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Rehabilitación, inclusión social , concientización, y prevención de todas las formas de discapacidad física, intelectual y de conducta, son temas que la organización civil Piña Palmera ha trabajado a lo largo de veinte años en la costa sur del estado de Oaxaca, enfatizando su quehacer hacia personas de comunidades rurales, en su mayoría indígenas en extrema pobreza , lo cual potencializa su reto.
En sus programas han participado más de 5 mil niños y adultos con diferentes discapacidades. Entre ellos, están Martín Reyes y Odilia Vázquéz, dos jóvenes que llegaron allí para participar en el programa de inclusión educativa.
Hoy, Odilia tiene 20 años, llegó a la comunidad con 15 y fue entonces cuando concluyó la primaria; Odilia tiene secuelas de polio y discapacidad intelectual y es ahora la responsable de la capacitación de pintura en artesanías y asesora en temas de sexualidad.
A su vez, Martín Hernández de 19 años —con Ataxia de Friedreich: una enfermedad hereditaria que ocasiona un daño progresivo en el sistema nervioso— es el encargado de la tienda de Piña Palmera. Vive en la comunidad y cada 15 días acude a casa de sus familiares incluso para capacitar a los propios parientes en temas de discapacidad.
Martín y Odilia tienen un trabajo, han estudiado de acuerdo a sus intereses particulares, participan activamente en el seno de sus respectivas familias, asisten a actores comunitarios en sus municipios y continúan capacitándose para ser cada día mejores ante su desarrollo personal y profesional.
Carmina y su taller “ El lugar común de lo diferente”
“La niña que nació con dos ojos” es uno de los cuentos que narra Carmina a sus entusiastas alumnos.
Carmina Hernández Covarrubias, es maestra, tiene parálisis cerebral y tres veces al año acude a Piña Palmera a impartir talleres educativos y artísticos a jóvenes , madres y maestros.
El objetivo de Carmina es fomentar el sentido lúdico y creativo de los jóvenes por medio del dibujo y la palabra.
Juan Ramón, uno de sus alumnos se la pasó diciendo ¡no puedo, no puedo!, pero mientras dibujaba, Carmina le decía— ¡Claro que puedes! — ¡¿ Y eso que estás haciendo qué es?! Al final del taller, Juan Ramón se mostró muy contento de haber asistido a las clases.
Carmina también dio su taller recientemente a un grupo de primaria de la escuela de Cosoaltepec, a causa de la situación de Alejandra , una niña que además de su discapacidad tenía problemas de atención y conducta debido a que la maestra de la escuela no sabía cómo tratarla. Entre otras razones la reprobaba continuamente porque hablaba zapoteco y cuando Carmina le preguntó qué les daba como educación artística, la maestra dijo que el himno nacional.
En un día regular en la comunidad de Zipolite se realizan actividades como higiene personal, mantenimiento del espacio y cada quien dirige sus actividades laborales hacia talleres como carpintería, talleres productivos, mantenimiento, ecología, administración, rehabilitación , nutrición y cuidados especiales.
Entre sus programas está preparar a las personas con discapacidad frente a las adecuaciones necesarias para su vida independiente, arreglando inclusive técnicamente sus sillas de rueda y creando oportunidades para que sean lo más hábiles posibles en su medio.
En la comunidad trabajan más de 26 personas, además de 15 voluntarios de distintas partes del mundo que permanecen en la comunidad a lo largo de seis meses. Ellos son personas con y sin discapacidad, profesionales de la educación y no profesionales; además el personal realiza labores en comunidades aisladas geográficamente de Oaxaca.
Así se forma directamente a familias de personas con discapacidad con el fin de que vayan generando cambios de actitud en los municipios en los que viven, trabajan y estudian.
Asisten a los talleres en estas comunidades alejadas jóvenes y adultos que han tenido experiencias exitosas en la organización civil Piña Palmera.
Flavia Ester Anau, coordinadora general de Piña Palmera, comenta para KIOSKO que considera que el trabajo con las personas con discapacidad no es una cuestión de bondad, sino un tema de derechos humanos.
“El eje central de nuestro trabajo es el respeto hacia las diferencias y la formación de una sociedad incluyente. Los esfuerzos de la comunidad Piña Palmera se dirigen a modificar la manera como la gente local califica a las personas con discapacidad”, afirma con entusiasmo.
“Anhelamos una sociedad con justicia para todos y todas y Piña Palmera ha sido un ejemplo en la zona para desde las diferencias construir espacios incluyentes”, precisa con convicción.
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