, cuatrimotos, químicos, equipo de laboratorio, combustible, gas y armas completaban todo lo dispuesto por la organización de Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada para que se produjeran más de cien kilos de drogas sintéticas al día.
Hecho que no tiene parangón fue lo que aquí construyó el cártel de Sinaloa. Prácticamente una pequeña ciudad para producir cristal, ice, éxtasis y varias drogas sintéticas más para surtir los mercados de Estados Unidos, Europa y Asia.
La producción que alcanzó el este gigantesco narcolaboratorio a lo largo de más de un año de funcionamiento es todavía incalculable. Por cada kilo de droga producida se puede obtener una ganancia de hasta 1.5 millones de pesos.
Instalado en 240 hectáreas, el “narcoparaíso” del cártel de Sinaloa pretendía iniciar una nueva fase de ampliación justo cuando fue descubierto por militares, cuya presencia hizo huir a toda la comunidad de hombres y mujeres, que acompañados de niños, abandonaron las instalaciones del lugar sin llevarse pertenencias. Igual, le sucedió al jefe del complejo que dejó en la casa que habitaba toda su colección de camisas Versace, Hugo Boss , botas y hasta su catálogo de modelos que podía pedir para su esparcimiento y entre quienes se encontraban incluso actrices.
Para recorrer toda la instalación que se encontraba perfectamente camuflada con el terreno, se requieren de al menos seis horas sin parar. Es indispensable contar con vehículos de tracción como cuatrimotos, camionetas y hasta de un helicóptero para llegar a la casa del jefe. Sorprende la planeación y organización del lugar para no necesitar hasta por meses o semanas de ningún contacto y sólo poder trabajar para producir drogas y sacarlas de la sierra por la vía terrestre o aérea, ya que tampoco podía faltar una narcopista.
Todo estaba a la mano del jefe, cuya identidad hasta ahora no ha sido confirmada, pero quien habitaba una cabaña de lujo con su propio horno de pan, cama king size, caminadora, escaladora y bicicleta fija. Telescopio, hamaca, ventiladores y hasta una crema de caviar para la limpieza de la piel.
Dentro de la casa también se encontró un cuadro de gran formato con el retrato de un general del Ejército Mexicano, cuyo uniforme da cuenta de que hace unos 50 años estuvo en activo.
A más de una hora de cualquier poblado, desde la cima de Las Trancas se domina todo el valle y se puede anticipar cualquier operativo como el que el jueves hizo el Ejército y no se pudo capturar a nadie.
Se han incinerado ocho toneladas de mariguana y 32 mil litros de productos químicos, cientos de kilos de drogas sintéticas, 18 vehículos, armas, cartuchos, uniformes falsos de militares, 32 instalaciones para procesar drogas sintéticas, empaquetar y pesar mariguana. El más grande narcolaboratorio del que se tenga registro.
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