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El viceprimer ministro, Bulet Arinc, jefe de filas del ala más islamista del Gobierno turco, ha anunciado que las relaciones de Turquía con Israel van a quedar "bajo mínimos" tras el asalto a la flotilla humanitaria con destino a Gaza en el que murieron nueve ciudadanos turcos. "Hablamos en serio", ha advertido Arinc en declaraciones al canal NTV. Los estrechos lazos estratégicos y comerciales establecidos entre ambos países del Mediterráneo oriental durante los últimos 20 años van a ser revisados por completo.
"Vamos a reducir nuestras relaciones con Israel al mínimo posible. Todos los contactos bilaterales en todos los campos van a quedar congelados", ha advertido el número dos del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. "Pero no es nuestro estilo tachar a alguien de nuestra libreta de direcciones", ha dicho Arinc para dar a entender que Ankara no decidirá unilateralmente cortar las relaciones con el Estado hebreo. "Estados Unidos está dando la espalda a Israel, y hasta Rusia lo está haciendo. Una sociedad que es prisionera de su propio miedo no puede desarrollarse", ha agregado.
Añadido a esto, el propio primer ministro Erdogan ha declarado a una cadena de televisión local que "Hamás lucha por defender su tierra (...) Ya he dicho al Gobierno estadounidense que no considero a Hamás como una organización terrorista".
Turquía e Israel sellaron en 1996 un acuerdo de cooperación militar y una alianza estratégica que se fue forjando durante la guerra fría. El Gobierno de Ankara reconoció a Israel desde su fundación en 1948 y ha sido desde entonces su único "amigo" musulmán. Ambos países contaban con enemigos comunes en Oriente Próximo, como Siria, que daba cobijo a la guerrilla separatista kurda del PKK y a la dirección en el exilio de Hamás.
Miembro de la OTAN desde su creación y candidato firme al ingreso en la UE desde 2005, el Estado turco ha tratado de mantener buenos lazos con Europa y EE UU, pero sin dejar de ampliar sus contactos comerciales y diplomáticos con los países vecinos del mar Negro, el Cáucaso y Oriente Próximo. Pero la alianza con Israel casaba mal con su estrategia de acercamiento al mundo árabe. Por esta razón, Turquía actuó como mediador neutral entre Siria e Israel, que mantuvieron varios contactos secretos en Estambul.
Bajo el lema cero problemas con los vecinos y cero problemas entre los vecinos, la diplomacia neotomana, respaldada por la pujanza económica y el poderío militar de Turquía, consiguió abrir puertas en casi toda la región. Pero la ofensiva de Gaza desencadenada por Israel a finales de 2008 dio al traste con el equilibrismo diplomático de Ankara, que acabo poniéndose de lado con la población civil palestina. Erdogan ha adoptado desde entonces una política de alejamiento de Israel.
La llegada al poder en 2002 del islamismo político moderado del Partido de la Justicia y el Desarrollo ya había marcado el reforzamiento de las relaciones turcas con Siria (un país al que Turquía estuvo a punto de declarar la guerra en 1999 por su apoyo a la guerrilla kurda y que ahora es un gran socio comercial) e Irán (cuyo embajador en Ankara fue expulsado por organizar actos integristas y que sigue siendo el principal suministrador de gas de Turquía).
La congelación de las relaciones turcas con Israel ya se ha plasmado en la retirada del embajador en Tel Aviv y la cancelación de tres maniobras militares conjuntas. Traerá consecuencias y afectará a la modernizacion de las Fuerzas Armadas, que dependen de contratos con empresas de armamento israelíes, y también privará al Estado hebreo de grandes proyectos para la construcción de gasoductos y conducciones de agua desde Anatolia. Pero en todo el mundo islámico el Gobierno turco empieza a ser visto ya como el líder fuerte, capaz de plantar cara a Israel y arrancar una condena de la ONU por el asalto a la flotilla humanitaria de Gaza. "En cierta medida, Turquía ya ha conseguido lo que quería", reconocía en plena crisis turco-israelí el columnista Mehmet Ali Birand
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